Salud intestinal: ¡escucha a tu intestino y cuídate desde dentro!

31 Oct 2024
Consejos de salud intestinal y microbiota

Desde tiempos inmemoriales, los médicos han considerado el intestino como el órgano más importante. Hoy en día, la ciencia lo confirma. Microflora intestinal, microbiota, microbioma...  forman parte de la terminología intestinal del "dominio público", y ya no nos son palabras tan ajenas. Pero, ¿sabemos qué son en realidad? ¡Te lo explicamos en detalle!

La salud intestinal cobra cada vez más importancia. La ciencia avanza y los nuevos descubrimientos sobre los entresijos de nuestro estómago están dotando al intestino del protagonismo que merece.

El cerebro es el órgano que rige las funciones del cuerpo humano. Gracias a él, pensamos, experimentamos sensaciones, miedos y emociones, y decidimos cómo movernos y actuar. El resto de órganos parecen estar a su servicio: los pulmones oxigenan la sangre, el corazón la bombea, los músculos obedecen sus órdenes y los órganos de los sentidos transmiten al cerebro la información que después “interpreta”.

microbiota hombre

¿Y el intestino? ¿Qué consideración puede merecer una especie de tubo que sirve para asimilar lo que el hígado procesa y para eliminar los deshechos? Precisamente, el intestino, lejos de ser un órgano humilde, tiene el privilegio de ser uno de los que tiene una relación más estrecha con el cerebro.

El suyo es un diálogo continuo, a través de una espesa red neuronal (más de 1000 millones), hasta el punto de que incluso nuestras emociones se convierten en una “cuestión de tripas”.

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Se trata de una pareja tan bien avenida que, actualmente, los científicos coinciden en considerar al intestino como un “segundo cerebro”, capaz de determinar y orquestar nuestro bienestar general. Por lo tanto, máximo respeto y cuidado, a través de los alimentos que comemos y, sobre todo, teniendo un cuidado especial con los niños.

Intestino y cabeza: los pilares del yo 

Si el intestino se limitase a asimilar los nutrientes y a expulsar los residuos del cuerpo, no se entendería cómo es que está dotado de una red de neuronas tan amplia. Ningún otro órgano tiene esta característica, y esto hace que el vínculo entre el intestino y el cerebro también sea determinante para los primeros pasos de la persona en la construcción del yo.

El intestino produce una cuarentena de sustancias como hormonas y neurotransmisores, y se encuentra entre los mediadores de los estímulos que desencadenan la sensación de hambre: de niños, envía señales al cerebro y el bebé llora, del mismo modo que grita si come algo que el hincha la pancita o si sufre cólicos. ¿Por qué los masajes que se efectúan en la pancita del bebé son los que más lo tranquilizan? Muy fácil: vehiculan sensaciones positivas y tranquilizadoras desde el mundo exterior.

La relación entre el intestino y el cerebro se refuerza con el crecimiento. ¿Por qué, antes de un examen, sentimos nervios en la panza? ¿Y por qué una de las primeras señales de estrés es, precisamente, la irregularidad de las funciones intestinales?

Qué es la microflora intestinal

A nivel de la mucosa del intestino, existen millones de bacterias que constituyen la “microflora intestinal”, y que son fundamentales para el bienestar. ¿Cómo entenderlo mejor?

  • Podríamos decir que nosotros somos el “planeta” en el que vive una población de microorganismos, cuyo comportamiento es determinante para la salud.
  • El intestino está habitado por bacterias “buenas” que nos ayudan: constituyen una barrera para los gérmenes nocivos, participan en las funciones digestivas, eliminan las toxinas, estimulan el sistema inmunitario, y algunas de ellas producen vitaminas muy valiosas, como la B12 y la D.
  • Ya ha sido probado que el desequilibrio de nuestros inquilinos microscópicos puede ser la causa de varias patologías: nos puede hacer engordar, predisponernos a sufrir diabetes y alergias, e incluso favorecer la depresión y los trastornos del estado de ánimo.

microbiota esfera

¿Microbioma o microbiota?

Hablamos de “microbiota” y “microbioma”, como si fuesen la misma cosa. En realidad, existe una diferencia importante: el “microbioma” es el conjunto del material genético (el ADN) presente en estas especies.

La diferencia es importante, puesto que se ha comprobado que existe una interacción entre el ADN de las bacterias intestinales y nuestro propio patrimonio genético, hasta el punto de que favoreciendo el crecimiento de algunas bacterias, y no de otras, podemos dirigir nuestro propio desarrollo, haciéndonos, por ejemplo, menos propensos a padecer determinadas enfermedades.

La alimentación no es el único factor que hay que tener en cuenta para mejorar y mantener una microbiota sana y eficaz, pero, sin duda, es uno de los más importantes.

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¿Es mejor comer alimentos orgánicos?

