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Comer embutidos en el embarazo, ¿se puede?
Si estás embarazada y los análisis dicen que no tienes anticuerpos contra la toxoplasmosis, tu ginecólogo te habrá hablado de las precauciones alimentarias que debes tener en cuenta. Hablemos de los embutidos.
Si la futura mamá se contagia de toxoplasmosis durante el embarazo, puede llegar a ser muy perjudicial para el feto. Los síntomas de la toxoplasmosis, incluso, pueden pasar desapercibidos o confundirse con un resfriado o una gripe leve: ligera hinchazón de los ganglios del cuello, fiebre, dolor de garganta, dolores musculares y cansancio. Suelen aparecer dos o tres semanas después de la infección, pero la toxoplasmosis puede incluso no presentar síntomas.
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Las mujeres embarazadas que han dado negativo al toxo-test y, por tanto, corren el riesgo de contraer una toxoplasmosis, deben evitar completamente el consumo de embutidos crudos, o curados, como jamón serrano, el chorizo, etc., mientras que sí pueden tomar embutidos cocidos, como jamón de York, la pechuga de pavo y la mortadela.
Por su parte, las mujeres que han dado positivo al toxotest pueden comer cualquier tipo de embutido, puesto que ya no corren riesgo de contagiarse de la enfermedad.