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Obesidad infantil: causas, riesgos y remedios
La obesidad infantil es una cuestión de salud. Si un niño o un bebé sufre sobrepeso, ya desde los primeros meses, corre el riesgo de sufrir trastornos importantes en el futuro. Te explicamos las causas y los riesgos de la obesidad infantil.
A nivel mundial, entre 1980 y 2015, la prevalencia de la obesidad infantil aumentó del 3.9 al 7.2% en los niños y del 3.7% al 6.4% en las niñas de dos a cuatro años. En EEUU, uno de cada cuatro niños sufre sobrepeso y, en nuestro país, son también los que tienen más problemas de sobrepeso. Aproximadamente, el 12% de los niños sufre sobrepeso, mientras que el 14% se encuentra en una situación de obesidad.
Son datos alarmantes, puesto que estos pequeños no solo son más propensos a sufrir enfermedades (sobre todo, del tipo metabólico) desde la más tierna infancia, sino que continúan siendo obesos en la edad adulta, con el consiguiente riesgo de sufrir patologías más graves, que inciden en la calidad de vida.
Dada la emergencia mundial planteada por esta situación, los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobaron "lograr que no aumente el sobrepeso infantil para 2025" como una de las seis metas mundiales de nutrición en el "Plan de aplicación integral sobre nutrición materna, del lactante y del niño pequeño".
El papel de los padres es clave en el manejo de los comportamientos que afectan al equilibrio energético de los niños (dieta, actividad física, uso de medios y sueño). Esto también incluye los entornos a los que los niños están expuestos y la adopción de los propios hábitos de comportamiento de los padres por parte de los niños.
Por ello, las intervenciones de prevención de la obesidad infantil basadas en la familia, estableciendo hábitos saludables en una etapa temprana de la vida, son fundamentales dada la dificultad de cambiar los comportamientos más adelante.
(Te interesa: Glosario de enfermedades del bebé y del niño)
Causas de la obesidad infantil
- El aumento de peso en los niños se debe en parte a una ingesta elevada de energía, que a menudo incluye una cantidad desproporcionada de carbohidratos refinados y alimentos procesados, acompañado de falta de ejercicio físico.
- Pero hay que tener otros factores, como los ambientales, conductuales, biológicos y genéticos.
- Además, el entorno "obesogénico" en expansión induce al consumo de alimentos y bebidas ricos en calorías, pero con apenas nutrientes, y promueve estilos de vida sedentarios mediante la reducción de oportunidades de movilidad activa en la vida diaria.
- El estado de salud materna durante el embarazo, el entorno intrauterino obeso y cambios rápidos en el estado de peso durante la infancia también contribuyen a la obesidad en los niños.
- Cada vez más estudios plantean la hipótesis de que la microbiota intestinal puede identificarse como un factor novedoso, que desempeña un papel importante en la obesidad. La composición bacteriana intestinal en la madre se ve alterada por la obesidad antes y durante el embarazo, transmitiéndose a su descendencia.
La obesidad materna es un predictor clave de obesidad infantil y complicaciones metabólicas en la edad adulta. - Otro factor que puede predisponer al aumento de peso en los niños es la calidad del sueño. Se ha comprobado cómo las intervenciones dirigidas a promover la duración del sueño pueden mejorar el Índice de Masa Corporal (IMC) de los niños, así como los comportamientos dietéticos y de actividad física.
- Además, el hecho de que uno o los dos progenitores sean obesos representa un factor de riesgo importante para la aparición del problema en un niño. Las probabilidades de heredar el sobrepeso oscilan entre el 60 y el 70 por ciento.
Riesgos de la obesidad infantil
La obesidad infantil tiene importantes consecuencias a corto y largo plazo.
Los riesgos de la obesidad infantil a corto plazo son:
- Las alteraciones ortopédicas (como rodillas en forma de X y pies planos).
- Problemas neurológicos, pulmonares, gastroenterológics y endocrins, así como insulino-resistencia, hipertensión y diabetes de tipo 2.
- Además, tienen más probabilidades de sufrir comorbilidades psicológicas como depresión, ansiedad, baja autoestima, una serie de trastornos emociones y conductuales.
Los riesgos de la obesidad infantil a largo plazo son:
- El sobrepeso u obesidad infantil aumenta el riesgo de desarrollar en la edad adulta enfermedades cardiovasculares.
- Problemas de diabetes.
