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La leche materna es el alimento para el cuerpo del bebé y le asegura un crecimiento óptimo. Los mimos, el contacto y las caricias son el alimento para el alma.
Diversos estudios e investigaciones confirman que el tacto nutritivo es una base fundamental para el desarrollo en los primeros años de vida. De hecho, algunos hospitales recomiendan hacer “piel con piel” en las primeras horas de vida del bebé.
El tacto es el primer lenguaje y la piel está preparada para ello. Desde antes de nacer, el feto siente las contracciones, y está habituado a estar protegido, a tocar las paredes abdominales de su madre… Otros sentidos, como la vista o el gusto, se van agudizando a medida que el bebé crece, pero el tacto está totalmente desarrollado al nacer.
El masaje infantil es una de las formas más agradables y fáciles para ofrecer un contacto respetuoso a bebés y niños. Pero, ¿cómo ayuda una rutina de masaje infantil al bebé y al niño?
Cuando el masaje es respetuoso, se convierte en una oportunidad para compartir y profundizar en la relación entre padres e hijos. Asimismo, utilizarlo como rutina en el día a día puede proporcionar grandes beneficios:
Algunas mamás o papás asocian el ritual del masaje con el momento del baño o el cambio de pañal. Otra/os se reservan esta cita para la hora de acostar al bebé por la noche. De hecho, no existe un momento “ideal”: cada madre o padre tendrá que basarse en las características de su hijo y en las “señales” que le comunica.
Generalmente, el bebé aprecia más que lo toquen cuando se encuentra en un estado de “vigilia tranquila”, es decir, cuando no está durmiendo y está receptivo. La IAIM (International Association of Infant Massage) describe las señales de este estado. A continuación, compartimos algunas:
Una vez determinado el momento “ideal”, dado que el bebé no tiene muchas referencias de espacio y tiempo, se recomienda una cierta “rutina” diaria, que se inicie con el mismo ritual. De esta forma, se pueden vivir todos los beneficios del masaje infantil. Esto es importante mencionarlo, ya que algunos progenitores, debido a la inmediatez, quieren resultados en la primera sesión, y el masaje no funciona como una pastilla; funciona con el amor, la constancia y respetando los estados del bebé.
Asimismo, el papá o la mamá deben elegir un momento tranquilo, libre de distracciones externas y ruidos de fondo (la radio, la televisión, etc.), y en el que se excluyan otras ocupaciones (tal vez, convenga apagar el teléfono) y se dediquen exclusivamente a su bebé.
En conclusión, el momento adecuado lo decide cada familia. Lo importante es que ambas partes quieran estar, porque la postura de quien da el masaje influye en la recepción del masaje en el bebé.
Antes de empezar, se sugiere a la mamá o al papá que adopten una postura cómoda y relajen el cuello y los hombros haciendo respiraciones profundas. Durante la inspiración, se puede visualizar un pensamiento positivo que se quiera hacer propio, mientras que, cuando se espira, se intentan alejar las preocupaciones.
Los progenitores deben estar tranquilos durante el momento del masaje y ofrecer refugio con su voz al bebé. La voz se convierte en un instrumento potente que une el masaje y las palabras.
Antes de tocar al niño, es necesario quitarse los anillos o las pulseras que puedan molestar al bebé y calentarse las manos, por ejemplo, frotándolas entre sí con aceite de almendras o cualquier otro de tipo vegetal.
También es importante "pedir permiso" al bebé, mirándole a los ojos. Será suficiente con una frase, como: “¿Puedo hacerte un masaje en las piernitas?”, y mostrarle las manos mientras se frotan con el aceite. Esta petición nos recuerda que debemos escuchar al bebé, prestar atención a sus señales y reacciones, y estar preparados para posponer o interrumpir el masaje si muestra que no le gusta.
A medida que el bebé va creciendo, esta frase se puede ir adaptando a sus gustos: podemos pedir permiso cantando, con títeres, etc. Así, el masaje acompaña a los niños durante años.
El ambiente tiene que ser tranquilo y acogedor, con una iluminación suave y una temperatura agradable. No tengas miedo de dejar al bebé desnudo y no te preocupes por si se orina; deja que todo fluya en ese momento.
La mamá o el papá se arrodilla en el suelo y el bebé se coloca boca arriba frente a él o ella, ambos sobre una alfombra suave. Durante el masaje, las miradas se encuentran, y éste es un elemento importantísimo que contribuye a reforzar el vínculo.
Si el bebé es muy pequeño y se encuentra en posición supina sin ningún punto de apoyo o contención, es posible que se sienta perturbado por algunos reflejos innatos propios del bebé, como el reflejo tónico del cuello (debido al cual gira la cabeza hacia un lado en lugar de mantenerla de frente), o el reflejo de Moro, que hace que extienda los brazos. Para evitar estas reacciones, y hacer que el bebé, que tiene poca conciencia sobre sus propios límites físicos, se sienta “contenido”, lo ideal sería la posición “de cuna”.
Se consigue de la siguiente manera: el padre o la madre se sienta en el suelo con las rodillas separadas y flexionadas y la espalda apoyada a una pared o un mueble, con las plantas de los pies tocándose entre sí. El espacio que se crea entre sus piernas (que se puede cubrir con una manta) constituye una especie de cuna, donde el bebé se sentirá más contenido y protegido. Como alternativa, si esta postura resulta incómoda, se puede utilizar un cojín “nido”, realizado con materiales naturales y aconsejado para dar el pecho más cómodamente.
Veamos algunos consejos para realizar el masaje a tu bebé, aunque, si deseas profundizar en los movimientos, puedes consultar con un educadora certificada de masaje infantil.
Cada madre o padre es experto en su propio bebé y deberá tener en cuenta las señales del pequeño para continuar. No te sientas frustado/a si el primer día tu hijo/a no quiere, o solo quiere un masaje en las piernas.
El masaje es una forma de comunicación que no se limita a los primeros meses: también cuando el bebé crece, sigue siendo una ocasión muy valiosa para mimarlo y estar con él de una manera especial. A partir del segundo año de vida, el masaje adquiere un valor lúdico, en el que puedes incluir más elementos, títeres, cuentos, rimas y más.
He aquí un ejemplo de masaje-juego: la mamá es la pizzera y el niño… ¡la pizza! El pequeño está estirado sobre la espalda y la mamá prepara la pasta de la pizza, “amasando” al niño con un decidido masaje sobre la espalda; después, la masa se suaviza muy bien acariciando la espalda y girándola, haciendo que el niño ruede desde la espalda al lado y después de nuevo hacia la espalda. Después, se añaden varios ingredientes a la masa (tomate, mozzarella, etc.), cada uno de ellos acompañado de una manera de tocarlo con los dedos diferente cada vez. Y, al final, cuando la pizza está lista, la mamá se la come… ¡a besos! ¡Muy rico y divertido!
El masaje también puede ser útil en los casos en los que el bebé esté sufriendo algunas molestias leves, como un resfriado o los cólicos, esos dolores de estómago que normalmente se presentan de noche y que provocan un llanto prolongado, difícil de calmar.
Cuando un bebé muy pequeño se despierta a menudo debido a un resfriado, el mejor remedio es darle el pecho, ya que la succión ayuda a descongestionar su nariz.
Mayra Angarita Benítez
Psicóloga y Educadora de Masaje Infantil
Certificada por IAIM– International Association of Infant Massage
& AEMI- Asociación Española de Masaje Infantil
@mama_caricia
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