Los fascinantes primeros 1,000 días de vida

¿Cómo funciona el cerebro de un bebé? Los descubrimientos de las últimas décadas han sido tan revolucionarios como los que nos ofrecen las noticias sobre el universo. Han supuesto realmente una revolución en nuestra comprensión de las capacidades y emociones de nuestros bebés. ¿Qué hemos aprendido? La enorme importancia de las experiencias tempranas para el cerebro en desarrollo. Por tanto, ¿qué podemos hacer para disfrutar nuestra maternidad y nuestra paternidad, y ser parte de esos progresos de nuestros niños, de un modo más consciente?

En los primeros 1,000 días de vida, suceden cosas increíbles y maravillosas que debemos saber. El cerebro de nuestro bebé tiene la mayoría de las neuronas que portará el resto de su vida, pero éstas son como plantas. A través de la experiencia, las neuronas se desarrollan en un sentido u otro y se especializan, se interconectan y se organizan en sistemas funcionales, hasta convertirse en un denso bosque. Las conexiones que más se usan se fortalecen y las que no, desaparecen.

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El desarrollo del cerebro del niño también depende de su experiencia

La velocidad y plasticidad de esta formación acelerada es enorme: ¡cada segundo, se forman entre 700 y 1,000 nuevas conexiones neuronales! El tamaño del cerebro se duplica durante el primer año, y a los tres alcanza el 85% del volumen que tendrá de adulto.  El cerebro no llega ‘cableado’ de serie (genéticamente); las conexiones se forman mediante la interacción entre los genes y las relaciones con ‘la persona cuidadora primaria’, que suele ser la madre, porque es la preferida por el bebé cuando necesita consuelo.

Esto se debe al desarrollo de un vínculo por parte de la madre en la gestación, a las improntas de olor de la madre y a otros aspectos sensoriales del neonato, que se producen en la etapa prenatal y en el nacimiento. Ese proceder de la madre en atender y responder de una manera sensible las señales de bebé es el mejor predictor de su desarrollo cerebral y de un funcionamiento socio-emocional adecuado.

El desarrollo cerebral en los primeros 1,000 días de vida es masivo y se produce en interacción con el contexto socio-afectivo. Lo que sucede, o no, durante este periodo tiene un efecto a largo plazo. Unas relaciones de sintonía saludables entre los niños y sus cuidadores proporcionan a los pequeños la seguridad sobre la que desarrollan autoconfianza, buen equilibrio mental, capacidad de establecer y mantener relaciones, y también para afrontar adversidades.

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La capacidad de pensar, confiar y sentir empatía se forja antes de los tres años

Así pues, lo que la neurociencia y otras disciplinas nos enseñan es que la capacidad para pensar, confiar y expresar empatía e interés por los otros se fragua en estos tres primeros años de vida, y que los adultos juegan un papel crucial en todo esto, porque las experiencias tempranas modelan la arquitectura del cerebro del bebé. Todo esto apunta a la importancia de informar y apoyar a los padres en los modos más apropiados de promocionar el desarrollo emocional saludable de sus bebés. 

Dra. Mª Ángeles Cerezo es Catedrática de Psicología de la Universidad de Valencia y Directora Científica del Instituto Psicológico de la Infancia y la Familia IPINFA
+info: www.ipinfa.com