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¿Cómo diferenciar el baby blues de la depresión posparto?
¿Es normal estar triste tras la llegada del bebé? ¿Qué puede llevar a la reciente mamá a sentirse así? ¿Y cómo diferenciar esta tristeza posparto, conocida con el término baby blues, de una auténtica depresión? La psicóloga perinatal nos da las claves para entender y superar este proceso.
Aunque no todas las mujeres experimentan tristeza tras el nacimiento del bebé, es algo mucho más frecuente de lo que podamos pensar y a muchas recién estrenadas mamás les puede pillar por sorpresa. Es muy importante que sepamos que alrededor del 85% de las mujeres sufren tristeza posparto (baby blues) y un 10-20% padecen depresión posnatal.
Conocer y divulgar estos datos nos puede resultar muy útil para romper con la idea generalizada de que la llegada del bebé debería de ser un momento maravilloso y feliz para todo el mundo. Incluso mujeres que han deseado con toda su alma tener un bebé y han vivido su embarazo con ilusión se podrían sentir inesperadamente abrumadas y vulnerables tras el parto.
Hablar de ello es fundamental para favorecer que todas las mamás puedan expresar abiertamente lo que están sintiendo y lo comuniquen a la familia y los profesionales de la salud, sin culpa ni vergüenza, y sin pensar que están siendo “malas madres”.
¿Cómo saber si tengo tristeza posparto (baby blues) o depresión?
Aunque los síntomas entre el baby blues y la depresión posparto son similares, lo que los diferencia, principalmente, es su intensidad y duración.
Se trata de baby blues cuando….
- A partir del segundo o tercer día del parto, empiezas a experimentar síntomas como tristeza, llanto repentino, angustia, exceso de preocupación, irritabilidad, falta de concentración, fatiga, ansiedad, falta de apetito, dificultad para dormir, frecuentes cambios de humor, etc.
- Estos síntomas van remitiendo de forma espontánea pasadas dos semanas aproximadamente desde el parto.
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Podría ser depresión posparto si…
- Experimentas los síntomas de baby blues, pero con más intensidad, durante más tiempo, y sientes que tu vida está significativamente afectada, al igual que tu capacidad para atender al bebé.
- Percibes que, transcurridas dos semanas, la tristeza persiste, te sientes desesperanzada y con pensamientos negativos recurrentes sobre ti misma, el mundo y el futuro (“la Triada Cognitiva de Beck”): “No soy una buena madre”, “Debería estar feliz”, “Nunca volveré a estar bien”, “Me arrepiento de haber tenido al bebé”, “Los demás piensan que soy un desastre”, “Me he arruinado la vida”, etc.
- Has perdido la capacidad de disfrutar de las cosas que antes te ilusionaban.
- Comienzas a descuidarte: no acudes a tus citas médicas, desatiendes tu higiene, tienes hábitos poco saludables o tendencia a aislarte de los demás.
- Experimentas culpabilidad, inseguridad y miedos con mucha intensidad: a no ser una buena madre, a que tu pareja te rechace o abandone, a perjudicar tu carrera profesional, a hacerte daño a ti misma o a tu bebé, etc.
Una de las herramientas más usadas para la detección de la depresión posparto es la Escala de Depresión Posparto de Edimburgo (EPDS). Es una escala sencilla de aplicar que sería de enorme ayuda que la utilizaran ginecólogos y profesionales de atención primaria para la rápida detección de la depresión posparto.
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¿Por qué ocurre la depresión posparto o el baby blues?
Existen 5 posibles razones que pueden explicar este sentimiento de tristeza o depresión durante el posparto.
1. Altas expectativas de la futura mamá sobre la llegada del bebé
Si durante el embarazo la mujer se visualiza a futuro sintiendo el nacimiento de su bebé como algo mágico o como el mejor momento de su vida, puede que la experiencia real le impacte, al no reflejar lo que tenía en mente.
Esto no quiere decir que no nos hagamos ilusiones por la llegada del bebé; se trata de entender que, aunque sea algo muy deseado, tener una visión menos idealizada y más realista podría ayudarnos a estar psicológicamente mejor preparadas para enfrentarnos a ese momento y a todos los retos que conlleva.
Piensa que, por mucho que lo hayas ensayado mentalmente una y otra vez, te puedes encontrar con que tu estado de ánimo no es el esperado o deseado: “No debería sentirme así; debería estar feliz tras el nacimiento de mi bebé”. Y aunque, por supuesto, hay mujeres que sienten esa esperada plenitud, no siempre sucede así. Saberlo te puede ayudar a estar lista para recibir, junto a tu bebé, un amplio abanico de pensamientos, emociones y sensaciones difíciles de gestionar.
