Crianza consciente: una forma respetuosa de educar

14 Dec 2023
Crianza consciente: una forma respetuosa de educar

Este estilo de crianza permite educar y acompañar el crecimiento de nuestros hijos desde el respeto, conectando mejor con sus necesidades y emociones. Conozcamos, de la mano de la psicóloga Mariana Capurro, todos los beneficios que aporta la crianza consciente en la relación familiar.

La crianza consciente es una filosofía de vida con un enfoque integrador, que adopta lo mejor de los diferentes estilos tradicionales de educación que bien conocemos, pero que pone en el foco de atención la felicidad de nuestros niños a través de dejarlos ser, sentir y actuar en esencia, como realmente les nace por naturaleza.

Esta forma de crianza implica conectar con nuestros hijos para poder entender mejor el motivo de algunos de sus comportamientos, y aceptarlos como son, sin juzgarlos. Aceptar sin juzgar no va de la mano de un estilo de crianza permisivo, sino que se trata de respetar y validar el ser y el sentir de los niños.

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Los 6 principios básicos de la crianza consciente

No existe una fórmula mágica que diga cuáles son exactamente los pasos que se deben seguir para alcanzar este estilo de crianza. Pero sí encontramos ciertos principios muy característicos de la crianza consciente, que son los siguientes:

1 Presencia. Estar cerca de nuestros hijos no necesariamente quiere decir estar presentes. Los niños saben que los adultos prestamos atención a las cuestiones que nos gustan y que consideramos importantes, y ellos también necesitan serlo. Se trata de prestar una atención plena, de que nos sientan con ellos en el lugar y en el momento que compartimos.

2 Contacto físico. Demostrarles nuestro cariño con abrazos, caricias y besos también es muy importante, y ayuda a fortalecer la relación.

3 Validar. En este aspecto, hablamos de darle valor a sus propias necesidades y emociones. No quiere decir “aceptar todo lo que hacen”, pero sí empatizar con lo que están sintiendo en determinado momento.

4 Honestidad. Los niños no aprenden tanto de lo que decimos, sino de lo que hacemos. Debemos enseñarles que somos personas honestas, que la verdad es importante, y demostrarles confianza en su capacidad para entender las situaciones que les rodean. Es muy importante dirigirse a ellos siempre desde la verdad, adaptando las palabras y la información según su edad.

5 Intimidad emocional. Es necesario crear espacios de conexión, ya sea para jugar o para hablarles de nuestras propias situaciones y emociones, como adultos y como padres. Cuando ellos conecten con nosotros y también necesiten expresarse, tenemos que ser capaces de escucharlos sin que se sientan juzgados ni criticados. Que realmente sientan que pueden acudir a nosotros a explicarnos todo lo que quieran, porque, ante todo, primero los escucharemos sin reproches, sin críticas y sin juzgar.

6 Respetar. Hay que entender la infancia como una hermosa etapa de la vida, fundamental para nuestro desarrollo emocional, y condicionante para nuestro futuro como adultos. Es necesario respetar a los niños como seres humanos también, con sus propias emociones, sentimientos y necesidades reales, y que no por ser pequeños pasan a ser gestionadas por nosotros como adultos.

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Diferencias entre la crianza consciente y la crianza tradicional

- Estamos habituados a movernos en estilos de crianza muy permisivos o muy autoritarios. La crianza consciente busca el equilibrio, apuesta por un vínculo basado en el respeto, el amor, la amabilidad y la firmeza. Es más bien una filosofía de vida, un acompañamiento, en el cual los padres somos capaces de validar, empatizar y respetar las emociones de nuestros hijos.

- En una crianza tradicional, los niños están sometidos a lo que los padres decidimos que deben hacer; el adulto tiene el poder, y decide qué está bien y qué no. En un estilo de crianza consciente, el adulto y sus necesidades no son el centro, sino que intentamos atender a las necesidades de ambas partes.

- Asimismo, liberamos a los niños de obedecernos incondicionalmente a todo lo que les decimos y buscamos encontrar un equilibrio. Intentamos involucrarnos e involucrarlos, para que se trate de una cooperación, no de órdenes, y que los niños entiendan el porqué de las situaciones.