- Algunos cánceres y trastornos musculoesqueléticos, que afectan a la calidad de vida y que puede provocar muerte prematura.
El tratamiento de la obesidad en el adulto resulta complicado, por lo que es importante actuar en la niñez.
Consejos básicos para la prevención de la obesidad infantil
- Con el fin de prevenir la obesidad infantil, es imprescindible un enfoque multifactorial desde edades tempranas, en el que los padres tienen un papel protagonista, pero no exclusivo. Es necesario incluir a los cuidadores y a la comunidad como parte de esta prevención. Los padres y cuidadores deben servir como modelos positivos a seguir.
- En el marco de una guardería o de la primaria, las medidas que combinan la actividad física, así como la promoción o el modelado de buenos hábitos alimentarios, han demostrado ser muy beneficiosas.
- En los primeros años, el niño pasa de tomar leche exclusivamente a introducir de manera progresiva todos los alimentos en su dieta. Aprende paulatinamente a mamar y a tragar, a manipular alimentos, a descubrir olores, gustos y texturas, para ir, poco a poco, adaptándose a la alimentación del resto de la familia. Las experiencias basadas en hábitos saludables en la primera infancia son claves en la prevención del sobrepeso y la obesidad.
- Entre estos hábitos saludables, se incluye una dieta variada y equilibrada, actividad física regular, asegurar un tiempo suficiente para dormir y relajarse.
- Además, la publicidad de alimentos especialmente dirigida a niños en edad preescolar tiene una influencia negativa, que hay que evitar.
Recomendaciones alimentarias en edad infantil
- Inicio inmediato de la lactancia materna en la primera hora de vida.
- Lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses de vida. La lactancia materna juega un papel central en la prevención del sobrepeso y la obesidad.
- Introducción de los alimentos complementarios seguros y nutricionalmente adecuados a partir de los seis meses, continuando la lactancia materna hasta los dos años o más.
- Empezar a los seis meses con pequeñas cantidades de alimentos y aumentarlas gradualmente a medida que el niño va creciendo.
- Aumentar gradualmente la consistencia y variedad de los alimentos.
- Aumentar el número de comidas: dos a tres al día para los lactantes de 6 a 8 meses, y tres a cuatro al día para los de 9 a 23 meses, con uno o dos refrigerios adicionales si fuera necesario (pero no es obligatorio).
- A la edad de un año, los niños ya deben comer sentados con la familia.
- En el momento de la comida, debe de haber una atmósfera positiva, sin distracciones externas: por ejemplo, la televisión.
- La dieta debe ser variada, introduciéndose poco a poco nuevos alimentos ricos en nutrientes, a ser posible del entorno y estacionales.
- Consumo preferente de vegetales: verduras, frutas, cereales integrales, papas y legumbres.
- Elegir preferiblemente las carnes y pescados magros.
- Evitar la grasa visible, la piel de las aves de corral y los sesos por su alto contenido graso.
- Se aconseja el consumo de pescado frente a la carne por su menor contenido energético y su mejor perfil graso.
- Limitar el consumo de embutidos (ricos en grasa saturada, colesterol y sal).
- Promover el consumo de legumbres cocinadas sin grasas.
- La leche y yogures son claves en el desarrollo y crecimiento del niño. Además de contener nutrientes como vitaminas, minerales y grasas, es una importante fuente de proteínas de alto valor biológico, que ayudan al crecimiento y mantenimiento de la masa muscular y estructura ósea, sacian y mejoran el gasto calórico.
- Evitar los fritos y empanizados. Es preferible utilizar técnicas culinarias como a la plancha, al vapor y al horno. Los purés son una buena opción.
- Beber agua simple como fuente de hidratación.
- Evitar alimentos procesados.
- Limitar el consumo de dulces y evitar añadir azúcar a los alimentos.
Después de la edad preescolar, existe una correlación estrecha y directa entre el desarrollo de la obesidad, el tamaño de las comidas y el consumo de bocadillos poco saludables entre comidas.
La educación de la alimentaria durante esta etapa no solo tiene como objetivo conseguir un buen estado nutricional, sino también enseñar al niño a comer bien. De este modo, se sientan las bases de unos hábitos saludables en la edad adulta.
Por lo tanto, la formación nutricional de los padres es muy importante, ya que son ellos los encargados de transmitir e inculcar día a día al pequeño las claves de una dieta sana, indispensable para evitar problemas de salud en el futuro.
Pilar Puértolas. Nutricionista Grupo Virtus
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