Te puede interesar…










































Los ácaros son pequeños animales, parecidos a arañas diminutas, que causan una de las principales alergias. ¿Cómo son exactamente estos animales? ¿Qué enfermedades causan? ¿Qué medidas hay que tomar para prevenir las alergias a los ácaros y para combatirlos?
Los ácaros son pequeños animales, que no se pueden ver a simple vista. Se parecen a diminutas arañas a las que les gusta mucho la humedad. Para hacernos una idea, un gramo de polvo contiene de 2,000 a 15,000 ácaros.
Estos animalitos anidan en los colchones, almohadas, cojines, sofás, alfombras, peluches. Y se denominan dermatophagoides, término de origen griego que significa "comedores de piel". Y es que los ácaros se nutren de materiales orgánicos.
La alergia es una reacción inmunológica exagerada del organismo ante una sustancia extraña. Esta sustancia o alergeno, generalmente, es proteica y puede ser de origen natural o artificial.
La de origen natural, por ejemplo, se encuentra en el polen, en el pelo de los animales, en algunos alimentos y en los mohos. La artificial está presente en fármacos y derivados, o en detergentes, entre otros. Ambas pueden ocasionar diferentes reacciones en distintos órganos, como la piel, los ojos, la nariz, los pulmones y los intestinos.
Los ácaros se consideran uno de los principales alergenos de tipo natural. Sin embargo, este tipo de alergia raras veces aparece durante la primera infancia. Y es que, para manifestarse, es preciso haber estado de dos a tres años en contacto con el alergeno.
(Te interesa: Alergias infantiles: cómo identificarlas y tratarlas)
Generalmente, los niños alérgicos a los ácaros del polvo presentan los siguientes síntomas:
- Trastornos de tipo respiratorio, como rinitis y asma. La rinitis, más que a través de una abundante producción de moco, casi siempre se manifiesta por lo contrario, es decir, por tener la nariz tapada.
- Algunos niños pueden padecer una tos persistente y crónica.
(Te interesa: Remedios para la tos del bebé y del niño)
- En ocasiones, la alergia también suele ir acompañada de formas dermatológicas. Por ejemplo, puede aparecer una dermatitis atópica o eccema. Esta inflamación pruriginosa puede afectar a las mejillas, las orejas y la frente, y la una sensación granulosa al tacto. Estas reacciones también se pueden extender a los pliegues de los codos, a las corvas (la parte de la pierna opuesta a la rodilla), el dorso de las manos y la zona del pulgar.
Estos síntomas son parecidos a los de otras alergias, por lo que no deben confundirse. Por ejemplo, la rinitis y el asma también pueden aparecer en la alergia al polen y en la producida por el pelo de los animales. Sin embargo, si bien las manifestaciones son casi iguales, la época en que aparecen es distinta.
La alergia más frecuente, la producida por el polen o "fiebre del heno", se manifiesta en primavera, cuando florecen las plantas que producen alergenos. La alergia producida por los mohos aparece a finales de verano y en otoño.
Sin embargo, las rinitis ocasionadas por los ácaros es poliestacional. Esto significa que puede aparecer en cualquier período, debido a la presencia constante de los ácaros que la producen. Puede agravarse, eso sí, durante el cambio de las estaciones, en otoño y en primavera. En estos períodos, es cuando los ácaros se reproducen y su concentración es aún mayor.
Para descubrir sin posibilidades de error la causa de la alergia, el niño se debe someter a un test. Los hay de dos tipos: el efectuado sobre una muestra de sangre o bien sobre la piel.
De sospecharse la existencia de una alergia producida por ácaros, se efectúa el test cutáneo, llamado prick test. Para ello se emplea una cantidad de alergeno, que el médico coloca encima de la piel del antebrazo del pequeño, que después pincha para que el líquido penetre en las capas superficiales de la piel.
Cuando el niño es alérgico, aparece una pápula con enrojecimiento. El prick test, muy fácil de realizar, proporciona una respuesta rápida e inmediata.
Quienes tienen niños alérgicos a los ácaros deben tener en cuenta las siguientes reglas:
(Te interesa: Los errores más frecuentes en la higiene del bebé)
Sobre este tema hay opiniones encontradas. Antes, se consideraba que los animales domésticos, perros y gatos, eran los principales portadores de ácaros existentes en las casas. Sin embargo, actualmente, esto ya no es así.
Según unas recientes investigaciones efectuadas en Suecia, la presencia de perros y gatos en la casa desempeña, por contrario, un papel protector. Con el paso de los años, los niños que han tenido animales en su casa corren menos peligros de sufrir alergias que aquellos que no los han tenido y entran en contacto con los mismos siendo ya mayores.
Te puede interesar…