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Pechos, senos, mamas... El pecho de la mujer es una parte de la anatomía femenina muy delicada y muy fuerte a la vez, ya que, durante las diferentes etapas de la vida, se ve sometida a cambios extraordinarios.
Desde que empiezan a despuntar las mamas, en la etapa de la pubertad, su evolución es vertiginosa. Los cambios más significativos se producen durante el embarazo y el período de lactancia, pero también son destacables los cambios que sufren durante los diferentes momentos del ciclo menstrual, o bien cuando la mujer entra en la etapa de la perimenopausia y la menopausia propiamente dicha.
Sepamos cuáles son las características anatómicas de los pechos de la mujer, sus funciones principales, los problemas que pueden afectarlos y los cuidados para mantenerlos con buena salud, firmeza y suavidad.
(Te interesa: Síntomas de embarazo en los primeros días)
El pecho de la mujer, en su aspecto anatómico, es sencillo. Como podemos apreciar en la ilustración más abajo, la mama tiene forma de “racimo”. Es decir, las glándulas mamarias se entenderían como un conjunto de agrupaciones, denominadas lóbulos. Cada unidad de las que forman el lóbulo son los alvéolos, también representados en la ilustración. ¿Qué más debemos saber sobre las mamas?
(Te interesa: Cómo se prepara el pecho para la lactancia)
Anatomía de los pechos de la mujer
El pecho cambia muy pronto cuando la mujer queda embarazada, incluso antes de que la pancita empiece a crecer: el test del embarazo da positivo y, pocos días después, el pecho empieza a hincharse, como si ya se preparase para la lactancia.
Durante las primeras semanas, este cambio se debe a la tormenta hormonal que se está produciendo. Es como si el pecho rejuveneciese, ya que está más duro y turgente. Los estrógenos (hormonas del embarazo) hacen que las glándulas se hinchen, al tiempo que aumenta la circulación en los vasos sanguíneos y el contenido de agua en los intersticios de la mama.
Sin embargo, precisamente porque ya no está como antes, pueden surgir miles de dudas acerca de su estado de salud. He aquí las respuestas a las preguntas más comunes de las mamás
Sí. Es normal que se note una molestia bastante intensa, que se podría describir perfectamente como un dolor. Se trata de un dolor provocado por las hormonas, que, en términos médicos, se denomina “mastodinia” (sensación dolorosa que se produce, con mayor frecuencia, en la parte superior y exterior de la mama, y que tiende a difundirse por las zonas adyacentes).
Este dolor está relacionado, únicamente, con el aumento de la circulación y de líquido en los tejidos. En general, se produce con más frecuencia en las fases iniciales e intermedias del embarazo.
No existen fármacos que alivien el dolor, porque no se trata de un síntoma de una enfermedad que se pueda curar con un tratamiento. Por otro lado, se debe tener en cuenta que, durante el embarazo, los fármacos se deben utilizar con extrema cautela.
Lo que sí se debe hacer es cambiar el tipo de sujetador y elegir uno específico para el embarazo, que sea cómodo, elástico y de tejidos naturales. Las cremas, por su parte, no combaten la tensión, pero pueden resultar útiles, ya que hidratan la piel.
No es cierto que las hormonas del embarazo favorezcan la aparición de quistes. Durante el embarazo, se pueden formar de manera transitoria zonas de mayor tensión, provocadas por la dilatación y la congestión de los conductos de las glándulas mamarias o por alteraciones en la grasa, a causa del notable estímulo hormonal y del aumento de la circulación.
Si es posible, se debe efectuar una exploración del pecho antes del embarazo, ya que, durante el mismo, resulta un poco más difícil formular un diagnóstico de los nódulos del pecho. El aumento de volumen del mismo hace más complicada la exploración: las formaciones que antes se notaban fácilmente, durante el embarazo, no se notan tanto.
