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Después del parto: "¡Ayuda, se me cae el cabello!"
Durante el embarazo, el cabello se vuelve más grueso y brillante, pero unos meses después del parto, especialmente si estás dando el pecho, se vuelve más frágil y tiende a caerse. Te explicamos por qué.
El embarazo, con el aumento de algunas hormonas, ofrece a la mujer un cabello más fuerte y brillante. Un beneficio que, sin embargo, está destinado a desaparecer en el momento en el que se da a luz y, en particular, cuando se da el pecho. Pero no hay nada que temer: se trata de un evento totalmente natural, que está destinado a parar cuando se abandona la lactancia, normalmente, a los 6-12 meses tras el parto.
Una cuestión hormonal
Cuando se está embarazada, el aumento de la concentración de algunas hormonas, como los estrógenos y las gonadotropinas, favorece el crecimiento del cabello de la mujer. Durante el embarazo, de hecho, los nuevos niveles hormonales estimulan la fase de crecimiento activo del cabello (llamada “anágena”), que tiende a durar más respecto a la de caída del cabello, llamada fase “telógena”. Por lo tanto, la mujer se reencuentra con gran placer con un cabello más fuerte y denso. Sin embargo, después del parto, las hormonas tienden a bajar rápidamente, por lo que prevalece la fase telógena sobre la de crecimiento y esto termina por debilitar el cabello, y hace que éste caiga en mayor cantidad. Sin contar, además, que con la reducción de los estrógenos también tienden a aumentar la producción de sebo (de hecho, aumenta la actividad de las glándulas sebáceas) y esto tiende a hacer que el cabello esté más graso, opaco y se ensucie más fácilmente. No es casualidad que muchas mujeres tengan algo de caspa después del parto, aunque nunca hubieran tenido antes.
La lactancia también cuenta
La lactancia materna, una vez ha nacido el bebé, también favorece la caída del cabello. La producción de leche materna, de hecho, está estimulada por la prolactina, una hormona que no va muy bien con el cabello. De hecho, su aumento tiende a debilitar el bulbo piloso del cabello y a aumentar la cantidad de pelo que la mujer encuentra en el cepillo o en el suelo. En cualquier caso, la situación acabará por normalizarse después de la lactancia y, en general, alrededor de 12 meses después del parto.
Ni trenzas ni moños
Para tratar de reducir tanto como sea posible el efecto de caída después del parto, llamado también “alopecia posparto”, lo mejor es intentar estresar el cabello lo menos posible. Esto significa cepillar el cabello sólo si es necesario y evitar atarlo, renunciando a las trenzas, las coletas y los moños, e intentar no utilizar la secadora de cabello o utilizarlo manteniéndolo lo más lejos posible de la cabeza. Además, en las tiendas, se pueden comprar shampoos especiales, acondicionadores, mascarillas y ampolletas a base de sustancias que ayudan a reforzar el cabello, como la biotina. Finalmente, es importante acordarse de peinar el cabello con mucha delicadeza, sobre todo cuando está mojado, ya que el cabello mojado es todavía más frágil y se rompe con más fragilidad.
Más hierro y zinc en la dieta
La dieta también puede ayudar a contrarrestar la pérdida de cabello. Después del parto, el organismo de la mujer necesita una mayor cantidad de vitaminas y minerales para hacer frente al nuevo y cansado trabajo de ser mamá, así como para la producción de leche. En particular, aumenta la demanda de hierro, zinc y vitaminas C, E, y las del grupo B, todas ellas sustancias que ayudan a mantener la salud del cabello. Por lo tanto, puede ser útil aumentar el consumo de alimentos como la fruta y las verduras de estación (ricas en antioxidantes y vitaminas), de huevo (rico en vitamina B5), de carne, legumbres, pescado y leche, alimentos que ayudan a conseguir el hierro y el zinc necesarios. Quizás, para las mujeres que dan el pecho, puede ser útil tomar suplementos, para conseguir aportar todas las vitaminas y sales minerales necesarias para el organismo.
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