Te puede interesar…





































La miel es un alimento con un sabor muy atractivo para endulzar los platos de una forma natural. Sin embargo, muchas futuras mamás se preguntan si tomar miel es compatible con el embarazo: ¿en qué casos se puede y en qué casos está contraindicado tomar miel en el embarazo?
En este artículo, respondemos a las preguntas más frecuentes sobre el consumo de miel en el embarazo.
La miel es un alimento compuesto principalmente por azúcares con propiedades interesantes para el organismo, aunque también es cierto que, en algunas etapas, no está recomendada.
En el caso de las embarazadas, éstas pueden tomar miel, en pequeñas cantidades, siempre que se cumplan una serie de requisitos (que esté pasteurizada) y que no haya contraindicaciones específicas. La miel está compuesta por un 80% de hidratos de carbono procedentes de sus azúcares y de un 20% de agua, y es muy rica en sustancias que resultan muy beneficiosas en el embarazo.
Sin embargo, antes de tomar miel si estás embarazada, debes tener en cuenta dos casos:
En el caso de que sufras diabetes gestacional, debes consultar con tu ginecólogo si puedes o no tomar miel. Y es que, como ya hemos dicho, la miel es muy rica en azúcares.
En segundo lugar, como sucede con otros alimentos como el queso mozzarella, la miel tiene que estar pasteurizada, pues, de lo contrario, podría contener algunas bacterias, como el clostridium bolulinum, que puede causar botulismo.
Por ello, es muy importante que, a la hora de comprarla, prestes mucha atención a la etiqueta y compruebes que la miel haya sido sometida a un proceso de pasteurización o de altas temperaturas, para eliminar los posibles microorganismos patógenos.
En general, se recomienda no superar las dos o tres cucharaditas de miel al día, siempre que se cumplan los requisitos necesarios para consumirla de forma segura.
Se puede tomar diluyéndola en una infusión o leche caliente, untada en una tostada con mantequilla, en forma de caramelos, etc.
La miel pasteurizada es la que se ha sometido a un proceso de calentamiento entre 78 y 82 grados centígrados durante 2-3 minutos. Este proceso, además de eliminar las posibles bacterias con las que la futura mamá pueda contagiarse, ayuda a diluirla y a que permanezca líquida durante más tiempo. Por ello, la miel cruda, no pasteurizada, tiene un aspecto menos fluido y más compacto.
Si la miel no ha sido sometida a un proceso de pasteurización y contiene esporas de clostridium botulinum, éstas podrían pasar al feto y causar botulismo. El botulismo es una enfermedad que puede afectar a los músculos y puede causar problemas en el aparato respiratorio e incluso la muerte.
Por ello, insistimos, es fundamental no ingerir miel cruda durante el embarazo.
Te puede interesar…