-Otra de las diferencias que encontramos es nuestra actitud como adultos ante lo que consideramos “un mal comportamiento”. Ante esta situación, no corregiremos al niño automáticamente para que acate nuestra orden, sino que primero intentaremos conectar, buscar el porqué de ese comportamiento, empatizar, validar lo que siente, y, después, encontrar una solución entre ambas partes, y que, sobre todo, sirva a ambas partes, o, al menos, buscar opciones para ello.

¿Cómo poner en práctica la crianza consciente? 

Veamos algunos ejemplos claros de cómo se actuaría con la crianza tradicional y la crianza consciente para entender mejor la diferencia. Son situaciones muy comunes a las que nos enfrentamos en el día a día con nuestros hijos.

- Imaginemos que llega la hora de la comida y a nuestro hijo no le gusta lo que hay en el plato. Ante una crianza tradicional, podemos actuar de una forma más permisiva: “Si no te gusta, no lo comas, y te doy otra cosa”. O más autoritaria: “¡Cómetelo, es lo que hay de comer!”. Incluso se les amenaza: “Si no comes esto, no vas a ver la tele!”.

Con una crianza consciente, primero intentaremos conectar y buscar la solución: “¿No te gusta la comida? Entiendo que prefieras comer otra cosa, pero creo que comer esto te haría bien, y lo preparé para ti con mucha dedicación. ¿Crees que puedes comer al menos la mitad? ¿Te parece bien si después elegimos entre los dos la comida para mañana?”. De esta manera, el niño se sentirá comprendido, y le estaremos ofreciendo opciones y alternativas, en la búsqueda de un acuerdo en común.

- Otra escena muy típica en nuestro día a día como padres es cuando entramos en el supermercado y los niños quieren comprar golosinas. En lugar de negarnos rotundamente, o ceder a su petición, primero les explicaremos que entendemos las ganas que tienen de comer esas golosinas, que, al no tenerlas, vemos que se enfadan o se sienten tristes, porque tenían muchas ganas de comerlas. Incluso podemos decirles que a nosotros, cuando éramos pequeños, también nos pasaba eso.

Después de alcanzar esa conexión y empatizar con ese sentir, y validarlo, ofreceremos una alternativa, como podría ser preparar un postre juntos al llegar a casa, o acordar un día a la semana para comprar alguna golosina.

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Claves para mejorar el vínculo con nuestros hijos

- Para poder tener un vínculo sano con nuestros hijos, lo primero que necesitamos es tener nuestra propia historia personal resuelta. Existe una gran conexión entre la actitud y el comportamiento de nuestros hijos con el nuestro, y, a su vez, con el que tuvieron en el pasado nuestros padres. Los seres humanos repetimos patrones y llegamos a la maternidad y a la paternidad con lo que nos han dado a nosotros siendo niños. Esas son las herramientas con las que contamos para criar a nuestros propios hijos.

En ocasiones, nos es difícil comprender el comportamiento de nuestros hijos, no logramos conectar con ellos, lo que deriva en peleas y malentendidos. Si tomamos consciencia de las necesidades que tuvimos como hijos, nos acercaremos mucho más a las necesidades que tienen nuestros hijos hoy en día.

Es ahí cuando la consciencia también pasa por comprender la relación entre ese malestar y las posibles heridas, aún sin sanar, de nuestra propia infancia. De esta manera, estaremos rompiendo el eslabón de una larga cadena de patrones que se vienen repitiendo a lo largo de nuestra historia.

- Otro aspecto muy importante es demostrar predisposición a escuchar a nuestros hijos siempre que nos quieran decir algo, y respetarlos tanto como a nosotros nos gusta que nos respeten como adultos. Alejarnos de las críticas, los prejuicios y los reproches. Si alguna vez nuestros hijos nos ponen ante una situación muy complicada, busquemos la solución en equipo. No sirve quedarse estancado en el problema reprochándoles lo que hicieron; lo mejor es entender por qué lo hicieron y poder focalizar toda nuestra atención en la solución.

- Acompañar a nuestros hijos con una crianza consciente nos llevará a estar siempre conectados con sus emociones. Entenderán que su sentir y sus necesidades son válidas, que los comprendemos, los respetamos, los queremos y los aceptamos como son. Que no necesitan aparentar, mentir o disimular para ser queridos, porque contarán siempre con nuestro respaldo, nuestra aceptación y nuestro amor incondicional, siendo fieles a sus propias emociones y necesidades, como también lo seremos nosotros mismos a las nuestras.

 mariana capurro psicologaMariana Capurro
Psicóloga
Asesora de familia

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