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Los 5 errores más comunes en la estimulación de un bebé
El exceso de protección y el desconocimiento de las necesidades reales de un bebé pueden hacer que adoptemos conductas o hábitos que lleguen a dificultar su correcto desarrollo. Analizamos los cinco errores más frecuentes a la hora de estimular a un bebé y la solución a cada uno de ellos.
Ser progenitor no es una tarea fácil; es un desafío constante y para toda la vida. Aparece una duda recurrente: ¿lo estaré haciendo bien? Algunas de las dificultades que puedes vivir son las contradicciones entre lo que dice tu instinto y lo que dice la cultura o las convenciones sociales en el lugar donde vives o te criaste.
Otras dificultades están relacionadas con la sobreprotección. El miedo, la inseguridad o el desconocimiento pueden llevarte a hábitos de cuidados para tu bebé que no son beneficiosos, y no es fácil darse cuenta. La sobreprotección también es más habitual en el primer hijo o hija, que es cuando el desconocimiento puede llegar a ser especialmente angustioso. Conozcamos, uno a uno, los cinco errores más frecuentes en el cuidado del bebé.
1. Dejar al bebé boca arriba en los primeros meses de vida
Muchos papás y mamás no ponen a su bebé suficientemente boca abajo cuando está despierto y vigilado. Hay dos razones que explican este modo de actuar: la primera es el miedo a que le pase algo si el pequeño está boca abajo, lo cual denota desconocimiento sobre el tema; la segunda es la mala comprensión de lo que significa el concepto del “movimiento libre”, algo que está produciendo gran confusión y cierto prejuicio.
Los bebés deben dormir boca arriba, pero tienen que jugar boca abajo desde el primer día. Existe una gran evidencia de que los bebés que pasan más tiempo boca abajo se desarrollan mucho mejor, respiran mejor y tienen más energía disponible. El desconocimiento de esta recomendación lleva a ciertos problemas, como aplanamientos de cabeza y un peor desarrollo del bebé, entre otros.
Pon a tu bebé boca abajo cuando esté despierto y vigilado al menos cinco minutos, cinco veces al día desde el primer día, y ve aumentando ese tiempo progresivamente.
2. Transportar al bebé siempre en boca arriba
Los bebés necesitan una posición más vertical, sobre todo a partir de las ocho semanas. Esta posición más enderezada permite el desarrollo del sistema vestibular, responsable de la estabilidad en la mirada o de un buen tono muscular.
La carriola es para el confort de los progenitores, pero el porteo es para los bebés. Busca un buen sistema de porteo con el que te sientas cómoda. Existen muchos sistemas para portear a tu bebé, desde pañuelos adaptados a distintos tipos de mochilas ergonómicas. Además, puedes contratar los servicios de una asesora de porteo para que te brinde recomendaciones más específicas.
3. Mover a tu bebé con demasiada lentitud y cuidado
Este es otro signo de hiperprotección. Queremos lo mejor para nuestro bebé y, en nuestro afán por protegerlo y cuidarlo, a veces, impedimos su óptimo desarrollo.
Los bebés necesitan experimentar la vida. Necesitan sentir el movimiento, los sonidos, el tacto y reaccionar. Cuando un bebé es movido de forma repentina o escucha una voz que no esperaba, suele responder abriendo los brazos y cambiando su respiración. Esta reacción, muy bien conocida, se llama reflejo de Moro. En origen, el nombre de esta respuesta se llamó “reflejo de lo inesperado”. Gracias a esta sorpresa, que no es un susto, el bebé desarrolla más tono y segrega hormonas de estrés para prepararse para lo inesperado en la vida.
Los bebés que han sido movidos con más alegría y espontaneidad (de una forma amable y no agresiva) tienen mejor desarrollo, sus ojos se mueven mejor, tienen más tono muscular, controlan mejor la cabeza y, de mayores, se adaptan mejor a las situaciones nuevas. En cierta forma, están más seguros de sí mismos.
No tengas miedo de mover a tu bebé. Hazlo de una forma natural. Observa a una madre que haya tenido más de dos hijos y pregúntale si, al moverlos, se comportaba igual con el primero que con el último. Te contará cómo ganó confianza para moverlos con la experiencia.
4. Abrigar demasiado al bebé o ponerle ropa que le impida moverse bien
Los bebés necesitan ayuda para regular su temperatura corporal. Es curioso el hecho de que su metabolismo va más rápido y, por tanto, fabrican más calor. Si las condiciones ambientales son de frío o de viento, por supuesto que hay que protegerlos. El problema viene cuando, en casa, el bebé está con bodi y doble pijama, mientras tenemos el termostato cerca de los treinta grados. Para evitar problemas respiratorios, es mejor que los bebés puedan respirar aire fresco y no subir demasiado la temperatura de casa.
Al mismo tiempo, los bebés necesitan moverse. Moverse mucho. Si los vestimos con mucha ropa, les costará hacerlo y se sentirán torpes. De esta forma, no podrán desarrollar toda su capacidad.
Intenta airear bien la casa cada día durante todo el año, permíteles dormir siestas en la parte más fresca de la casa, aunque estén bien cubiertos, y, sobre todo, libérales de ropa para que se puedan mover con libertad cuando la temperatura o el tipo de suelo lo permitan.
5. Tocar poco a tu bebé
Este error va en relación con todo lo anterior. Cuando abrigas mucho a tu bebé y lo llevas excesivamente cubierto, cuando lo dejas en una hamaca o lo transportas en una carriola, el pequeño pierde contacto contigo.
Un bebé es como una cría de canguro: necesita seguir en contacto con su madre un tiempo después de nacer. Son innumerables las ventajas descritas del contacto piel con piel en los primeros meses de vida. De hecho, se le llama método canguro.
Gracias al contacto físico, el bebé desarrolla un mejor control y sensación de su cuerpo, además de regular su tono muscular. Por otro lado, el contacto favorece el vínculo, con todos los beneficios psicológicos y de seguridad que ello conlleva.
Habitúate a dar masajes a tu bebé a diario. No son tan importantes las cremas como crees; lo que es clave son tus manos, su presión y tu afecto. En esos momentos, no lo acaricies, masajéalo con cierta presión. La presión suave de un abrazo, que es intenso y afectuoso. Pasa por cada parte de su cuerpo, en especial, boca, manos y pies. Y disfruta de esos momentos mágicos. Y si es posible, “cómetelo a besos”, como el título de este libro que podrá ayudarte mucho.
Iñaki Pastor Pons
Doctor en fisioterapia.
Experto en pediatría y desarrollo.
Director de ITI fisioterapia (Zaragoza).
www.itifisioterapia.com
@inaki.pastorpons