Todo lo que introducimos de forma inconsciente con los alimentos también influye en el equilibrio de la flora intestinal. ¿Qué más tener en cuenta?

  • Algunos aditivos industriales y residuos de pesticidas utilizados en la agricultura, además de resultar perjudiciales para la salud, afectan negativamente al desarrollo de la microbiota.
  • Por ello, sería preferible consumir verduras y frutas de cultivo orgánico o de agricultura integrada: por un lado, se evitan las sustancias potencialmente dañinas, y por otro lado, se puede contar con el efecto positivo de los antioxidantes que algunas plantas cultivadas así tienen en mayor cantidad.
  • La investigación al respecto pone de manifiesto que los polifenoles (unos de los antioxidantes más presentes en la fruta) contribuyen indirectamente al crecimiento de las bacterias intestinales “buenas”, hasta el punto de considerarlas sustancias similares a los prebióticos.

Cuidado con los nanoplásticos en la alimentación

Hace tiempo que se habla de los posibles efectos de los microplásticos, minúsculos fragmentos de plástico difundidos en el ambiente y capaces de entrar en la cadena alimentaria (por ejemplo, a través de algunos productos del mar). Pero, hoy en día, genera una mayor alarma el posible efecto de los “nanoplásticos”, fragmentos más pequeños (millonésimas de milímetro), que pueden incluso penetrar en el interior de las células.

Los consumimos a través del agua y los alimentos y, según estudios muy recientes publicados en la revista Science Bulletin, la exposición prolongada de ratones a estos contaminantes puede alterar el ADN de su flora intestinal, influyendo en la absorción de los alimentos, inflamando las paredes intestinales, modificando el equilibrio hormonal y el sistema inmunitario.

¿Podría ocurrir lo mismo en seres humanos? Todavía se desconoce, pero, ante la duda, es preferible reducir al mínimo el uso doméstico de plásticos y variar la alimentación todo lo posible.

¿Qué tipo de fibra debemos introducir en nuestra dieta?

En materia de alimentación, se considera el “tormento” de los nutricionistas en los últimos años, sobre todo, a raíz del descubrimiento de la importancia de la fibra para la microflora intestinal. Sin embargo, no toda la fibra afecta a la microbiota. ¿A cuál debemos dar preferencia?

  • Para mantenerla saludable, es necesario apostar por la fibra “prebiótica”, los denominados MAC (Microbiota Accessible Carbohidrates), que pueden ser metabolizados por los microbios intestinales, favoreciendo el desarrollo de los microbios “buenos”.
  • La inulina es la fibra prebiótica MAC más conocida, y la encontramos en diferentes hortalizas, como la achicoria, la alcachofa, la cebolla y los tubérculos, así como otras fibras MAC abundan también en las crucíferas (col, coliflor y brócoli) y en las legumbres.
  • En cambio, la celulosa, que es la fibra más abundante en el reino vegetal, no influye en la composición de la microbiota, de modo que no sirve de mucho insistir con los cereales integrales con los que, por el contrario, conviene moderarse en los primeros años de vida, dada su posible acción irritante sobre el intestino.

microbiota pizarra

Alimentos enriquecidos: ¿son recomendables?

En caso de estrés, trastornos estacionales, excesos alimentarios y tratamientos antibióticos, pueden ser beneficiosos los alimentos enriquecidos con fermentos probióticos, es decir, alimentos a los que se les han añadido microorganismos similares a los buenos que habitan en nuestro intestino y que, una vez ingeridos, llegarán vivos y vitales, lo colonizarán y llevarán a cabo diversas funciones beneficiosas para el organismo.

La investigación sobre la potencialidad de los probióticos se encuentra en continuo desarrollo, pero ya parecen haberse comprobado dos efectos comunes: generalmente, mejoran la funcionalidad del intestino y también pueden reforzar la protección frente a las infecciones. Dicho esto, es importante recordar que una dieta variada, rica en vegetales, como la mediterránea, sigue siendo el modelo a seguir también en lo que respecta a la salud intestinal.

¡Menos azúcar!

La revista científica Science Translational Medicine ha publicado recientemente un estudio que, trabajando con modelos animales, ha demostrado que una dieta rica en azúcares favorece la inflamación del intestino en ratones, precisamente, modificando la composición de su microbiota intestinal.

Concretamente, la glucosa favorece el crecimiento de algunas bacterias capaces de dañar la capa de moco que protege la pared intestinal. La menor protección permitiría a las bacterias y las toxinas sobrepasar más fácilmente la barrera intestinal y, en consecuencia, causar un estado inflamatorio. Un motivo más para controlar el consumo de azúcares y no incentivar la pasión por el dulce en nuestros niños.

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¿Conocías la diferencia entre microbiota y microbioma? ¿Das importancia a tu salud intestinal? ¡Déjanos tu comentario!

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