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La pedagogía Reggio Emilia fue creada por Loris Malaguzzi en la ciudad italiana del mismo nombre, justo después de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo era construir una sociedad más justa desde la primera infancia, promoviendo la participación activa de niños, docentes y familias en el proceso educativo.
Malaguzzi creía que los niños tienen cien lenguajes para expresarse, y que la educación debería reconocer y fomentar esa diversidad de formas de comunicación, pensamiento y creatividad.
Se reconoce que cada niño es competente, curioso y capaz de construir su propio conocimiento a través de la exploración y el juego.
En lugar de imponer contenidos, el maestro acompaña, observa, propone retos y adapta las experiencias según los intereses del grupo.
Los espacios educativos se diseñan para inspirar, motivar e invitar a la exploración. La luz, los materiales naturales y los rincones temáticos son esenciales.
Los padres son aliados en el proceso educativo. Su participación no se limita a reuniones, sino a colaborar, observar y enriquecer el entorno de aprendizaje.
Cada avance del niño se registra con fotos, textos y trabajos que permiten reflexionar sobre el proceso, tanto para los docentes como para los propios pequeños.
El aprendizaje parte de los intereses reales del niño, lo que aumenta su motivación y compromiso.
La resolución de problemas, la investigación libre y el uso de materiales variados fomentan habilidades cognitivas clave.
Los niños aprenden a tomar decisiones, organizar sus actividades y trabajar en equipo.
Al integrar a las familias, se construye una comunidad educativa coherente, donde todos colaboran para el bienestar del niño.
A diferencia de modelos más estructurados, en Reggio Emilia no se presiona al niño a cumplir metas uniformes, sino que se respeta su proceso individual.
La pedagogía Reggio Emilia es un modelo educativo que coloca al niño en el centro del proceso de aprendizaje, apostando por su creatividad, autonomía y relación con el entorno. Su enfoque participativo, su visión del docente como guía y su compromiso con la familia la convierten en una excelente opción para padres y madres que buscan una educación más humana, libre y conectada con la infancia.
No. Aunque comparten el respeto por el niño y el aprendizaje activo, cada modelo tiene enfoques distintos. Reggio Emilia pone gran énfasis en el arte, la documentación y la colaboración.
Sí. Fomentar la curiosidad, dejar que los niños exploren con materiales variados y escucharlos activamente son formas sencillas de implementar el enfoque.
Aunque no está ampliamente difundida, ya existen escuelas inspiradas en Reggio Emilia en ciudades como CDMX, Guadalajara y Monterrey.
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