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Golpes en la cabeza en niños: cuándo son peligrosos
Desde que empieza a dar sus primeros pasos, el niño pierde el equilibrio y, en muchas ocasiones, acaba en el suelo. Ya de más mayor, pueden darse situaciones más graves como caerse de la bicicleta. Lo que más preocupa a los padres es que el niño se golpee la cabeza. ¿Qué podemos hacer?
- Heridas, bultos y más allá
- La edad del niño y la velocidad del impacto
- Las características de la superficie
- Qué parte de la cabeza ha sufrido el golpe
- Las fontanelas no son un punto débil
- Cuándo llevar a un niño a urgencias por un golpe en la cabeza
- Cómo curar una herida
- En el automóvil, hay que viajar seguro
- Cuándo sirve el casco y cuándo no
Los niños tienen la cabeza más grande en proporción a su cuerpo respecto a los adultos y los músculos del cuello son muchos más débiles. En caso de caída, estos músculos ejercen un menor control y es más probable que se golpeen la cabeza. ¿Qué consecuencias puede tener un accidente de este tipo y cuáles son los golpes más peligrosos? Saberlo ayuda a la mamá y al papá a prevenir mayores riesgos y a intervenir de la mejor manera en caso de traumatismo craneal.
Heridas, bultos y más allá
Heridas. Un golpe en la cabeza puede causar una excoriación o herida con sangrado. Es una situación que puede impactar mucho al adulto que está a cargo del niño, aunque normalmente estas heridas suele ser menos graves de lo que aparentan. El cuero cabelludo es un tejido muy irrigado y puede sangrar de forma abundante incluso si se trata de una pequeña herida. Se trata, por tanto, de un daño superficial.
Bultos. También existe la posibilidad de que, tras el golpe, aparezca un bulto o protuberancia, que sería un hematoma. Es decir, un bulto de sangre dentro de los tejidos, pero fuera del cerebro, que provoca hinchazón y dolor. En sí, el bulto no es un daño grave, pero el golpe que lo ha provocado, si ha sido muy fuerte, podría haber causado una pérdida de sangre en el interior del cráneo y esta posibilidad sí que debería preocuparnos porque involucra al cerebro.
¿Cómo podemos distinguir los golpes más banales de los más graves? Hay que tener en cuenta distintos factores.
- En primer lugar, es necesario valorar la fuerza del impacto.
- También hay que considerar cómo se ha producido el accidente.
- Asimismo, es importante observar las condiciones del pequeño.
La edad del niño y la velocidad del impacto
En cuanto a la edad, cuanto más pequeño sea el niño, más daños puede provocar el golpe.
También la velocidad del impacto es importante: un choque mientras el niño está corriendo o un objeto que cae desde lo alto o que ha sido lanzado con mucha fuerza es más peligroso que un golpe que se dé un niño que gatea contra la pared. En caso de caída, la altura en la que se encuentra el niño determina la fuerza del impacto. Por encima de 90 cm, el riesgo de daño es importante para un niño de menos de dos años; por encima del metro y medio, para los niños más mayores.
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Las características de la superficie
Las características de la superficie contra la que el niño se golpea la cabeza también influyen sobre la gravedad del accidente.
- Si la superficie es de material elástico, como el suelo de goma de una zona de juegos, éste absorbe la fuerza del impacto.
- Si la superficie es plana, distribuye el golpe sobre distribuye sobre una zona más grande de la cabeza.
- Si se trata de un borde o de un escalón, la fuerza se concentra en una superficie más pequeña y puede causar un daño más grave.
- También hay que considerar el riesgo de una lesión por contragolpe. Si la cabeza del niño se estaba moviendo cuando se ha golpeado contra un obstáculo, por ejemplo, si el pequeño ha sufrido un accidente de coche y se ha golpeado la cabeza, además de los posibles daños en la parte que ha sufrido el golpe, el impacto puede haber provocado también lesiones en el lado opuesto, debido al contragolpe.
