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Dejar de fumar cuando quieres un bebé
¿Dejar de fumar? Está recomendado para la salud, pero es obligatorio si quieres un bebé.
Entre las embarazadas que fuman, algunos problemas se vuelven siempre más frecuentes, como: embarazos extrauterinos, ruptura prematura de la fuente, parto pretérmino, retrasos de crecimiento del bebé y desprendimiento de la placenta.
Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos demostró que la exposición a la nicotina durante los 9 meses, también aumenta considerablemente el riesgo de que el bebé en el útero pueda tener problemas respiratorios, por no hablar de los daños asociados con el humo pasivo, cuando el niño ya nació como: mayor frecuencia de alergias, otitis, bronquitis y gran facilidad para adquirir infecciones respiratorias, como la gripe.
Si estás planeando tener un bebé, ha llegado el momento de actuar.
¿El primer secreto para conseguirlo? Decidir una fecha concreta para decir adiós a los cigarros. Toma el calendario, elige el día y márcalo con un circulito rojo, que sea muy visible. Intenta que sea una fecha a corto plazo: por ejemplo, dentro de un mes, sobre todo si el test de embarazo ya dio positivo.
Para que tu decisión sea más real, comunica la fecha a tu ginecólogo o a tu médico de familia, para crear una especie de pacto que haga que tus intenciones sean oficiales. El médico te recordará tu objetivo y, como profesional, se sentirá responsable de que lo alcances.
Reconoce los momentos críticos
Individualiza los momentos en que no consigues evitar fumar.
Algunas personas asocian fumar con el momento del café, otros fuman en los momentos de relajación o después de comer, otros mientras leen. Finalmente, hay quienes fuman para pasar el tiempo o cuando están tensos.
Para cada persona hay algunos momentos en que la tentación de encender un cigarro se vuelve incontrolable, pero a menudo esta exigencia sólo se queda en el subconsciente. Si consigues identificar los momentos y las situaciones que te empujan a fumar, podrás actuar mejor usando contramedidas más eficaces. Sobre todo las que realmente se adecuan a tu caso.
Puedes probar durante una semana: cada vez que enciendas un cigarro, escribe en un papel la hora del día, la situación y el tipo de sensación que te empujó a fumar. Así, podrás reconocer los momentos “críticos” y personalizar tu plan para dejar de fumar.
Busca alternativas válidas
Si, para ti, el momento más crítico es por la mañana al despertarte, evita la tentación yendo al baño enseguida, para lavarte los dientes o la cara. También puedes hacer unos estiramientos al levantarte de la cama: entre los movimientos y la respiración, no tendrás el tiempo para encenderte un cigarro. Si usas los cigarros para sustituir los aperitivos, busca otros paliativos: un vaso de agua, un caramelo, un jugo de fruta.
Si vives el momento del cigarro como ansiolítico para las situaciones de estrés, aprende a contrarrestar la tensión sin ayudarte con el tabaco. Este, de hecho, es un falso aliado: estimula el sistema nervioso autónomo y amplifica los trastornos de ansiedad y nerviosismo, como taquicardia, sudoración y temblores. Mejor haz respiraciones lentas y profundas.
El tabaco tampoco ayuda si lo usas para “despertarte” y recuperar energías: el monóxido de carbono contenido en el humo de cigarros ocupa el lugar del oxígeno en los glóbulos rojos. El resultado inevitable es: dolor de cabeza, pérdidas de memoria y dificultad para concentrarse. Es preferible caminar un rato a paso rápido: de esta forma, la oxigenación mejora y el organismo produce endorfinas, unas sustancias que mejoran la resistencia al cansancio físico y mental.
Aléjate de la tentación
Aquí tienes algunos consejos:
- Elimina de tu casa y de tu lugar de trabajo todo lo que te hace pensar en fumar: las cajas de cigarros, el cenicero, el encendedor.
- Evita los lugares donde la tentación puede aumentar.
- Durante un tiempo, intenta no ver a amigos que fuman.
- Di a las personas que te rodean que quieres dejar de fumar porque quieres un bebé o ya estás embarazada. Encontrarás el apoyo para alcanzar tu objetivo, más de lo que te imagines.
