Preeclampsia, una enfermedad del embarazo
La preeclampsia es un trastorno que se puede presentar durante la gestación y que hay que tener bajo control, porque puede evolucionar y tener consecuencias para la mamá y para el bebé.
Es una patología antigua como la humanidad, pero la ciencia todavía no ha descubierto sus causas y sus mecanismos desencadenantes. Una cosa está clara: la preeclampsia es una condición seria, que hay que tener bajo estricto control, porque puede degenerar rápidamente y tener consecuencias graves para la mamá y para el bebé.
Las investigaciones más recientes, sin embargo, demuestran que un tratamiento a base de heparina y aspirina en dosis reducidas puede disminuir el riesgo de tener preeclampsia en la categoría de mamás de riesgo. Para las demás, es fundamental hacerse controles frecuentes de presión y análisis de orina, siguiendo las indicaciones del ginecólogo, que se basan también en la historia clínica de la futura mamá y en la posible presencia de factores de riesgo. Todavía hoy en día, es esencial alcanzar el objetivo del diagnóstico precoz para reducir los efectos nocivos.
En qué consiste la preeclampsia
La preeclampsia puede presentarse después de la semana 20 de embarazo y se manifiesta con un aumento repentino de la presión sanguínea asociado a proteinuria, es decir, a una concentración anómala de proteínas en la orina. En el pasado, entre los síntomas típicos de la enfermedad se incluía también la hinchazón de las extremidades inferiores, pero ya no se tiene en cuenta, porque a menudo se presenta también en los embarazos fisiológicos. A veces, la preeclampsia se manifiesta enseguida en forma grave, otras veces, se presenta más leve, pero su evolución es imprevisible. Si no se tiene bajo control, puede tener consecuencias incluso muy graves: desprendimiento de la placenta, insuficiencia renal aguda, edema pulmonar, hemorragia cerebral y convulsiones.
Otros factores de riesgo, además de la obesidad, son la hipertensión materna anterior al embarazo, enfermedades cardiovasculares y, a veces, precedentes en familia. La preeclampsia es más frecuente en los embarazos gemelares y en los primeros embarazos.
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Tratamiento de la preeclampsia
El único sistema realmente eficaz para tratar la preeclampsia es dar a luz. Normalmente, después del parto, la enfermedad disminuye de forma progresiva y espontánea. Cuando se manifiesta precozmente, anticipar el parto comporta algunos riesgos para la salud del bebé, que todavía no ha completado su crecimiento. En estos casos, el objetivo de los tratamientos es bloquear la progresión de la patología y tener bajo control las condiciones de la madre, para permitir al feto que alcance un nivel de desarrollo compatible con el nacimiento y la supervivencia.
Las prescripciones para la futura mamá que tiene preeclampsia son reposo absoluto, controles frecuentes y medicamentos antihipertensivos que no comporten riesgos para el bebé. Si la situación empeora, la paciente debe ser hospitalizada para tener bajo control sus condiciones e intervenir con un parto inducido en caso de necesidad. Si su estado no mejora después del nacimiento del bebé, es posible tratarla con medicamentos más agresivos.
En caso de hospitalización, es muy importante que la futura mamá esté en una estructura especializada, que tenga las herramientas necesarias para reallizar una cesárea de urgencia, la asistencia al recién nacido prematuro y una eventual reanimación de la madre.
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Además de aumentar el riesgo de parto prematuro, la enfermedad altera el funcionamiento de la placenta y dificulta el paso de oxígeno y sustancias nutritivas de la mamá al bebé. Esta condición puede comportar una deceleración del crecimiento del niño, que puede estar en bajo peso al momento del nacimiento. Esta posibilidad aumenta si la enfermedad se presenta en una época precoz.
Diagnóstico de la preeclampsia
Se diagnostica una condición de preeclampsia cuando una mujer embarazada presenta una presión arterial igual o superior a 140/90 mm Hg, o una subida repentina de al menos 30 mm Hg de la presión mínima (diastólica) y de 15 mm Hd de la máxima (sistólica), acompañada de proteinuria (concentración superior a la media de proteínas en la orina). Esta alteración indica un defecto del funcionamiento de los capilares de los riñones, que no consiguen retener las proteínas de la sangre y las expulsan en la orina. Los ginecólogos aconsejan que cada futura mamá debería controlarse la presión y hacerse análisis de orina periódicamente, incluso en ausencia de malestar o molestias. Estos exámenes deben efectuarse aún más frecuentemente si se detectan algunos síntomas de una posible preeclampsia: dolor de estómago, dolor de cabeza fuerte y continuado, y trastornos de visión.
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Eclampsia, trombofilia y gestosis: qué son
- Eclampsia: grave complicación del embarazo que se manifiesta con convulsiones y posibles daños cerebrales. La preeclampsia se llama así porque es la condición que precede la eclampsia.
- Trombofilia: tendencia a una excesiva coagulación de la sangre y a la formación de trombos. La trombofilia congénita es un factor de riesgo para la preeclampsia.
- Gestosis: es el antiguo nombre de la preeclampsia. Hace unos años que este término ya no se usa en las publicaciones científicas, aunque algunos siguen usándolo impropiamente.
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