Qué parte de la cabeza ha sufrido el golpe
- Hay partes de la cabeza del niño que son más resistentes que otras. Entre éstas se encuentran la frente y la zona parietal.
- Hay otras zonas que son más vulnerables, como la zona occipital, es decir, la nuca. Y es que el niño que se golpea la nuca no tiene la posibilidad de atenuar el golpe con las manos y los brazos, mientras que los niños que caen hacia delante pueden protegerse mejor.
Las fontanelas no son un punto débil
Al nacer, la cabeza del bebé debe pasar a través del canal del parto y, para adaptarse a tu tamaño, el cráneo debe ser elástico. Además, en los primeros años de vida, la cabeza del pequeño aún está creciendo. Por estas razones, los huesos del cráneo de un niño pequeño aún no están soldados entre ellos como sí están los del adulto. Los huesos del cráneo del recién nacido están separados y conectados por membranas de tejido fibroso, que ceden al tacto, llamadas fontanelas.
En total, las fontanelas del recién nacido son seis, pero solo dos son lo bastante grandes como para ser percibidas al tacto: la anterior, en forma de rombo, y la posterior, más pequeña. La fontanela posterior se cierra en los primeros meses, mientras que la anterior puede permanecer parcialmente abierta hasta los 12-15 meses.
Al contrario de lo que se suele creer, las fontanelas no son un punto débil de la cabeza del niño, sino que tienen una función protectora, porque hacen que el cráneo sea más elástico, y son bastante resistentes a los golpes. ¿Qué sucede, entonces, si un niño se golpea la zona de las fontanelas? La membrana cede al impacto, porque el golpe se distribuye sobre su superficie.
Cuándo llevar a un niño a urgencias por un golpe en la cabeza
El niño puede haberse golpeado la cabeza, quizás en un momento en el que la persona que lo cuidaba estaba distraída y no ha visto cómo se ha producido el accidente. ¿Cómo se da cuenta el adulto de la gravedad de la situación y decide si pedir ayuda, llevar al niño al hospital o esperar a llevarle a su pediatra? Dependerá del estado del pequeño, de su comportamiento y de los síntomas que el niño manifieste inmediatamente y durante las horas siguientes al accidente.
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Cuándo llamar al 911
Es necesario llamar cuanto antes al 911, en los siguientes casos:
- Si el niño ha sufrido un accidente de tráfico, en bicicleta o en cualquier otro medio veloz.
- Si se ha caída de una altura considerable.
- Si se ha golpeado con un objeto muy pesado, por ejemplo, un vaso caído de un balcón.
En estos casos, es necesario llamar a una ambulancia, porque el niño debe ser trasladado con sumo cuidado.
Cuándo consultar con el pediatra
Si la situación no parece grave, pero existe la mínima sospecha de que el niño ha sufrido algún daño, es mejor ser precavido y llamar al pediatra, enviarle unas fotos o un pequeño vídeo y pedir su opinión. Si el pediatra lo considera oportuno, dará indicaciones a los padres para que lleven al niño a su consulta para una primera valoración neurológica o a un hospital para que le hagan pruebas.
Si el accidente tiene lugar en un horario en el que el pediatra no está disponible, es mejor no esperar y llevar al pequeño a urgencias.
En qué casos se puede controlar la situación en casa
Si el golpe ha sido leve y el niño parece no haber sufrido daños, no es necesario llevarle al pediatra o al hospital, sino llevarle a casa y observarle durante algunas horas y actuar de la siguiente manera:
- No es necesario mantenerle despierto, cosa que podría resultar imposible si el niño es pequeño.
- Si le quiere, puede beber y comer como de costumbre.
- Los síntomas de daño dentro del cráneo, que pueden manifestarse en las horas siguientes al accidente, son: náuseas y vómitos, convulsiones, dolor de cabeza que tiende a empeorar con el paso del tiempo, alteraciones del comportamiento y excesiva somnolencia. Si el niño es mayor y ya sabe hablar, se le puede preguntar cómo se siente y valorar su lucidez en las respuestas.
