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Qué es un embarazo molar o mola hidatiforme
El final de la gran mayoría de los embarazos es el nacimiento de un bebé sano. Sin embargo, lamentablemente, en ocasiones, las cosas pueden ir mal. Es el caso del embarazo molar, que acaba con la pérdida del bebé y que puede resultar mortal para la embarazada.
El embarazo molar es más habitual en mujeres de más de 40 años y se debe a que el óvulo fecundado crece de forma anormal y se convierte en una masa de quistes, llamada mola hidatiforme.
Debido a que en este tipo de embarazos el óvulo no se desarrolla de la forma en que debería hacerlo, o directamente no existe, siempre finaliza con la pérdida del bebé. Además, es un embarazo que supone un gran riesgo para la madre, por lo que es necesario interrumpirlo en cuanto se conoce su existencia.
Podemos diferenciar dos tipos de embarazo molar. En el embarazo molar completo, la placenta es anormal y no existe ningún feto. Sin embargo, en el embarazo molar parcial, la placenta también es anormal, pero existe un desarrollo fetal que generalmente no es normal.
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Síntomas y diagnóstico de la mola hidatiforme
Dado que la mola hidatiforme, que se encuentra en el útero como en un embarazo habitual, crece rápidamente, el aumento de volumen que se produce en el abdomen de la madre no es el mismo que en un embarazo normal. Además, las náuseas y los vómitos suelen ser intensos y habituales, y, a veces, aparecen hemorragias vaginales.
Otros síntomas son el aumento del ritmo cardiaco, preeclampsia, pérdida de peso, inflamación en las piernas o la expulsión, a través de la vagina, de materia similar a granos de uva.
En la fase inicial de la gestación, es difícil diagnosticar un embarazo molar. A medida que avanza el proceso, el médico puede explorar la zona pélvica para ver si existen cambios inusuales en la forma o el tamaño del útero. Además, en estos embarazos, no se detectan movimientos fetales ni latidos cardiacos y, en la ecografía, se verá que la placenta no es normal.
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Tratamiento y pronóstico del embarazo molar
En un embarazo molar, es necesario eliminar la mola hidatiforme. En el 80% de los casos, la mola no es cancerosa por lo que, tras la intervención, la mujer podrá volver a quedarse embarazada. Solo en algunos casos resulta necesario extirpar el útero.
Ocho semanas después de la eliminación de la mola, los análisis de sangre deberían indicar que la concentración de la hormona gonadotropina ha vuelto a la normalidad, pero no es conveniente volver a quedarse embarazada antes de un año. Si los niveles no se normalizan, o aumentan, deberán realizarse pruebas adicionales.
Si el embarazo molar se diagnostica a tiempo, el pronóstico es excelente y casi el 100% de las mujeres se recupera y puede volver a quedar embarazada. Sin embargo, en un 2-3% de los casos, las molas se convierten en coriocarcinoma y pueden extenderse a otras partes del cuerpo.