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Durante el embarazo, el cuerpo femenino experimenta grandes cambios: aumento del volumen sanguíneo, alteraciones hormonales, metabolismo acelerado y mayor sudoración. Todo esto hace que las mujeres embarazadas sean más propensas a deshidratarse y a sufrir golpes de calor, especialmente durante los meses más cálidos del año.
A diferencia de otras etapas, el cuerpo de una embarazada necesita más líquidos y más descanso para mantener el equilibrio térmico, y no siempre logra regular su temperatura tan fácilmente como antes. Una exposición prolongada al calor puede traer consecuencias para la salud materna y fetal.
Las altas temperaturas provocan pérdida de líquidos a través del sudor. Una embarazada deshidratada puede presentar fatiga, mareos, dolor de cabeza, piel seca y disminución del líquido amniótico, lo que podría afectar la protección y desarrollo del bebé.
Si la temperatura corporal supera los 39 °C, existe un riesgo real de sufrir un golpe de calor. Este puede provocar:
El calor extremo puede elevar los niveles de cortisol (la hormona del estrés), provocando contracciones antes de tiempo. Esto aumenta el riesgo de parto prematuro, especialmente durante el tercer trimestre.
Algunos estudios indican que el sobrecalentamiento prolongado podría interferir con el desarrollo neurológico del bebé o elevar el riesgo de ciertos defectos congénitos, aunque aún se siguen investigando los efectos exactos.
Beber al menos 2.5 a 3 litros de agua al día es fundamental. También se puede complementar con agua de coco natural, frutas con alto contenido hídrico (como sandía y melón) y sueros orales si hay mucha sudoración.
Las horas de mayor radiación solar son entre las 10:00 y las 16:00. Lo ideal es quedarse en lugares frescos y bien ventilados, usar sombrero, lentes de sol y protector solar.
Las prendas de algodón o lino permiten que la piel respire y ayudan a mantener el cuerpo fresco. Evita telas sintéticas o ropa ajustada.
Optar por comidas fáciles de digerir, frescas, y evitar alimentos pesados, muy salados o que deshidraten, como embutidos, frituras o bebidas con cafeína.
Caminar o nadar en horarios frescos puede ser muy benéfico, pero evita el ejercicio intenso durante olas de calor. Escucha a tu cuerpo y descansa cuando lo necesites.
Consulta de inmediato a tu médico si presentas alguno de estos síntomas:
El verano es una temporada hermosa, pero puede ser desafiante para las mujeres embarazadas si no se toman precauciones. El calor puede alterar tu bienestar y el de tu bebé si no te mantienes hidratada, fresca y atenta a las señales del cuerpo.
La buena noticia es que, con cuidados sencillos como beber suficiente agua, evitar el sol directo y usar ropa cómoda, puedes disfrutar de tu embarazo en verano con seguridad y tranquilidad. Recuerda: cuidarte es también cuidar la vida que crece dentro de ti.
¿Es peligroso salir a caminar embarazada en verano?
No, siempre que lo hagas en horarios frescos (muy temprano o por la tarde) y te hidrates adecuadamente. Evita salir en las horas de mayor calor.
¿Puedo ir a la playa estando embarazada?
Sí, pero protégete del sol con sombrilla, bloqueador y ropa adecuada. Evita estar mucho tiempo bajo el sol y refréscate constantemente.
¿Qué bebida es mejor en el embarazo para el calor?
El agua natural es lo principal. También puedes consumir agua de frutas, agua de coco o sueros hidratantes, sin azúcar añadida.
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