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A la hora de comprar los alimentos y conservarlos en casa para que mantengan todas sus propiedades y ganemos en salud, hay que tener en cuenta una serie de reglas de seguridad alimentaria. Te explicamos cuáles son.
Todo empieza con la lista de la compra: su correcta planificación evita desperdiciar alimentos y facilita la conservación de los mismos con total seguridad.
Una regla para la salud es comer de todo variando la dieta todo lo que podamos. Sin embargo, para cada categoría de alimentos, debemos considerar que algunos productos son más perecederos, mientras que otros duran mucho más. Por tanto, la compra segura debe organizarse teniendo en cuenta la necesidad de tener siempre disponibles diferentes alimentos en buenas condiciones de frescura. La fecha de caducidad ayuda, pero también hay que mirar atentamente el aspecto del alimento antes de ponerlo en el carrito de la compra.
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First in first out. Traducido: lo que primero metamos en el refrigerador debe ser después lo primero que saquemos del mismo. Asegurar una continua rotación de los alimentos también en el refrigerador de casa es fundamental, para no descubrir en el último momento que, en el fondo de un estante, había quedado abandonado un preciado paquete de carne o de pollo, exquisito en su origen y ahora incomible, pues ya está caducado.
Por ello, una regla que hay que seguir cuando se haga la compra de la semana es la de resaltar los alimentos más perecederos en los estantes o aquellos con la fecha de caducidad más cercana, solo para acordarnos de utilizarlos primero.
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En el momento de reponer la compra, para una correcta conservación de los alimentos, hay que recordar siempre que la temperatura en el refrigerador no es siempre igual en todas partes.
Cuando se abren las conservas en lata (por ejemplo, la fruta en almíbar), el contenido sobrante se debe trasvasar a recipientes herméticamente cerrados.
También los materiales de los recipientes deben tenerse en cuenta.
Si queremos abastecernos de abundante carne fresca de nuestro carnicero de confianza, ten en cuenta que las piezas grandes duran mucho más que los filetes o, peor aún, que la carne molida. Por ello, hay que pedir grandes trozos de carne y que nos aconsejen cómo cortarla después. Mejor aún si mantenemos la carne envasada al vacío: un trozo de asado así “sellado”, guardado en los estantes más bajos del refri, puede durar hasta diez días sin problemas.
Si, por el contrario, compramos la carne en el supermercado ya envasada en bandejas, hay que dar preferencia a los puntos de venta que la presenten con la fecha de caducidad en la etiqueta y que la dejen en el embalaje original. Hoy en día, las bandejas de poliestireno están generalmente selladas térmicamente para garantizar que la atmósfera interna permanezca inalterada y deben estar provistas de una lámina de material superabsorbente en el fondo, con el fin de “capturar” la sangre y los líquidos liberados por la carne, reduciendo así drásticamente la posibilidad de que se altere.
La conservación del pescado es más corta cuando más pequeño y más rico en grasas es el pescado. Las sardinas y las anchoas deberían consumirse, como mucho, al día siguiente de su compra. Por el contrario, los filetes de pez espada o de cazón, por ejemplo, duran más, sobre todo si se envasan al vacío.
En cualquier caso, cuando se adquiere un pescado fresco, es esencial quitarle las vísceras lo antes posible, lavarlo y secarlo bien antes de meterlo en el refrigerador. También hay que tener en cuenta colocarlo en recipientes de cristal que cierren herméticamente.
Como para la carne, también para el pescado se puede recurrir al frío extremo cuando se quiere consumir más adelante. Sin embargo, hay que recordar que no tiene sentido comprar carne y pescado frescos con la intención de congelarlos en casa. En este sentido, los productos congelados industriales representan una buena opción y son más seguros.
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En el caso de la fruta, es posible consumirla en la mejores condiciones, si la elegimos en el punto ideal de maduración.
Desde este punto de vista, se puede comprar un mix de frutas aprovechando la capacidad que tienen algunas frutas (llamadas “climáticas”) de favorecer la maduración de otras frutas cuando se colocan juntas. Las manzanas, los plátanos, los kiwis y las peras pertenecen a esta categoría y no solo continúan madurando, incluso una vez desprendidas de la planta, sino que emiten etileno, una hormona vegetal que estimula la maduración de otras frutas.
Así, si nos gusta el aguacate, podemos comprarlo un poco duro o no maduro y guardarlo en el refrigerador, aunque sea mucho tiempo, para extraerlo un par de días antes de comerlo y meterlo en una bolsa de papel junto con una manzana y un plátano, lo que llevará a que madure rápidamente.
De nuevo con vistas a tener siempre alimentos frescos, a la hora de comprar frutas y verduras, es importante seguir esta sencilla regla. En el caso de las frutas, cuanto más pequeñas y blandas sean, antes se deben consumir. Es el caso de las moras, los arándanos, las frambuesas y las fresas, que son muy buenas para la salud, pero que duran muy poco tiempo y que, por ello, deben ser las primeras en comerse.
Del mismo modo, los jitomates cherry, por ejemplo, y la lechuga deben consumirse más rápidamente, dada la delgadez y la fragilidad de sus hojas. Por el contrario, cuando se agoten las existencias de lechuga, será mejor consumir el hinojo, las zanahorias, el apio, las manzanas, las peras y, quizás, incluso el mango…
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Las bacterias y el moho son, sin duda, la más importante y peligrosa causa de alteración de los alimentos. Se encuentran en todas partes, crecen muy rápidamente y, a menudo, son dañinos. Pero tienen debilidades: en el frío, luchan por reproducirse, necesitan agua para vivir y algunos también necesitan aire. Además, el calor intenso los mata.
Dicho esto, la prudencia nunca es demasiada, en particular por lo que se refiere a un microorganismo que constituye un riesgo, sobre todo, para las embarazadas y recién nacidos: la listeria. En el caso de las futuras mamás, la listeria produce síntomas similares a los de la gripa, pero puede provocar parto prematuro en el tercer trimestre de embarazo o aborto espontáneo entre el tercer y el sexto mes de embarazo. En el recién nacido, causa insuficiencia cardiaca y respiratoria, cianosis y pequeños granulomas (pequeña área de inflamación) difusos.
¿Cómo defenderse de este peligroso enemigo? Una cuidada cocción destruye completamente la listeria. Por tanto, la primera regla y la más sencilla es la de prohibir la carne cruda (también para prevenir el riesgo de toxoplasmosis), cocinarla siempre muy bien, sobre todo el cerdo y las aves. Además, no hay que consumir quesos tiernos producidos en condiciones higiénicas precarias.
Giorgio Donegani, experto en Nutrición y Tecnólogo de alimentos
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