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El parto es el proceso fisiológico en el que finaliza la gestación y se produce el nacimiento del bebé. Es una experiencia diferente para cada mujer y no se puede conocer hasta que ocurre.
Todos los partos son distintos en duración y vivencia, incluso los partos de una misma mujer. No obstante, la mayoría de las veces, encontramos cuatro fases de parto, que describimos a continuación.
Los pródromos de parto son contracciones que preparan el cuello del útero para el inicio del parto. Este período puede durar horas o incluso días (incluyendo períodos en los que no hay contracciones).
La duración de estas contracciones dependerá de cada mujer y de cada parto. Son contracciones irregulares, tanto en intensidad como en tiempo y duración. A diferencia de las contracciones de Braxton Hicks (contracciones que se producen a lo largo del embarazo y que no son dolorosas ni molestas), estas sí son notables y, a veces, pueden resultar dolorosas.
A lo largo de las contracciones, el cuello del útero se va ablandando y va cambiando de posición: si, normalmente, se encuentra en la zona posterior de la vagina, en la fase de pródromos, se desplaza hasta llegar al centro, y su longitud, que es de unos 3-4 cm, desaparece prácticamente por completo. En esta fase, el cuello del útero también se empieza a dilatar.
Durante este proceso, se puede producir la pérdida del tapón mucoso, que va acompañada también por una pérdida de sangre escasa (de color amarronado y en cantidad mucho menor que una menstruación), provocada por el rompimiento de algún vaso sanguíneo pequeño cuando se producen las modificaciones en el cuello del útero.
Durante esta fase, el bebé inicia el proceso para encajar la cabeza en la pelvis y favorecer, así, las modificaciones del cuello del útero.
La segunda fase del parto es la de la dilatación. Es el momento en el que se entiende que el parto está activo y la probabilidad de que las contracciones cesen es baja.
Las contracciones son regulares en duración y tiempo, y van aumentando progresivamente en intensidad hasta estabilizarse. Se producen de dos a cinco contracciones cada diez minutos, en función de cada mujer y de cada parto.
El cuello del útero está completamente borrado y la dilatación va aumentando desde los 3-5 cm hasta alcanzar los 10 cm, cuando se considera que la dilatación es completa.
El bebé está encajado y va descendiendo por la pelvis, provocando molestias y presión en diferentes puntos del sacro, del pubis y de los laterales de la pelvis, en función de la posición y el descenso de la cabeza. Estas molestias ayudarán a encontrar la mejor posición para favorecer el descenso según la colocación de la cabeza.
Cuando las contracciones son rítmicas en intensidad, tiempo y duración, es el momento de acudir al hospital si así se desea.
Llegados a este punto, el dolor se vuelve más intenso. Es preciso escuchar las necesidades del cuerpo en cada momento y adoptar la posición más cómoda, que puede variar de una contracción a otra.
El expulsivo tiene lugar desde la dilatación completa hasta el nacimiento del bebé. La duración de esta fase es variable y depende de diferentes factores, como el número de hijos previos o si la mujer lleva puesta la epidural; hay que tener en cuenta que este tipo de anestesia, a veces, puede ralentizar el trabajo de parto.
En los partos naturales, las contracciones en esta fase pueden darse con menos frecuencia, pero son más intensas y largas.
La cabeza del bebé va descendiendo y rotando por el canal del parto hasta el exterior. En función de la posición, la mujer, puede sentir presión en el sacro, en el pubis o en los laterales de la pelvis.
Es la fase en la que se producen los pujos, que son espontáneos en partos naturales y en partos con epidural a bajas dosis, o dirigidos por los profesionales si la mujer no nota las contracciones a causa de la anestesia.
La movilización continua es importante durante todo el proceso, pero, durante el expulsivo, adquiere un papel fundamental, para permitir que el bebé descienda por todo el canal de una manera más fácil.
Finalizado el nacimiento del bebé, se produce la salida de la placenta. La placenta es la estructura que se encuentra pegada al útero y de la cual surge el cordón umbilical. Se encarga de nutrir y filtrar los desechos del bebé dentro del útero.
Tras la salida del bebé, se producen más contracciones, pero de menor intensidad que las del momento de dilatación o parto; de hecho, hay mujeres que casi no las sienten. Estas contracciones favorecen la expulsión de la placenta y ayudan a la contracción del útero para evitar una pérdida masiva de sangre.
El período de alumbramiento puede durar de entre cinco minutos a una hora.
Es el momento en el que se realiza el piel con piel inmediato, y se proporcionan los primeros cuidados al recién nacido, sin separarlo de la madre en ningún momento.
En este período, también se inicia la lactancia materna. Es importante dejar que el recién nacido se tome su tiempo para oler y explorar el pecho, y realice el primer agarre de forma espontánea.
Laura Ibáñez Lax
Especialista del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital del Mar (Barcelona).
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