Apendicitis en niños: aprende a identificarla
La apendicitis es la infección del apéndice, una prolongación delgada y hueca que se halla en la parte interna y terminal del intestino grueso. Cuáles son los síntomas exactos que arrojan la primera señal de alarma y los posibles tratamientos
La apendicitis es la infección de un pequeño órgano, el apéndice, una especie de "tubito", de unos nueve centímetros, que sale del intestino grueso. Sus funciones aún no están claras: probablemente, desarrolla una acción de defensa contra las infecciones del intestino, del mismo modo en que las amígdalas protegen al organismo de las infecciones de la garganta.
En la mayor parte de los casos, la apendicitis aparece entre los ocho y los once años de edad. Por debajo de los cuatro años de edad, se trata de un caso raro, pero muy problemático.
Síntomas de la apendicitis
Los síntomas pueden confundirse con los de otros problemas sin importancia (gastroenteritis, resfriado, etc.) y esto puede ocasionar un peligroso retraso en el diagnóstico. Pero ¿cuáles son los síntomas exactos de una apendicitis, que indican la señal de alarma?
- Normalmente, la primera señal es una ligera sensación de molestia en la parte superior del abdomen o alrededor del ombligo, acompañada de náuseas y, a veces, de vómitos.
- Al cabo de algunas horas, el dolor se intensifica y tiende a localizarse en la parte inferior derecha de la barriga. Al mismo tiempo, puede aparecer fiebre y formarse una pátina sobre la lengua.
- La falta de apetito también es un síntoma muy importante para saber si se trata de una apendicitis o de un dolor de estómago normal. En caso de inflamación del apéndice, el niño no tiene ganas de comer, ni de jugar, ni de moverse. Si el pequeño se mueve y consigue caminar y saltar, con probabilidad, se tratará de un simple dolor de barriga.
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Causas de la apendicitis
Las causas que provocan la infección del apéndice pueden ser diversas.
- El apéndice, un pequeño "tubito", está conectado con el intestino grueso a través de un pequeño agujero, que puede obstruirse por la presencia de una masa de heces o de lombrices intestinales.
- También puede suceder que, a causa de una infección, el organismo, para defenderse, aumente la secreción de linfa. Como consecuencia, las paredes del apéndice, que son ricas en tejido linfático, se hinchan y cierran el paso con el intestino. En el interior del saco que se forma, es fácil que las bacterias se multipliquen y provoquen una infección.
Cualquiera que sea la causa, hay que intervenir rápidamente: un apéndice descuidado puede perforarse y transformarse en peritonitis, la infección del peritoneo, la membrana que reviste las paredes del abdomen. Y no sólo eso: si es aguda, la apendicitis debe tratarse quirúrgicamente. Por el contrario, hay que evitar la administración de laxantes y de calmantes, así como recurrir a la aplicación de bolsas de agua caliente en la zona, pues, así, se puede acelerar la perforación del apéndice con el riesgo de que la apendicitis se transforme en peritonitis.
Cuándo dirigirse al pediatra
Hay que dirigirse al pediatra en los siguientes casos:
- El dolor de estómago está acompañado de náuseas, vómitos y fiebre, o bien si el dolor se manifiesta con las características típicas de un ataque de apendicitis: es decir, iniciándose en torno al ombligo y después localizándose en la parte inferior derecha del abdomen.
- En cualquier caso, debe observarse la duración del dolor: cuando se presente ininterrumpidamente durante más de una hora, es necesario que el médico visite al niño.
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