Cómo curar una herida
Si el niño ha sufrido una herida y pierde sangre, hay que actuar de la siguiente manera:
- Mantener la calma.
- Limpiar la herida de la presencia de tierra y de suciedad con una gasita empapada en agua.
- Después, hay que desinfectarla con agua oxigenada u otro producto antiséptico.
- Valorar su profundidad.
Si la herida es superficial, aunque sea grande, no es necesario llevar al niño a urgencias. Es suficiente con aplicar un poco de hielo envuelto en un paño para frenar la salida de sangre. El hielo, aplicado inmediatamente después del golpe, también sirve aunque el niño no pierda sangre externamente, porque bloquea la aparición de posible hematomas externos.
Si la herida es profunda, hay que llevar al niño a urgencias donde el médico decidirá si ponerle puntos o no, o bien tiritas específicas para juntar los bordes de la herida.
En el automóvil, hay que viajar seguro
Los accidentes en el automóvil son el escenario en el que los niños sufren de forma más frecuentes traumatismos craneales. Con las debidas precauciones, se puede reducir el riesgo de que un niño se haga daño en el coche.
En primer lugar, es fundamental que, durante el viaje, el niño esté sentado en un dispositivo de retención infantil adecuado a su edad y a su peso, fijado al automóvil. Y no es necesario utilizar un cojín para proteger su cabeza. Si el dispositivo está reglamentado, ya garantiza la máxima seguridad.
Cuándo sirve el casco y cuándo no
Bicicleta, monopatín y skateboard, aunque menos peligrosos que el coche, son también medios de transporte que pueden alcanzar velocidad y que, en caso de caída, pueden hacer que el niño se golpee la cabeza con fuerza y sufrir un traumatismo craneal grave. Por ello, es importante que los niños y los adolescentes siempre lleven un casco protector cuando los utilicen, aunque el código de circulación no lo obligue en ese momento. Siempre hay que tener en cuenta que el casco sea el adecuado para el tamaño de la cabeza del niño.
Por el contrario, es una exageración poner al pequeño que gatea o que empieza a caminar un protector de cabeza o un casco paragolpes. Es natural que, en los primeros desplazamientos autónomos, el niño se tropiece y que se pueda dar un golpe en la cabeza, pero estos golpes no suelen ser peligrosos, por la reducidísima velocidad y altura de la que el niño cae.
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El síndrome del bebé zarandeado o sacudido Como ya hemos dicho, la cabeza del niño en proporción al cuerpo es más grande y pesada que la del adulto, mientras que los músculos de su cuello aún no están desarrollados, tanto que, en los primeros meses, el pequeño no es capaz de mantenerla.
Si en el primer año el niño es sacudido o zarandeado con fuerza, su cabeza oscila sin control y las bruscas aceleraciones y desaceleraciones de los tejidos del cerebro provocan la rotura de los vasos sanguíneos, hematomas y daños. Las consecuencias del traumatismo craneal pueden ser muy graves, desde ceguera, lesiones neurológicas permanentes, coma e incluso la muerte.
La sacudida puede producirse accidentalmente por un adulto que no es consciente de este peligro, o bien, más raramente, puede ser intencionada, una forma de maltrato.
El conocido síndrome del niño zarandeado o sacudido se manifiesta con los siguientes síntomas:
- Pérdida de conocimiento.
- Vómitos.
- Convulsiones.
- Sopor.
- Y con un signo característico, que es la presencia de hemorragias en los vasos de la retina, claramente visibles cuando el médico inspecciona el fondo del ojo.
Acunar al niño, elevarlo en el aire y hacerle saltar sobre las rodillas no son actividades que puedan provocar una sacudida tan enérgica como para ocasionarle un daño.
Los carruseles, los columpios y otros juguetes para niños pequeños tampoco pueden causar el síndrome del bebé sacudido. Los paseos más rápidos y animados o los autos de choque, potencialmente peligrosos para un niño que aún no tiene control sobre los movimientos de su cabeza, no son adecuados para su edad.
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