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Durante el embarazo, las hormonas producidas por la tiroides garantizan al bebé un desarrollo normal del cerebro y de los núcleos de osificación. En los primeros meses de gestación, la tiroides del feto todavía no funciona, y es la madre quien le proporciona las hormonas necesarias. Por este motivo, no hay que subestimar los trastornos de la tiroides de la mamá y es fundamental hacerse todos los análisis necesarios antes y durante el embarazo.
Mientras la hiperfunción tiroidea (hipertiroidismo) es bastante insólita, el hipotiroidismo en el embarazo es bastante frecuente, y muchas veces se debe a una carencia de yodo. De hecho, este mineral es un componente esencial de las hormonas tiroideas y, a pesar de que la necesidad diaria de este elemento sea muy baja (un adulto necesita 140-150 microgramos, y un microgramo corresponde a una millonésima parte de un gramo) es muy difícil satisfacerla, porque se trata de un mineral raro y poco presente en los alimentos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir 250 microgramos/día. Sin embargo, se han realizado estudios y acciones puntuales en las distintas zonas geográficas del país.
Garantizar la cantidad necesaria diaria de yodo durante el embarazo es la primera precaución necesaria para disminuir el riesgo de hipotiroidismo:
- Usa sal yodada en lugar de la normal. Se trata de una sal a la que se añade artificialmente una cantidad de yodo, pero el sabor es el mismo.
- Aumenta el consumo de productos pesqueros: pescado, crustáceos y moluscos absorben el yodo del agua marina y son buenas fuentes de mineral.
- Come huevos y productos lácteos. Si no te gusta el pescado, los alimentos más útiles en este caso son los huevos, la leche, el yogur y el queso, porque contienen una moderada cantidad de yodo, ausente en frutas y verduras (a excepción de las fresas y las espinacas).
- No comas muchas nueces y cebollas: se trata de alimentos que contienen sustancias que pueden obstaculizar la asimilación de yodo en el organismo.
- Aumenta el consumo de alimentos ricos en selenio, como carne, ajo y espinacas. Si este mineral escasea en el cuerpo, los procesos de producción de las hormonas tiroideas tienen un desarrollo más débil y consumen más yodo.
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