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Qué no puede comer una embarazada: lista de alimentos "prohibidos"
En el embarazo, hay que tomar muchas precauciones relacionadas con la alimentación. Algunos alimentos no son nada recomendables porque pueden causar molestias digestivas o, en el peor de los casos, enfermedades peligrosas para el feto. ¡Te decimos los alimentos qué no puede comer una embarazada!
La dieta que debemos seguir durante el embarazo debe ser saludable, equilibrada y contener productos de todos los grupos de alimentos. Sin embargo, hay alimentos que no deberían formar parte nunca de la dieta de una embarazada, por lo menos, en grandes cantidades, por el bien del pequeño y del tuyo propio.
Te proponemos una tabla que incluye los alimentos prohibidos en el embarazo, según las recomendaciones de la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición).
1. Pescado y mariscos crudos o frescos
Uno de los alimentos prohibidos en el embarazo son el pescado y los mariscos crudos o frescos, como el sushi. ¿Por qué?
Por el riesgo de anisakis
Si el pescado no ha sido congelado con anterioridad, puede contener anisakis. Se trata de un gusano nematodo que pasa su ciclo vital en el sistema digestivo de peces y mamíferos marinos que causa intoxicaciones alimentarias.
Por el riesgo de toxoplasmosis
Asimismo, comer pescado o marisco crudos puede causar otro peligro, que es la toxoplasmosis. Se trata de una enfermedad infecciosa que, pese a que es inofensiva, puede ser potencialmente peligrosa para el feto.
Por el riesgo de salmonelosis
La salmonelosis es otro de los principales peligros de comer mariscos en el embarazo. Es una enfermedad producida por la ingesta de alimentos con una bacteria llamada salmonela, causante de intoxicaciones alimentarias, especialmente por carnes o pescados crudos.
Si se decide comer en algún momento pescado o mariscos, hay que controlar que la cocción sea muy cuidadosa y a altas temperaturas. Esto es así, especialmente en el caso de los mejillones, sepias, pulpo, almejas o langostinos. Y es que, aunque estén deliciosos, pueden contener microorganismos o patógenos peligrosos.
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2. Carne cruda y embutidos curados
La carne es un alimento importante para la mujer gestante, ya que contiene, entre otros, un alto contenido en hierro muy fácil de digerir y aporta proteínas de gran valor biológico.
Sin embargo, comer carne cruda o poco cocida en el embarazo, al igual que el marisco y el pescado, aumenta el riesgo de sufrir toxoplasmosis, con el consecuente peligro para la salud del feto. ¿Cuáles son las razones?
Por el riesgo de contraer el toxoplasma gondii
El toxoplasma gondii es un parásito que se puede transmitir al ser humano a través de la ingesta de carne contaminada, ya sea carne de vacuno, ovino o cerdo. No sucede lo mismo con la carne de pollo, que, al ser un ave, no transmite la enfermedad.
El toxoplasma gondii muere a partir de los 70 ºC, por lo que, para evitar contraer la toxoplasmosis, hay que cocinar la carne por completo.
Si se quiere consumir carne poco cocida, se debe congelar de forma industrial, a una temperatura de entre 40-60 grados bajo cero. Es la única forma de acabar con el parásito, pues éste es capaz de resistir a la congelación en el congelador de casa.
El caso de los embutidos en el embarazo
En cuanto al consumo de embutidos en el embarazo, hay que diferenciar entre las mujeres que han contraído la toxoplasmosis y las que no lo han contraído antes del embarazo.
Las embarazadas que han dado negativo al toxo-test y que, por tanto, corren el riesgo de contraer una toxoplasmosis, deben evitar completamente el consumo de embutidos crudos o curados, excepto con algunas excepciones. Sin embargo, sí pueden comer embutidos cocidos, como el jamón de York, la pechuga de pavo o la mortadela.
Por su parte, las mujeres que han dado positivo al toxo-test pueden comer cualquier tipo de embutido, puesto que ya no corren riesgo de contagiarse de la enfermedad. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que su consumo debe ser moderado, debido a su alto contenido en sal y grasa de origen animal.
3. Quesos no pasteurizados
Los expertos recomiendan no consumir quesos no pasteurizados en el embarazo para no contagiarse de listeriosis.
Especialmente, los quesos blandos, porque son los que tienen más posibilidades de estar elaborados con leche sin pasteurizar (leche cruda). Por otro lado, estos quesos tienen más cantidad de agua, que es un medio más proclive a la proliferación de bacterias.
Hoy en día, los productos lácteos que podemos encontrar en cualquier supermercado suelen indicar si la leche utilizada en su elaboración está pasteurizada o no.
Queso parmesano
Si hablamos del queso parmesano, lo cierto es que existe cierta polémica acerca de si su consumo es saludable durante el embarazo.
El parmesano es un queso elaborado con leche sin pasteurizar (es decir, leche cruda). Pero, al mismo tiempo, es un queso curado, es decir, prácticamente sin agua o humedad, por lo que la presencia de bacterias es bastante remota. Aún así, hay que vigilar la posible presencia de moho en el queso, muy perjudicial para una mujer en estado de gestación.
