Qué fácil ser padre (ser madre, no tanto)

21 Nov 2025
papá relajado y mamá estresada

Ser padre hoy parece sinónimo de implicación, ternura y reconocimiento social. Ser madre, en cambio, sigue siendo sinónimo de exigencia, culpa y agotamiento. La paradoja no es nueva, pero en tiempos de “paternidades modernas” y redes sociales que celebran cada gesto masculino como heroico, la desigualdad en la crianza se mantiene más viva que nunca.

La diferencia entre ayudar y compartir

“Qué fácil es todo para ti”, le dice una madre a su pareja en el artículo viral que ha encendido el debate. “A poco que hagas, tus hijos te adoran. Yo pierdo la paciencia y me lo echan en cara, tú haces lo mismo y con dos bromas te los ganas otra vez.”

Esa frase resume la sensación de muchas mujeres que cargan con la responsabilidad invisible del cuidado diario. Ellas planifican, anticipan y sostienen; ellos “ayudan”, y por hacerlo, reciben aplausos.
Según la antropóloga Julia Cañero Ruiz, “cuando los hombres se incorporan a los cuidados, el trabajo es el mismo, pero socialmente tiene más prestigio”. Lo decía en un artículo para Pikara Magazine (2022), en el que denunciaba que los cuidados realizados por mujeres siguen considerándose parte de su deber natural, mientras que los de los hombres son vistos como un mérito extraordinario.

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La maternidad: carga física y emocional

Más allá de los gestos, no hay igualdad posible entre maternidad y paternidad si se parte de que las mujeres asumen una carga física, mental y emocional mayor. Embarazos, partos, lactancias, pospartos y noches sin dormir configuran una experiencia profundamente desigual desde el origen.

La escritora danesa Olga Ravn, en su libro Mi trabajo (Anagrama, 2025), reflexiona:

“Todo lo que nos rodea convierte a las mujeres en máquinas de preocupación, y preocuparse es un trabajo, una obligación.”

Esa “preocupación estructural” no desaparece cuando el padre se involucra. Ella sigue siendo quien lleva la cuenta de vacunas, comidas, mudas, horarios y estados de ánimo; quien despierta al menor ruido y quien carga con la culpa si algo sale mal.

El psicólogo perinatal Máximo Peña, en Paternidad aquí y ahora (Arpa, 2023), advierte sobre una figura cada vez más común: el “padre usurpador”, aquel que se involucra en la crianza pero, en lugar de cooperar, entra en competencia con la madre, cuestionando incluso la lactancia o las decisiones de cuidado. Según Peña, “el igualitarismo mal entendido puede terminar robando espacio emocional y simbólico a quien históricamente lo ha sostenido todo.”

“Padrazos” y el listón desigual

En redes sociales, los padres que cambian pañales, cocinan o acompañan al pediatra reciben cientos de comentarios celebrando su “entrega”. Las madres que hacen lo mismo, en cambio, no generan titulares: su esfuerzo se da por hecho.

El periodista y escritor Manuel Jabois escribió en Manu (Pepitas de Calabaza, 2013):

“Un padre puede serlo todo para un hijo, menos la madre que lo parió durante nueve meses y todos los que vienen después.”

El listón de las madres, dice Jabois, está altísimo. El de los padres, a varios metros más abajo. Y cada pequeño gesto masculino parece suficiente para ganarse la medalla de “padrazo”.

Esto no significa que los padres no enfrenten desafíos reales. Significa que el reconocimiento no debería depender del género, sino del compromiso compartido. La corresponsabilidad no es “ayudar”, es asumir el mismo nivel de carga y desgaste, incluso cuando nadie lo ve.

La mirada mexicana: avances, pero a paso lento

En México, las brechas siguen siendo evidentes. De acuerdo con datos del INEGI (2024), las mujeres destinan casi el triple de horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados que los hombres. Además, solo el 7% de los padres solicita permisos de paternidad cuando nacen sus hijos, según cifras del IMSS.

El discurso de la “paternidad moderna” gana terreno en redes, pero el cambio estructural avanza más despacio. Las madres mexicanas —en especial aquellas que trabajan fuera del hogar— siguen sosteniendo la mayor parte de la logística familiar y emocional.

“Los hombres no necesitan competir por ser iguales, sino comprometerse por compartir”, resume la socióloga mexicana Mariana Ledesma, experta en género y familia.

Qué fácil ser padre (ser madre, no tanto) no es una crítica a los hombres involucrados, sino una invitación a mirar con honestidad la desigualdad emocional y práctica que aún persiste en la crianza.
La paternidad actual no debería buscar aplausos, sino alianzas reales, donde ambos padres se reconozcan como equipo y donde la sociedad deje de glorificar lo que debería ser normal: cuidar, criar y estar presentes.

El reto no es ser “padrazo” ni “supermamá”, sino construir una crianza compartida y consciente que libere a ambos de los viejos roles.

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