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El ojo humano produce lágrimas para limpiarse y protegerse. En condiciones normales, estas lágrimas no se desbordan y se deslizan por las mejillas, sino que se drenan a través del orificio del ángulo del ojo y fluyen a través del canal lagrimal.
La obstrucción del canal lagrimal se produce cuando los pequeños conductos a través de los cuales fluyen las lágrimas (canales lagrimales, o canalículos) son demasiado estrechos (estenosis). Esto hace que las lágrimas se bloqueen con facilidad, se estanquen y salgan por el ojo, creando un terreno muy favorable para las infecciones.
El aparato lagrimal consta de diferentes partes (ver ilustración):
Si se produce un bloqueo, una obstrucción, en cualquiera de las partes que conforman el aparato lagrimal, las lágrimas no se pueden drenar normalmente. En tal caso, la lágrima se estanca, se produce un lagrimeo anormal y se pueden producir infecciones.
La obstrucción del lagrimal tiende a solucionarse de forma espontánea cuando el niño cumple los dos años, aproximadamente. No obstante, para prevenir infecciones, deben limpiarse con frecuencia los ojos del pequeño utilizando una solución fisiológica.
Solo en el caso de que las secreciones aumenten y se vuelvan amarillentas y pegajosas, se debe recurrir a pomadas, colirios o antibiótico. Siempre hay que atenerse estrictamente a las indicaciones del pediatra.
El pediatra puede recomendar una técnica de masaje específico para ayudar a desobstruir el conducto nasolagrimal del bebé. De esta manera, de forma manual, los papás pueden drenar las lágrimas y prevenir una posible infección.
Si los conductos lagrimales no se abren por sí solos en el niño, es posible recurrir a una técnica de dilatación, sondaje e irrigación. Con la ayuda de un aparato que dilata la abertura hacia el lagrimal, se sonda el conducto a través de los puntos lagrimales hacia el sistema de drenaje lagrimal. El aparato lagrimal se lava con una solución fisiológica y la obstrucción se elimina.
Otra técnica es la dilatación con catéter inflable, que ensancha el estrechamiento anormal del canal lagrimal. Este procedimiento requiere anestesia general. Consiste en introducir un catéter a través del conducto nasolagrimal inferior. El médico bombea aire para inflar y desinflar el tubo en el interior del sistema de drenaje.
Asimismo, la canulización o intubación sirve para abrir los bloqueos y ensanchar los conductos lagrimales estrechos. Este procedimiento también requiere anestesia general.
Por último, la cirugía suele ser la solución definitiva para los niños con conductos lagrimales obstruidos congénitos o causados por una lesión. No obstante, es conveniente probar soluciones menos invasivas antes de recurrir a esta opción.
La dacriocistorrinostomía es una técnica de cirugía que se emplea para tratar la mayor parte de los casos de lagrimales obstruidos.
Esta técnica consiste en “crear” un conducto de drenaje de lágrimas alternativo a través de la nariz. Así, se facilita que las lágrimas vuelvan a fluir con normalidad, creando una conexión entre el saco lagrimal y la nariz.
Realizando un bypass, se evita el conducto que desemboca en la nariz, el conducto nasolagrimal, en el que se suele localizar el bloqueo.
Normalmente, se coloca un tubito en el nuevo “camino” durante la recuperación, para retirarlo unos tres o cuatro meses después de la intervención.
Según el tipo y la entidad del bloqueo del lagrimal, el cirujano puede recomendar la creación de una nueva ruta, partiendo del ángulo interno del ojo (punto lagrimal) hasta la nariz. Así, se evita el sistema de drenaje por completo. Este procedimiento quirúrgico se conoce con el nombre de conjuntivodacriocistorrinostomía.
Después de efectuar la dacriocistorrinostomía, es importante prevenir posibles infecciones e inflamaciones. Por ello, es necesario utilizar un espray nasal descongestionante, además de un colirio para los ojos.
En caso de haber tenido que introducir algún catéter o cánula para mantener el canal de drenaje abierto durante la recuperación, se retirará unos seis meses después de la intervención.
La estenosis se caracteriza por un lagrimeo abundante y la secreción de una sustancia pegajosa y espesa. Además, la obstrucción del canal lagrimal se suele apreciar antes, cuando el bebé es muy pequeñito, puesto que la mayoría de las veces es congénita.
En el caso de la conjuntivitis, estos síntomas van acompañados, además, de ardor y enrojecimiento del ojo. Asimismo, la secreción pegajosa y purulenta siempre está presente en caso de conjuntivitis, a diferencia de la obstrucción.
En cualquier caso, ante cualquier duda, debes acudir a la consulta del pediatra para que le realice una exploración y emita un diagnóstico definitivo, o bien derive al niño al especialista en oftalmología.
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