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Leche de continuación: ¿cuál elegir?
La leche materna es el mejor alimento que puedes ofrecer a tu bebé. Sin embargo, si no puedes dar el pecho, puedes estar tranquila porque tienes a tu alcance las leches de continuación, que son adecuadas para bebés a partir de seis meses. Te explicamos sus propiedades principales.
La leche materna es el mejor alimento para tu bebé. Los especialistas recomiendan la lactancia materna en exclusiva como mínimo hasta que el bebé cumpla seis meses. Sin embargo, después de este período, no siempre es posible continuar dando el pecho al bebé.
En estos casos, las leches de continuación son una opción válida como alternativa a la leche materna a partir de los seis meses, siempre dentro de una dieta diversificada, ya que tienen una composición específica para cubrir las necesidades nutricionales del bebé en este período, lo que permite que el pequeño esté bien alimentado y se desarrolle correctamente.
¿Qué son las leches de continuación?
La leche de continuación es un tipo de leche de fórmula que está indicada para bebés a partir de seis meses.
Casi todas las leches de continuación proceden de la leche de vaca (aunque también de cabra), modificada y adaptada de manera que se asemeje todo lo posible a la leche materna.
Y es que la concentración de proteínas de la leche de vaca triplica a la de la leche materna, lo que, en edades tempranas, puede suponer una sobrecarga renal importante. Además, la leche de vaca tiene un contenido en hierro y vitaminas muy bajo, y el riesgo de alergia es más elevado.
Por lo tanto, la composición de las leches de continuación está pensada para cubrir las necesidades nutricionales de los bebés en esta franja de edad, como parte de una dieta diversificada, y ser fácilmente asimilables por el aparato digestivo del pequeño.
¿Hasta cuándo se recomiendan las leches de continuación?
Las leches de continuación son adecuadas a partir de los seis meses y los fabricantes las suelen indicar hasta el primer año de edad. Sin embargo, en la práctica, existen variaciones con respecto a las franjas de edad para su consumo.
Así, algunos pediatras recomiendan la leche de continuación hasta los 12 meses, tal y como se indica en el envase del producto; otros, en cambio, la prolongan hasta los 18 meses; y algunos abogan por mantener este tipo de leche hasta los dos años de edad, en lugar de utilizar una leche de crecimiento (para niños de uno a tres años) o leche de vaca.
En cualquier caso, antes de administrar leche de continuación a tu hijo, debes acudir a tu pediatra para que te indique las pautas que debes seguir y determinar el momento de cambiar de un tipo de leche a otro, con el fin de asegurar el máximo bienestar para tu pequeño.
¿En qué formatos se presentan las leches de continuación?
Casi todas las leches de continuación presentes en el mercado se comercializan en forma de polvo, aunque también podemos encontrarlas en formato líquido.
La leche en polvo, que debe diluirse, viene acompañada de un vasito de plástico, que se utiliza para medir una dosis exacta.
A la hora de preparar el biberón, las proporciones, tanto de leche como de agua, no deben alterarse por ninguna razón. Si se exagera en la cantidad de polvo utilizada, aunque solo sea por apelmazarla al llenar la medida, el pequeño podría sufrir hipernatremia, un exceso de sodio en la sangre, que puede ocasionar deshidratación del organismo.
¿Qué tipo de leche de continuación elegir?
En el mercado, existe una gran variedad de marcas que comercializan leches de continuación. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir la mejor leche de continuación para nuestro hijo?
Para empezar, lo más recomendable es leer la etiqueta nutricional y comprobar que contiene un nivel adecuado de proteínas y todos los ingredientes necesarios para el correcto desarrollo del bebé en esta etapa tan fuerte de crecimiento. Después, seguramente, tocará probar más de una, hasta dar con aquella leche de continuación que sea mejor tolerada por el pequeño.
Existen unos ingredientes básicos que toda leche de continuación debe contener. Los más importantes son:
- Minerales, como el calcio, necesario para el desarrollo de los huesos y los dientes, el hierro, que influye en el sistema cognitivo e inmunológico del bebé, o el zinc, fundamental para su crecimiento.
- Vitaminas, esenciales para la correcta absorción de los minerales. La mayoría de las leches de continuación contienen vitamina C, que favorece una mejor asimilación del hierro y ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunitario; vitamina D, para una mejor absorción del calcio y un correcto mantenimiento de los huesos; o vitamina B2, que contribuye al normal metabolismo energético.
- Ácidos grasos esenciales Omega 3 y Omega 6 (DHA, ARA, ALA...) para el buen desarrollo cognitivo y visual del lactante y de sus tejidos nerviosos.
- Probióticos y prebióticos (oligosacáridos, galactooligosacáridos [GOS], fructooligosacáridos [FOS]), y otros compuestos bioactivos presentes de forma natural en la leche materna.
- Proteínas, cuyo contenido debe asemejarse lo máximo posible a la leche materna, tanto en cantidad como en calidad.
Asimismo, es importante recordar que algunos bebés pueden estreñirse con el paso de la leche materna a la de fórmula. También puede ocurrir que el bebé regurgite con demasiada frecuencia. En estos casos, existen fórmulas de continuación especiales, como las antiestreñimiento, ricas en fibra, o las antirregurgitación, que suelen ser más espesas, que dan respuesta a estos trastornos digestivos del bebé.