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Cuándo llevar al niño a urgencias
Fiebre, dolor abdominal, golpes... A veces, los papás no están seguros de si deben llevar al niño a urgencias cuando se encuentra mal. Te damos las pistas para saber cómo actuar en cada caso.
En los servicios de urgencias, hay muchos niños que perfectamente podrían ir al pediatra a una revisión de rutina. Te presentamos las diez situaciones que generan más errores o confusiones.
Le duele la panza
La prueba que acaba con cualquier duda es hacer que el niño dé un salto. Si obedece sin protestar, se puede permanecer en casa tranquilamente. Para evaluar mejor la situación, se considera que el dolor abdominal requiere ser explorado cuando dura más de una hora ininterrumpidamente o si el niño rechaza moverse para no provocar el estímulo doloroso. Sólo en caso de inflamación del apéndice, la situación podría requerir una intervención quirúrgica. Si la molestia provoca retortijones, como por ejemplo, cuando el niño no puede hacer popó, el dolor va y viene, y el niño se mueve más.
Vomita
Los niños vomitan con más frecuencia que los adultos. Por ejemplo, en los pequeños, el vómito se presenta fácilmente, incluso a causa de un dolor de garganta simple. Asimismo, es la forma más rápida que el organismo tiene para eliminar el exceso de comida o una cosa de consistencia distinta a la habitual, que considera un cuerpo extraño. ¿Cómo hay que actuar? Sólo se debe ir a urgencias si el niño vomitó más de tres veces en una hora, o bien si tiene dificultades para respirar (podría haber ingerido o inhalado un cuerpo extraño), o si el vómito está manchado de sangre. En cualquier caso, es un gran error administrar al niño cualquier fármaco por iniciativa propia, puesto que algunos medicamentos antieméticos pueden provocar graves efectos secundarios.
Tiene diarrea
Los papás se preocupan cuando descubren restos de sangre en las heces, cuando la diarrea se acompaña de inapetencia o cuando el episodio dura más de cinco o seis días. En estos casos, antes de decidir ir a urgencias, siempre es conveniente consultar al pediatra. Sólo hay que llevar al niño a urgencias si presenta mucha somnolencia o si, además de la diarrea, sufre convulsiones.
Un golpe en la cabeza
Sobre todo a los más pequeños, les sucede a menudo, pero en la mayoría de los casos, se trata de traumatismos leves sin consecuencias. Si todo se resuelve con una crisis de llanto, lo primero que hay que hacer es aplicar hielo en la zona del golpe y llamar por teléfono al pediatra para valorar la situación con su ayuda. Si el niño pierde el conocimiento o sufre convulsiones, debe ir a urgencias inmediatamente.
Llora
En los primeros meses de vida, el llanto es un lenguaje complejo que transmite todas las necesidades del pequeño, empezando por las dos principales: “tengo hambre” y “me siento solo”. La respuesta más adecuada es la leche, siempre y cuando haya transcurrido más de una hora desde la última toma. Si ha pasado menos tiempo o, en cualquier caso, si el niño rechaza la leche, intenta calmarlo mimándolo y sosteniéndolo en brazos. Una cosa es segura: si el bebé tiene menos de seis meses, cuando se encuentra mal, no llora, sino que está adormilado. A partir de los seis meses, el elemento que nos sirve para valorar la gravedad de los síntomas es el tono. Si, en lugar de ser más enérgico e intenso, el llanto pierde energía, el niño debe ir a urgencias.
Se despierta con dificultad para respirae
Sobre todo desde el mes de octubre en adelante, los niños se pueden despertar de noche porque “les cuesta respirar”. Se sientan sudados en la cama y parece que les falte el aire. Esto ocurre porque, sobre una base bronquial “en miniatura”, el efecto nocturno provoca un mayor estrechamiento de las vías respiratorias, menos estimuladas por el hecho de que el organismo se encuentra en reposo.
