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Epilepsia infantil: síntomas y qué hacer ante una crisis
En México, hasta 13 de cada 1,000 niños viven con epilepsia, un trastorno neurológico ocasionado por cambios, breves y repentinos, en la actividad eléctrica del cerebro. Te contamos más sobre este padecimiento.
Hay dos etapas en la vida en las que la epilepsia se presenta con mayor frecuencia. Una es en la infancia y la otra es en la tercera edad, aunque esto no significa que no pueda aparecer en cualquier momento de la vida, y es más frecuente en los varones.
¿Qué es la epilepsia?
La Dra. Claudia Rivera Acuña, Neuróloga Pediatra y Maestra en Administración de Hospitales y Salud Pública, explica que la epilepsia se caracteriza por descargas eléctricas excesivas en el cerebro, las cuales se manifiestan como crisis convulsivas no provocadas.
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Esta actividad exagerada de las neuronas genera una breve alteración de la conciencia de la persona que la padece, de sus movimientos o de sus acciones. Estos cambios físicos reciben el nombre de crisis o ataques epilépticos (es importante que sepas que no siempre se presentan con convulsiones) que no están relacionados con tener fiebre o algún traumatismo o infecciones que afecten al cerebro.
Hay niños que, desde el primer minuto de vida, pueden estar presentando convulsiones y otros que, a lo largo de su primer año, podrían tener la primera manifestación. En otros más se manifiesta en la etapa preescolar o escolar, y se puede tener un segundo pico de incidencia en la pubertad, explica la especialista Rivera Acuña, también asesora médica de Sun Pharma.
De acuerdo con la Academia Americana de Pediatría, aproximadamente dos tercios de todos los niños con epilepsia superan sus convulsiones cuando llegan a la adolescencia. Sin embargo, para algunos, la epilepsia puede ser una afección de por vida.
¿Qué hacer ante una sospecha de epilepsia?
Mamás y papás tenemos cierta sensibilidad respecto a los comportamientos de nuestros hijos. Si determinada situación con tu peque te genera inquietud o te da señales de que algo no está bien con él o ella, o si de repente ves ciertas manifestaciones que no son esperadas o no son comunes, no dudes en llevarlo al médico.
“Cuando se tiene la sospecha de una epilepsia, el médico tiene que hacer un buen abordaje diagnóstico, evaluando las características de los eventos que los padres nos informen”, señala la Dra. Rivera Acuña, y detalla que en la consulta, el pediatra o neurólogo pediatra suele pedir a los papás que le detallen lo que está ocurriendo con su hijo: “incluso les pedimos que nos “actúen” lo que ocurrió. O si tienen videos, que nos lo muestren, porque eso ayuda a entender las características de lo que podría estar sucediendo con el menor. También se les pregunta con qué frecuencia se está presentando el hecho, qué duración tuvo la crisis, si hubo alguna manifestación previa, si lo relacionan con alguna otra circunstancia, por ejemplo con fiebre o que el niño haya estado muy irritable o enfermo. Luego pasamos a la exploración neurológica del paciente, para detectar si hay alguna otra alteración o signo de alarma neurológico que nos indique solicitar estudios, estrictamente necesarios, para confirmar o descartar que se trate de una epilepsia”.
Es importante señalar que las crisis epilépticas en niños suelen ser diferentes a las de los adultos. En bebés, los síntomas pueden incluir:
- Movimientos inusuales en brazos o piernas.
- Alteraciones en los movimientos oculares.
- "Desconexión" del entorno.
- Cambios en la frecuencia cardiaca y sudoración.
- Movimientos de succión sin tener nada en la boca.
- En niños mayores, las crisis pueden parecerse más a las de los adultos, con pérdida de conciencia y convulsiones.
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¿Cuáles son las causas de la epilepsia infantil?
Las causas más comunes de epilepsia en niños incluyen:
- Problemas durante el nacimiento: Falta de oxígeno o lesiones cerebrales
- Factores genéticos: Predisposición hereditaria a la epilepsia.
- Infecciones: Encefalitis u otras infecciones que afectan el cerebro.
- Malformaciones cerebrales: Anomalías en la estructura del cerebro.
Actuar pronto para garantizar una buena calidad de vida
La Dra. Rivera Acuña enfatiza que un diagnóstico y tratamiento tempranos son cruciales para que la calidad de vida del niño sea la mejor posible: “Muchas veces no consideramos que es importante el tiempo que lleva convulsionando el bebé o teniendo otras alteraciones. Además, no es lo mismo que un pequeñito esté convulsionando una vez a la semana a un niño que en un solo día presente tres o cuatro crisis epilépticas. Es importante buscar atención inmediata”.
En la actualidad, existen medicamentos bien tolerados y capaces de controlar las crisis, lo cual permite a la mayoría de los niños epilépticos llevar una vida prácticamente normal.
Si tu hijo tiene epilepsia, considera estos consejos:
- Administra los medicamentos según lo prescrito: No omitas dosis ni cambies los fármacos sin consultar al médico.
- Previene infecciones: Las infecciones pueden desencadenar crisis.
- Limita el tiempo de pantalla: La sobreestimulación puede aumentar el riesgo de crisis.
(Te interesa: Hábitos saludables para el uso de las pantallas) - Asegura a tu niño un sueño adecuado y una alimentación saludable: desvelarse y el hambre pueden ser desencadenantes.
¿Qué hacer durante una crisis epiléptica?
Si tu hijo recibió el diagnóstico de epilepsia y tiene una crisis:
- Mantén la calma: Es importante que estés tranquila para poder ayudarlo.
- Protégelo de lesiones: Coloca al pequeño en un lugar seguro, lejos de objetos peligrosos.
- No intentes detener los movimientos: No sujetes a tu hijo ni le metas nada en la boca.
- Observa la duración y los síntomas de la crisis: Esta información será útil para el médico.
- Si la crisis dura más de 5 minutos, busca atención médica inmediata.
La epilepsia infantil puede ser un desafío para los padres, pero con el apoyo adecuado, los niños pueden llevar una vida normal y activa. Es importante informarse sobre todo lo que implica el diagnóstico, seguir las indicaciones médicas, crear un entorno seguro para el niño y brindarle amor y apoyo incondicional.
Hay que tener presente que las crisis epilépticas no diagnosticadas podría interferir con la capacidad del niño para aprender, así como presentar trastornos emocionales y de conducta si no se atiende adecuadamente.