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Durante el verano, el cuerpo necesita menos energía para mantener su temperatura estable. Por eso, los niños tienden a comer menos: su organismo simplemente requiere menos calorías. Esta disminución del apetito es común y, por lo general, no representa ningún riesgo si el niño está sano y activo.
También es normal que el apetito fluctúe. Puede que un día apenas pruebe la comida y al siguiente coma con mucho entusiasmo. Lo importante es respetar su ritmo y evitar forzarlo.
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El verano no es el mejor momento para introducir alimentos nuevos. El calor y la falta de rutina pueden hacer que el niño rechace sabores extraños o texturas nuevas. Es mejor esperar a regresar a casa, donde el ambiente familiar facilita la transición.
En lugar de leche, puedes ofrecer yogur natural o batidos de frutas frescas. Estos son nutritivos, refrescantes y más agradables para el paladar en climas cálidos. Además, el calcio también está presente en alimentos como quesos frescos, verduras y legumbres.
Ofrecer un helado como merienda no representa un problema, especialmente si contiene leche. Sin embargo, no debe sustituir una comida completa, ya que su valor nutricional es limitado. Las frutas o los yogures siguen siendo las mejores opciones diarias.
Cuando el niño tiene poco apetito, preparar un plato único es una excelente opción. Comidas como arroz con verduras, pizza casera, ensalada de pasta o sopa fría pueden cubrir sus necesidades nutricionales sin obligarlo a estar demasiado tiempo en la mesa.
Para que el plato sea equilibrado debe incluir:
Si tu hijo rechaza frutas y verduras, puedes optar por alimentos que también aporten sales minerales, como:
El agua es la mejor opción para hidratar a los niños. No tiene calorías, es fácil de digerir y realmente apaga la sed. Evita las bebidas azucaradas o gaseosas. Los jugos naturales al 100% son aceptables, pero no sustituyen al agua.
El apetito del niño en verano puede disminuir y no suele ser motivo de alarma. Respetar sus tiempos, ofrecer alimentos frescos y nutritivos, y mantener una buena hidratación son las claves para una alimentación saludable durante las vacaciones. Evita presionarlo y crea un ambiente relajado a la hora de comer.
Sí. El cuerpo necesita menos energía por el calor, lo cual reduce naturalmente el apetito.
Como merienda ocasional, sí. Pero no debe usarse como sustituto de comidas principales.
Puedes ofrecer yogur, batidos o alimentos ricos en calcio como queso, legumbres o verduras.
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