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El reflujo gastroesofágico en el bebé
El reflujo gastroesofágico es un trastorno frecuente durante los primeros meses del bebé. El lactante que tiene este problema suele regurgitar a menudo entre toma y toma.
Durante los primeros meses, el proceso digestivo del niño presenta algunas peculiaridades. Éstas están relacionadas tanto con las características de su aparato digestivo como con su alimentación, constituida principalmente por leche. Y es que la función digestiva del lactante está incompleta, ya que su organismo aún está desarrollándose.
Qué es el reflujo gastroesofágico
- El reflujo es un fenómeno causado por el mal funcionamiento del cardias. Se trata de una válvula encargada de impedir que el contenido del estómago vuelva a subir al esófago.
- El reflujo se produce cuando la leche, agriada por los jugos gástricos del estómago, pasa del esófago a la boca en cantidad mucho mayor de lo que sería normal en un recién nacido.
Síntomas del reflujo en el bebé
- El lactante que tiene este problema suele regurgitar a menudo entre tetada y tetada. En muchos casos, esto sucede cuatro o cinco horas después de la última comida, en el momento en que parece tener nuevamente apetito.
- El reflujo se confunde con los cólicos, porque también provoca agitación y llantos. Sin embargo, las crisis dolorosas de la regurgitación se presentan a cualquier hora del día y continúan después del tercer mes.
- El reflujo gastroesofágico no depende del tipo de leche utilizado en la alimentación, sino del hecho de que el cardias sea casi totalmente incapaz de retener la leche (y cualquier otro líquido) en el estómago.
- Por ello, el estómago del lactante se comporta como una botella sin tapón. Cada vez que se produce algún movimiento, o bien presión en el vientre, cierta cantidad de leche agria se desplaza hacia arriba, hasta llegar a la boca, de la cual es expulsada en forma de regurgitación.
Complicaciones posibles del reflujo gastroesofágico
El lactante que sufre el reflujo gastroesofágico no suele correr ningún riesgo y crece de manera normal. Y es que en los bebés que sufren este trastorno la digestión y la absorción se realizan perfectamente. Sin embargo, este trastorno sí que puede causar determinadas complicaciones respiratorias y dificultades en el bebé para dormir.
Esofagitis y falta de sueño por reflujo
El esófago se irrita fácilmente si entra en contacto con los juegos gástricos. Se trata de la esofagitis. Si este contacto se produce con mucha frecuencia, como en el caso del reflujo gastroesofágico, el esófago se inflama y produce al niño una sensación de ardor muy fastidiosa.
Por ello, el niño llora con frecuencia y expresa disgusto. Si esto sucede por la noche, tendrá, además, muchas dificultades para conciliar el sueño y dormir.
En los casos más graves, la inflamación profundiza en la pared del esófago y, cuando se cura, su cicatriz puede provocar un estrechamiento de dicho órgano.
Complicaciones respiratorias
Los lactantes afectados por el reflujo gastroesofágico sufren frecuentes regurgitaciones. La leche agria, al subir hacia la boca, puede ir a parar con cierta facilidad a la laringe (que está en la entrada de la tráquea), a la propia tráquea e incluso a los bronquios.
En general, la regurgitación solo llega a la laringe. Esto provoca una tosecita rebelde que puede persistir mucho tiempo en los niños que sufren reflujo. Pero, con cierta frecuencia, las sustancias extrañas que han penetrado en los bronquios causan bronquitis en el niño y, a veces, incluso pulmonías, que se manifiestan con fiebre y dificultades respiratorias.
Actualmente, también se considera que el contacto directo de la leche con la mucosa de las vías respiratorias (tráquea y bronquios) produce sensibilización y es causa de una alergia que, en un segundo momento, pueda manifestarse con ataques de asma en el niño.
El peligro más grave para un niño que sufre reflujo gastroesofágico es la posibilidad de asfixia. Esto ocurre algunas veces debido a un reflejo que puede desencadenarse en el lactante cuando penetra en su tráquea un cuerpo extraño, aunque sea muy pequeño.
Cómo prevenir el reflujo
Evitando que el estómago se llene de aire, se disminuye la probabilidad de que regurgite.
- Durante la comida, el niño debe estar sentado o en posición erguida y, tras la comida, se le debe dejar que haya el eructo. De este modo, eliminará el aire ingerido. Después de la comida, no se le debe zarandear, sino que debe estar semitumbado y no hay que ponerle inmediatamente en la cuna. Cumplidos los seis meses, se le puede dejar semitumbado en la hamaca o bien en la sillita de paseo.
- Durante el sueño, se aconseja que descanse boca arriba con la cabeza más elevada que los pies. Hay que procurar que el pañal no le apriete.
- Durante y después de la comida, es bueno procurar que el niño haga el eructo. Para ello interrumpiremos de vez en cuando la toma, le pondremos en posición erguida y le daremos unos golpecitos en la espalda.
Otros remedios para el reflujo
- Si el niño toma abundantes comidas, es más fácil que regurgite. No forzándolo a terminarse la comida, se disminuye la probabilidad de que regurgite.
- Si toma el pecho, se le puede separar después de 20 minutos y darle un solo pecho, vaciando el otro. Si, por el contrario, toma el biberón, se puede disminuir la cantidad de leche en 30 ml. Tambie hay que evitar forzarle para que se acabe el biberón.
- Es importante esperar al menos dos horas y media enre una comida y la siguiente. De este modo, tendrá tiempo para que el estómago se vacíe antes de la siguiente comida.
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Se debe disminuir el tiempo durante el cual el niño succiona el chupón. Así se evita que se acumule aire en el estómago.
Cuestionario para saber si tu bebé tiene reflujo
- Regurgitación frecuente . ¿El pequeño tiene regurgitaciones frecuentes, incluso varias horas después de haber comido?
- Problemas de acidez. ¿El bebé muestra una expresión de desagrado, como si notara un gusto ácido, cuando regurgita?
- Hipo. ¿El bebé tiene hipo más de una vez al día?
- Rutina habitual. ¿El bebé padece regurgitaciones, de forma habitual, horas después de haberse alimentado?
- Vómitos abundantes. ¿El pequeño experimenta episodios recurrentes de vómitos?
- Inquietud. ¿Suele mostrarse muy agitado e intranquilo?
- Crisis de llanto. ¿Padece crisis de llanto por el dolor provocado por la regurgitación?
- Alimentación difícil. ¿Alimentar al bebé resulta difícil, a pesar de que el pequeño se muestre hambriento?
- Flexionar el cuello hacia un lado. ¿Tiene tendencia a mantener el cuello flexionado hacia un lado, como si tuviera un problema muscular?
- Sueño interrumpido. ¿Al bebé le cuesta dormir y es incapaz de descansar dos o tres horas seguidas?