2. Visión social idealizada respecto a la maternidad
Aunque los refranes quizá ya estén en desuso, son una expresión de las creencias y las ideas que tienen lugar en una comunidad. Si rescatamos algunos de los refranes en nuestra lengua sobre la maternidad, nos encontramos cosas como: “Casa sin madre, río sin cauce”, “Madre que no cría, no es madre, sino tía”, o el más conocido, “Madre no hay más que una”.
Puede parecer que hemos avanzado mucho en cuanto a lo que se espera de una mujer en su nuevo rol de madre, pero la realidad es que todavía muchas mujeres se sienten presionadas por cumplir a la perfección con ese estereotipo social y piensan que pueden ser penalizadas de alguna manera si no cumplen con lo que otros esperan de ellas.
Temen que se les tilde de “malas madres” o de no estar haciendo lo suficiente en la crianza. Pueden sentirse presionadas y cuestionadas sobre la manera de alimentar o cuidar a su bebé, e incluso respecto a sus decisiones laborales o de estilo de vida.
3. Dificultad de otras madres para contar su experiencia real
Este motivo está muy ligado con el apartado anterior: cuanto más idealizada esté la maternidad, mayores serán las dificultades que presenten las mujeres para reconocer que “no todo es tan bonito como lo pintaban”.
No podemos negar que, en nuestro deseo de agradar o no experimentar rechazo por parte de otras personas, a veces, camuflamos la realidad o no somos del todo sinceros. Aunque sea un comportamiento muy humano, no está exento de producir consecuencias indeseadas, ya que las altas expectativas de la mujer respecto a la maternidad se ven muchas veces alimentadas por las versiones edulcoradas sobre la crianza que pueden recibir de amigas o familiares.
¿A quién le resulta fácil reconocer públicamente que ha tenido emociones y pensamientos negativos o difíciles hacia el bebé o su rol como madre? Esto lo veo en la consulta a diario cuando me dicen: “A mí nadie me había contado esto”. La realidad es que no muchas mujeres se atreven hoy en día a hablar sin tapujos de sus experiencias en crudo como madres en su contexto familiar y social.
4. El bebé al nacer se convierte en el principal protagonista
La mamá sale del hospital o de la clínica todavía sin haberse recuperado ni física (sangrado posparto, desgarro o episiotomía, cesárea…) ni emocionalmente de la experiencia. Quizás, a esto se añadan dificultades con la lactancia materna o con la alimentación del bebé, complicaciones médicas, conflictos familiares… En definitiva, situaciones abrumadoras para la madre que, en cuanto el bebé nace, pasa generalmente a un segundo plano.
No deberíamos caer en la trampa del “bebecentrismo”. Está claro que, en toda esta ecuación, el bebé es el más vulnerable y dependiente, pero pienso que el buen desarrollo del bebé se genera a través de un vínculo saludable con sus cuidadores, que necesitan fortalecer al máximo su bienestar psicológico para desempeñar lo mejor posible sus tareas en la crianza.
5. Sensación de pérdida de identidad de la madre
Este es uno de los aspectos que las mamás que acuden a consulta más me comentan: “Siento que he dejado de ser yo misma”, “No sé dónde ha quedado la que yo era antes”, “No tengo tiempo ni para ducharme, imagínate para hacer otras actividades que antes eran parte de mi vida”.
Si eres mamá reciente, con independencia de lo que te hayan contado, hayas leído en libros, artículos o posts de Instagram sobre cómo gestionar esos primeros días y semanas tras el nacimiento del bebé, es muy difícil hacerte a la idea de lo que tú misma vas a experimentar en ese momento, y uno de los aspectos que más te pueden impactar es que tu nuevo rol como madre ha sustituido al anterior.
Esto no es necesariamente negativo, si lo sabemos gestionar adecuadamente. Se pueden buscar soluciones para vivir mejor esa etapa de transición sin necesidad de renunciar a ti misma y a todas las actividades que te hacían disfrutar.
Si sientes que estás teniendo un sentimiento de pérdida muy fuerte en esta etapa de transición, acudir a psicoterapia perinatal podría ser una excelente solución.
¿Si me siento triste o tengo depresión posparto quiere decir que no quiero a mi bebé?
Tener pensamientos o emociones negativas hacia tu bebé o tu nuevo rol de madre no quiere decir que no lo quieras o que no vayas a ser capaz de generar un buen vínculo con él o ella. Piensa que tu cuerpo y mente se están adaptando a esta nueva situación y que no todas las personas viven estos cambios de la misma manera.
Esto no quiere decir que si experimentas síntomas de depresión posparto esperes a sentirte mejor espontáneamente. Deberás pedir ayudar a tu pareja o a tu familia y, por supuesto, acudir a un profesional de la salud mental lo antes posible. De esta manera, podrás reconducir tu situación sin poner en riesgo tu salud y la de tu bebé.
Itziar Velasco Elías
Psicóloga Perinatal (Col. M-26697)
www.itziarvelasco.com
@itziar_velasco