Te puede interesar…
- Mi bebé y yo
- Niños más inteligentes
- Alimentación del niño
- Dulzura y creatividad: el lenguaje que une a las familias
Dulzura y creatividad: el lenguaje que une a las familias
La maternidad transforma el mundo en un espacio donde cada detalle importa. En medio del ritmo acelerado de los días, los momentos que realmente dejan huella suelen ser los más simples: mezclar ingredientes, compartir risas en la cocina, y crear algo dulce que se convierta en tradición. La dulzura no solo está en los postres, sino en la oportunidad de crear juntos. Y la creatividad, cuando se vive en familia, se vuelve un puente emocional que fortalece vínculos, despierta la imaginación y deja recuerdos que perduran.
La dulzura como herramienta emocional
Crear algo dulce tiene un efecto casi terapéutico: reduce el estrés, fomenta la conexión y abre espacios de diálogo. Para los niños, participar en estas actividades refuerza su autoestima, les da un rol importante dentro del hogar y les permite expresar su personalidad. Un postre puede ser más que un antojo; puede convertirse en una excusa para detener el tiempo y reconectar en familia.
Creatividad que se saborea
La cocina es también territorio de experimentos. Combinar colores, jugar con formas, decorar, mezclar… Cada paso es un acto creativo que invita a imaginar y divertirse. Productos que ya forman parte del imaginario familiar, como D’Gari, ayudan a que estas experiencias sean sencillas y accesibles. Sus gelatinas permiten jugar con tonos vibrantes, texturas suaves y recetas que los pequeños pueden preparar junto a mamá sin complicaciones.
Del otro lado, en la repostería casera encuentras un aliado clásico en la levadura Rexal. Desde panqués suaves hasta galletas esponjositas, Rexal facilita que las mamás puedan compartir con sus hijos esas recetas que pasan de generación en generación, donde el sabor y el amor son protagonistas.
Más que postres: memorias
Detrás de cada gelatina, cada galleta o cada pastel, hay historias: manos pequeñas que ayudan a mezclar, voces que preguntan “¿ya está listo?”, risas cuando algo no sale perfecto y abrazos cuando por fin se comparte el resultado.
Estas actividades son oportunidades para enseñar valores esenciales: perseverancia, orden, paciencia y orgullo por lo hecho en casa.
Los postres se disfrutan en minutos, pero las memorias que dejan acompañan a los hijos durante toda su vida. Años después, recordarán el aroma de una gelatina recién preparada o el momento en que aprendieron a medir porciones para hornear junto a mamá.
Y cuando herramientas confiables como D’Gari y Rexal están ahí para facilitar el proceso, la creatividad fluye y la familia encuentra una forma deliciosa de construir recuerdos.



















