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Rayos UVA en el embarazo, es mejor evitarlos
¿Rayos UVA en el embarazo? Melanoma, cloasma gravídico y espina bífida: veamos, en este artículo, por qué las futuras mamás deben renunciar al bronceado artificial.
Las lámparas y las camas de rayos UVA son peligrosas para la salud. Muchos de los daños potenciales del bronceado artificial no afectan directamente al desarrollo del feto, protegido por la pancita de la mamá, pero de todos modos son malos.
Por ejemplo, el riesgo de melanoma, el cáncer de piel más grave, está directamente relacionado con el uso (incluso ocasional) de estos aparatos, porque la concentración de rayos UVA es mucho más elevada que en una normal exposición al sol: esto está demostrado por el hecho que se puede obtener un bronceado en pocos minutos. Según los expertos de la Mayo Clinic of Rochester (EE.UU.), que han estudiado la incidencia de esta enfermedad en una muestra de personas entre 18 y 39 años, el creciente uso de aparatos para el bronceado aumenta del 74% la posibilidad de tener un melanoma.
(Te interesa: Melanoma: cómo detectarlo en la piel)
Además, durante el embarazo, la piel es más dedicada y sensible a las quemaduras a causa de los cambios hormonales. Por esta razón, hay que ser muy prudentes con los rayos UVA.
La producción de melanina puede aumentar notablemente debido a la exposición a los rayos UVA y provocar un cloasma gravídico, es decir, unas manchas oscuras que a veces aparecen en la cara de las mujeres embarazadas.
Pero las contraindicaciones de los rayos UVA no se han acabado todavía. Según algunas teorías, la mamá corre el riesgo de “sobrecalentarse” y, de alguna forma, afectar al desarrollo de la columna vertebral del bebé. Además, la exposición a los rayos provoca una disminución de ácido fólico, un elemento fundamental para prevenir la espina bífida.