Sin duda alguna, es mejor controlarla antes. Si, durante el embarazo, se advierte un cambio en el pecho, entendiendo por ello algo parecido a una tumefacción, un nódulo o una secreción de sangre, hay que comunicarlo inmediatamente al médico.
Si tenemos alguna duda, es muy importante someter al pecho a un estricto control, precisamente porque la evolución del embarazo hace mucho más difícil un diagnóstico preciso. La palpación y la inspección del pecho resultan más difíciles cuanto más aumenta su volumen.
La ecografía se puede efectuar tranquilamente, porque es un examen absolutamente inocuo que puede revelar, por ejemplo, si un nódulo es sólido o líquido.
En el caso de que existan dudas, se puede efectuar también una biopsia, es decir, la aspiración de células del tejido a través de una aguja, que se puede llevar a cabo con la mano libre o bien “ecoguiada”, en el caso de que no se note bien el nódulo. Se trata de un examen casi indoloro, parecido a un análisis de sangre.
Si ya existe un diagnóstico precedente, el fibroadenoma (un tumor benigno muy frecuente) sólo debe controlarse para comprobar que no sufra evoluciones extrañas, como un repentino aumento de volumen. Cuando, por el contrario, el diagnóstico se hace durante el embarazo, es muy importante mantenerlo bajo una estrecha observación, incluso realizando un examen clínico cada dos a cuatro semanas.
Sí, es normal, precisamente a causa de las modificaciones estructurales de la glándula mamaria, inducidas por la estimulación hormonal.
Se trata de secreciones producidas por el “desarrollo acinoso” de la mama (una estructura parecida a una red de racimos de uva que permite la producción de leche), que es consecuencia de las modificaciones fisiológicas que hacen el pecho más adecuado para la lactancia.
Se pueden iniciar, incluso, en el primer trimestre, aunque, en general, su frecuencia aumenta conforme se acerca el momento del parto.
Estas pérdidas no son de leche, sino de una sustancia compuesta por líquidos, lípidos y detritus de los conductos de la mama. Se trata, en resumen, de secreciones que, al final del tercer trimestre, se transforman en calostro, el valioso primer alimento del niño.
Porque la congestión de los tejidos superficiales puede dar lugar a síntomas como el prurito. Sin embargo, sólo se trata de una sensación. Para contrarrestarlo, son suficientes los masajes y el uso de un sujetador adecuado para el embarazo.
Sí. En general, los pechos no son iguales, es decir, existe una asimetría fisiológica. Además, puesto que son tejidos glandulares, pueden reaccionar de distinta forma a los estímulos hormonales. Por tanto, es normal notar una diferencia, aunque la variación nunca suele ser muy relevante y el fenómeno no comporta ningún problema para la futura lactancia.
Sí, y se deben, al igual que el prurito, a la congestión de los vasos que están debajo de la piel. Estas venitas aparecen tanto de forma directa, a causa del aumento de irrigación de sangre en el pecho, como de forma indirecta, por la presencia de las hormonas que producen la vasodilatación de los tejidos mamarios.
¿Ya finalizaste la etapa de la lactancia y quieres cuidar tu pecho y recuperarlo de los grandes cambios sufridos desde el embarazo? Te invitamos a leer los cuidados del pecho tras la lactancia, donde encontrarás toda la información que necesitas y los ejercicios más adecuado para fortalecer tus pechos y devolverles la firmeza y la turgencia anterior.
Pezón invertido, pezón retráctil, pezón alargado... Son diversas las formas que pueden tener los pezones de la mujer. En función del tipo de pezón (por ejemplo), si la mujer tiene los pezones planos, la lactancia materna puede ser un poco difícil.
Te invitamos a leer aquí cuáles son los principales tipos de pezón y cómo influyen en la buena marcha de la lactancia.
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¿Conocías todos estos datos sobre tus pechos? ¿Te preocupas por su salud y sus cuidados, tanto por dentro como por fuera? ¡Déjanos tu comentario!
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