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Dejar de fumar en el embarazo
Fumar durante el embarazo provoca un aumento de la arteriosclerosis y de las lesiones en las arterias coronarias del feto o del recién nacido, y un aumento del riesgo de sufrir patologías cardiovasculares en la edad adulta.
Tabaco y embarazo: ¿por qué es tan malo?
Fumar en el embarazo es muy perjudicial. El tabaco provoca importantes trastornos en el organismo, tanto si eres una fumadora activa como pasiva.
En el embarazo, sus perjuicios aumentan. La nicotina y las otras sustancias tóxicas presentes en los cigarros pueden atravesar la placenta y afectar al feto que está en el útero, amenazando su salud y su correcto desarrollo psicofísico.
Bajo peso al nacer, cólicos del lactante, muerte súbita, infecciones respiratorias, otitis, etc., son algunas de las patologías que suelen padecer con mayor frecuencia los hijos de las mujeres fumadoras. Sin embargo, a pesar de las graves consecuencias que tiene el tabaco en el feto, lo cierto es que tan sólo tres de cada diez embarazadas deja de fumar o reduce el número de cigarrillos durante la gestación, según datos del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona).
Si has pensado en tener un bebé, no te queda, por tanto, ninguna otra alternativa: debes dejar de fumar. Tu sacrificio se verá recompensado por la doble satisfacción de ver nacer a un niño sano y, al mismo tiempo, librarse de un vicio que compromete también tu propio bienestar.
Los efectos perjudiciales del tabaco
Si todavía continúas fumando, y no encuentras un motivo válido para dejarlo, he aquí algunos puntos que podrían hacerte cambiar de idea:
- La nicotina causa la obstrucción de los vasos sanguíneos. Como consecuencia, el latido cardiaco se acelera y aumenta la presión arterial, obstaculizando la circulación de la sangre en la placenta y en el feto.
- Además, debido al efecto de la nicotina, disminuye el número y la actividad de los agentes inmunitarios (inmunoglobulina y glóbulos blancos) y se inhibe la secreción de determinadas hormonas, fundamentales para el embarazo y la lactancia.
- El óxido de carbono (un gas presente en el aire en cantidades mínimas) puede alcanzar en la sangre de los fumadores tasas 30 veces superiores a lo normal. Por cada cigarro que se fuma, se inhalan unos 15-20 mililitros de este gas, de los cuales unos 7-9 pasan a la placenta, y de aquí, al feto, provocando efectos nocivos ya desde las primeras semanas de gestación: el óxido de carbono se une a la hemoglobina (sustancia que transporta el oxígeno a los tejidos), reduciendo la oxigenación de los órganos vitales del feto.
- Las otras sustancias dañinas contenidas en el tabaco (como el cadmio, el níquel y otros metales, los radicales libres o los hidrocarburos) alteran el metabolismo de las vitaminas en el organismo materno (sobre todo, la concentración en sangre de vitamina C y B12) y dañan las defensas inmunitarias (inmunoglobulina), debilitando a la mamá y al feto. Además, provocan una alteración en el metabolismo de los lípidos (grasas indispensables para el bienestar del organismo, aunque en pequeñas cantidades), elevan la tasa de colesterol en sangre y modifican la glucemia (es decir, el nivel de azúcar).
- La concentración de azúcar en sangre aumenta un 10% con respecto a lo normal, a la vez que disminuyen los niveles de hierro, albúmina, transferrina y otros elementos de vital importancia.
- El tabaco altera también el ritmo del movimiento respiratorio fetal.
Desarrollo del feto y riesgos del tabaco
El tabaco aumenta el riesgo de sufrir ciertos trastornos durante el embarazo, como:
- Embarazo extrauterino.
- Aborto espontáneo (sobre todo, durante el segundo trimestre).
- Partos prematuros (debido a hemorragias imprevistas y a la ruptura precoz de la membrana, más debilitada por la acción de la nicotina).
- Serias complicaciones para el bebé, durante y después del nacimiento. Por ejemplo, los niños de madres fumadoras pueden tener un peso inferior a la media debido a un retraso en el desarrollo.
- Además, su aparato respiratorio es, con frecuencia, más vulnerable, hasta tal punto que los pequeños están más predispuestos a sufrir bronquitis, crisis de asma, infecciones respiratorias y otitis.
- La leche de la mamá fumadora puede, de hecho, carecer de vitamina C y contener muchas sustancias tóxicas.