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Los cálculos biliares son pequeñas "piedras" que se forman en la vesícula biliar, un órgano encargado de almacenar la bilis. Esta sustancia ayuda a digerir las grasas. Cuando hay un exceso de colesterol o problemas en la movilidad de la vesícula, se forman estas piedras.
Durante el embarazo, el cuerpo produce más estrógenos y progesterona. Estas hormonas reducen la movilidad de la vesícula biliar y aumentan la concentración de colesterol en la bilis. Esto provoca estancamiento y favorece la formación de lodo biliar o piedras.
La mayoría de las veces, las piedras son asintomáticas. Pero cuando causan problemas, los síntomas incluyen:
Cuando no se atienden, pueden derivar en:
El diagnóstico se hace generalmente con ultrasonido, que es seguro durante el embarazo. Si no hay síntomas o son leves, se recomienda vigilancia.
Aunque no siempre se pueden prevenir, hay medidas que pueden ayudar:
Si una mujer ya tuvo cálculos, tiene mayor probabilidad de volver a presentarlos en embarazos futuros. Por eso se recomienda una valoración antes de planear otro embarazo.
Los cálculos biliares son frecuentes durante el embarazo por los cambios hormonales. Aunque muchas veces no causan problemas, es importante conocer los síntomas, prevenir complicaciones y consultar con el médico ante cualquier molestia abdominal. Una alimentación saludable, movimiento y control del peso pueden marcar la diferencia.
Pueden ser inofensivos si no causan síntomas. Pero si generan dolor o infección, pueden poner en riesgo la salud de la madre y el bebé.
Cuando hay dolor persistente, infección o complicaciones. Se prefiere el segundo trimestre para la intervención.
El lodo biliar suele desaparecer solo. Los cálculos pueden permanecer y requerir tratamiento después del embarazo.
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