- Intenta eliminar las costumbres asociadas con el gusto de fumar, como las pausas para el aperitivo en los días de trabajo.
- Reduce el consumo de a title="¿Un café? No,gracias. Estoy embarazada" " " ">"afé si lo asocias al tabaco.
- Aprende a vencer los momentos de estrés sin la ayuda del tabaco, y busca una alternativa válida para sustituir el ritual del cigarro.
Pequeños inconvenientes
Antes de empezar el camino que te llevará a abandonar el tabaco, ten en consideración que deberás afrontar algunas molestias.
La nicotina, tomada en grandes dosis, produce en el organismo efectos parecidos a los medicamentos. Por lo tanto, su eliminación crea síndrome de abstinencia. Se trata de molestias que duran poco tiempo y que se pueden aliviar con un remedio. Veamos los síntomas más frecuentes:
- Cansancio. Es normal, porque la nicotina actúa como excitante en el sistema cardiocirculatorio, así que después de la desintoxicación el cuerpo nota una sensación de agotamiento. Se puede eliminar haciendo más movimiento, dando paseos, paseando en bicicleta o nadando.
- Dificultades para concentrarse. Sin el tabaco, puedes tener fácilmente lapsus de memoria. No te preocupes, es un efecto que se resolverá de forma espontánea después de unos días.
- Mareos. En los primeros días sin tabaco, puedes notar la sensación de tener la cabeza vacía y unos ligeros mareos. Estas molestias deberían durar pocos días y desaparecer solas, así que solo hay que armarse de paciencia.
- Dolor de cabeza. La cefalea puede durar mucho, porque depende del estrés asociado con la abstinencia del tabaco. Puedes vencerla con técnicas de relajación, como el yoga. O con un masaje que procede de las técnicas shiatsu: apoya las manos en la nuca y presiona los pulgares en los huecos a los lados de la columna vertebral, justo donde empieza el cuello. Mantén la presión durante 5-10 segundos. Después, apoya las manos en la cabeza y aprieta los pulgares contra las sienes, haciendo ligeros movimientos circulares. Respira hondo y, mientras tanto, imagínate que la presión que te aprieta la cabeza se afloja.
- Tos. Es inevitable durante la primera semana. Para eliminarla toma un poco de agua cada vez que notes la garganta irritada. Beber agua también sirve para fluidificar el catarro, que al principio puede ser más abundante.
- Sensación de constracción en el tórax. En los primeros días te parecerá respirar peor que antes: es el sistema respiratorio que vuelve a trabajar a toda velocidad. La contracción desaparece en una semana, cuando los cilios que recubren las vías respiratorias vuelven a moverse normalmente.
- Insomnio y agitación. Sin nicotina, te sientes más tensa y nerviosa. Pero es cuestión de días. Para no acentuar la molestia, evita tomar bebidas excitantes como café, refresc ode cola y té, sobre todo por la noche. Come pescado blanco: rico en grasas omega 3, indispensables para la salud del organismo, es un ansiolítico natural.
- Aumento del apetito. Tienes un hambre increíble durante muchos días, porque tu metabolismo empieza a trabajar a pleno ritmo. Para evitar engordar, come pequeños y frecuentes tentempiés, así como mucha verdura cruda, sobre todo como entrada. Pero nunca te saltes el desayuno: así evitarás prolongar demasiado la ausencia de comida, que comportaría un aumento de producción de noradrenalina. Se trata de un neurotransmisor que estimula las ganas de pasta y pan, y lleva a comer más durante el día.
- Estreñimiento. Sin el tabaco, tu intestino puede volverse perezoso, porque, sin nicotina, se reduce la producción de acetilcolina, un mediador químico que estimula los movimientos intestinales. Sin embargo, después de un mes el estreñimiento debería desaparecer. Si la molestia es fuerte, consulta a tu médico, pero los laxantes no están prohibidos. También puedes recurrir a productos a base de glucomanano, una fibra soluble que aumenta el volumen y la consistencia de las heces.