En esta situación, se introduce el virus que da lugar a un broncoespasmo, es decir, un mayor estrechamiento de estos pequeños bronquios. Ante una situación como esta, en lugar de sentir miedo y salir corriendo a urgencias, se puede intentar resolver el problema llevando al niño al baño, después de abrir todos los grifos del agua caliente, de manera que se genere mucho vapor de agua. El ambiente húmedo funciona como un aerosol natural y hace que el niño vuelva a respirar bien.
Mientras se forma el vapor en el baño, el niño puede salir a la terraza o situarse junto a una ventana abierta, puesto que el aire húmedo de la noche actúa de forma positiva. Sólo si la situación no se resuelve en unos 15 minutos, es necesario llevar al niño al hospital.
Fiebre alta
Se calcula que, en los primeros años de vida, un niño sano puede tener fiebre durante 100 días. Por esta razón, los papás deben acostumbrarse a convivir con este síntoma. Incluso ante la presencia de fiebre alta, el interlocutor sanitario no será el médico de urgencias, sino el pediatra habitual, o el de guardia del centro de atención primaria.
Sólo se deberá llevar al niño a urgencias si la fiebre acompaña a otros síntomas como: más de tres episodios de vómito en una hora, dolor de estómago, o bien, en niños de menos de seis meses, si tienen la zona de la fontanela hinchada o si late. De los seis a los doce meses, el acceso inmediato a urgencias se impone si el niño tiene fiebre y no puede mantener la cabeza recta. De uno a dos años, si no puede permanecer sentado y, de aquí en adelante, si es incapaz de caminar con normalidad. Estas tres situaciones, equivalentes para las respectivas edades, podrían despertar la sospecha de meningitis.
Infección de las vías respiratorias
La tos no constituye un motivo de urgencia puesto que no está relacionada con la presencia de infecciones graves, como la neumonía. ¿Qué motiva una exploración médica inmediata? Si el niño tiene menos de un año, hay presencia de hundimientos profundos del tórax entre las costillas y por encima del esternón.
En tal caso, debe comprobarse el número de respiraciones por minuto, poniendo una mano sobre el abdomen del pequeño y anotando las elevaciones y las bajadas del tórax. Si respira más de 50 veces, es preciso ir al hospital. También hay que acudir a urgencias si el niño tiene más de un año y realiza más de 40 actos respiratorios.
Dolor de oídos
Es uno de los motivos de consultas nocturnas a urgencias más frecuentes. Sin duda, el dolor producido por la otitis es uno de los más agudos e intensos que el niño puede experimentar, y provoca un llanto muy intenso que preocupa a los papás. Sin embargo, sólo es preciso administrarle paracetamol, el fármaco utilizado para bajar la fiebre, sin aplicar ningún fármaco en el interior del oído, ni siquiera gotas óticas, sin que así lo haya indicado el médico.
Otro motivo de visita a urgencias, aunque no tan frecuente, es la salida de líquido por el canal auricular. Se trata de una perforación del tímpano debida a la otitis, pero es suficiente con ir al pediatra al día siguiente, en el horario establecido, para empezar con el tratamiento a base de antibiótico.
Se dio un golpe
Ni siquiera en caso de traumatismo, es necesario ir a urgencias. En general, lo primero que hay que hacer es aplicar hielo en la zona del golpe. Los papás deportistas o muy precavidos suelen tener hielo instantáneo en casa, en spray o en bolsitas, pero también se pueden utilizar alimentos congelados, como una bolsa de chícharos.
El hielo debe aplicarse durante 30 minutos. Si el niño se queja de dolor, se le puede administrar paracetamol. Si la herida sangra, para detener la hemorragia, se puede tapar con un pañuelito y presionar hasta que la sangre deje de salir. En general, hay que esperar tres o cuatro minutos. En cambio, si, al cabo de diez minutos, la herida continúa sangrando, es conveniente ir al médico o al hospital.