Entonces, ¿por qué no prohíben comer parmesano durante el embarazo? El queso parmesano es muy nutritivo y saludable, además de ser muy rico en calcio, de ahí que la mayoría de médicos no prohíban su consumo y recomienden simplemente una ingesta moderada.
Queso mozzarella
Como hemos dicho, los quesos de pasta blanda, normalmente, los frescos o de gran untuosidad, suelen estar elaborados con leche cruda, en su fabricación tradicional.
Sin embargo, la popularización de estos quesos y su enorme consumo, que ha promovido la elaboración industrial de estos productos, ha hecho que la mayoría de estos quesos se elaboren ya con leche pasteurizada.
El queso tipo mozzarella es un muy buen ejemplo. Si bien su elaboración tradicional empleaba la leche cruda de búfala, la industria y la internacionalización de este alimento tan popular han promovido el uso de leche pasteurizada en los productos comercializados en supermercados habitualmente.
Queso fresco tipo "Burgos"
El caso del queso fresco tipo "Burgos" es otro claro ejemplo de elaboración artesanal con leche cruda, e industrial, con leche pasteurizada.
Durante el embarazo, debes optar por los quesos frescos tipo "Burgos" fabricados con leche pasteurizada, independientemente de que la leche sea de vaca o de cabra, las versiones más comercializadas.
Queso tipo camembert
El queso tipo camembert, brie, azul... también conllevan riesgos si se consumen durante el embarazo.
Además de que la leche usada para su elaboración puede ser cruda (lo que se indicará debidamente en la etiqueta), su corteza de moho (levaduras naturales) constituye un foco de riesgo durante la gestación. Por ello, es preferible evitar este tipo de quesos en el embarazo.
4. Algunas verduras
Durante el embarazo, es conveniente prestar atención a la elección de algunas verduras. ¡Te damos algunos consejos!
Nabos
Por ejemplo, durante el embarazo es mejor no exagerar con los nabos. Los nabos contienen un ácido que influye negativamente en la síntesis de algunos ácidos grasos, fundamentales para la formación del tejido nervioso y de la retina del pequeño.
Tomates
Asimismo, hay que descartar el consumo de tomates verdes, que son ricos en una sustancia tóxica que desaparece con la maduración y que puede producir trastornos gastrointestinales. En consecuencia, hay que dar preferencia a los tomates maduros, recordando que el tomate puede provocar urticaria y que se debe consumir en una cantidad limitada.
Papas verdes
Tampoco se deben consumir papas cuando están verdes. Y es que este alimento contiene una sustancia responsable de intoxicaciones, con síntomas como gastroenteritis y cefalea.
Espinacas y acelgas
Las espinacas y las acelgas contienen muchos nitratos. Se trata de sustancias potencialmente nocivas, tanto para los adultos como para los niños. Su consumo también debe ser moderado.
Con las verduras sucede lo mismo que con el pescado y la carne. Si no se lavan cuidadosamente, corren el riesgo de contagiar la toxoplasmosis, con el consecuente peligro para la futura madre y el feto.
Por ello, es fundamental lavar escrupulosamente la fruta y la verdura, incluso con productos desinfectantes específicos para este fin.
5. Sal
Durante el embarazo, los expertos recomiendan también moderar el consumo de sal para evitar retenciones de líquidos. Y es que el sodio facilita la retención de líquidos y provoca un aumento del volumen sanguíneo que favorece el estado de hipertensión y dificulta el trabajo del corazón.
Además de reducir el consumo en sal, también hay que evitar la ingesta de aquellos alimentos que la contengan. Por tanto, no hay que exagerar con el consumo de conservas y hay que leer siempre las etiquetas de los alimentos procesados, ya que muchos aditivos contienen sodio, como el glutamato monosódico, el nitrato, el nitrito, el citrato o el sorbato de sodio.
Por la misma razón, hay que limitar el consumo de quesos salados, tipo feta o algunos quesos de cabra, y el uso de condimentos ricos en sodio, como las pastillas de caldo, la salsa de soya, la catsup o la mostaza. También que evitar los tentempiés salados, como las papas fritas o las palomitas de maíz.
Para sustituir la sal y que tus comidas tengan un sabor más intenso, puedes optar por las hierbas aromáticas. ¡Vía libre a especias como el orégano, el tomillo o el romero!
6. Cafeína, teína y alcohol
Las embarazadas deben moderar el consumo de cafeína y teína, que están contenidas en el café, el té y las bebidas a base de cola. Y es que estas sustancias pueden afectar al sueño y al ritmo cardiaco. Sin embargo, en el caso de que el embarazo sea de riesgo, los médicos aconsejan evitar por completo el consumo de café.
En cuanto al café descafeinado, su consumo sí está autorizado por los expertos, siempre que se haga con moderación, no más de una taza al día. El café descafeinado contiene un pequeño porcentaje de cafeína, ya que ningún método utilizado hasta el momento para extraer la cafeína de los granos ha conseguido eliminarla por completo. Mientras el café normal contiene unos 100 mg de cafeína, el descafeinado contiene 2 mg.
Las bebidas con alcohol también están prohibidas en el embarazo, ya que aumentan el riesgo de aborto, parto prematuro y otras complicaciones en el parto. El alcohol, además, dificulta la absorción de ácido fólico y de otras vitaminas del grupo B, tan imprescindibles para el buen desarrollo de la gestación.
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