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Estreñimiento en bebés y niños: causas, síntomas y tratamientos
El estreñimiento en bebés y niños es un trastorno gastrointestinal muy común en la infancia y que genera cierta preocupación en los padres. Conozcamos qué se entiende por auténtico estreñimiento y en qué consiste su tratamiento.
El estreñimiento en bebés y niños suele causar cierta preocupación en los padres. De hecho, el 25% de las consultas de gastroenterología pediátrica se deben al estreñimiento. Conoce cuáles podemos hablar de un estreñimiento auténtico, cuáles son sus causas, cómo diagnosticarlo y cuál es su tratamiento.
Estreñimiento en bebés y niños: qué es exactamente
El estreñimiento se define como la disminución de la frecuencia en la emisión de heces (menos de tres veces a la semana), cualquiera que sea su consistencia o volumen. Esta definición se amplía para aquellos casos de aparición de llanto en el niño o la niña al defecar, provocado por dolor, o cuando existe retención de heces, coincida o no con incontinencia fecal, considerando que este término, antes conocido como encopresis, se aplica al hecho de manchar las braguitas o los calzoncillos de caca.
Más del 90% de los casos de estreñimiento en la infancia son de origen funcional, lo que quiere decir que no existen alteraciones orgánicas estructurales ni alteraciones bioquímicas. Es muy importante saber que alrededor de una tercera parte de los niños o las niñas con estreñimiento funcional continuarán con síntomas pasada la pubertad. Por lo tanto, a pesar de que no se trata de un problema de salud grave, se ha de reconocer que estos pacientes tienen una peor calidad de vida que la población que no sufre estreñimiento, afectando tanto al bienestar físico como a la esfera emocional.
El estreñimiento de origen orgánico supone menos del 10% de los casos, tanto en lactantes como en preescolares, niños y adolescentes. Está provocado por enfermedades que pueden tener su origen en el aparato digestivo, pero también pueden tener una causa neurológica, endocrina, metabólica, medicamentosa, etcétera. Los síntomas de alguna de esas enfermedades, acompañando al estreñimiento, orientarán al pediatra en el diagnóstico.
Causas en lactantes y bebés
Es normal que los bebés de menos de seis meses sufran cambios en la frecuencia de evacuación de las heces, debido al proceso de maduración del intestino y del esfínter anal.
Así, los recién nacidos suelen hacer varias deposiciones al día, en general, relacionadas con las tomas de alimento, sobre todo en aquellos alimentados con leche materna.
Hay varias causas que lo explican: el aparato digestivo ha estado en reposo durante el embarazo y comienza a tener contacto con alimentos tras el nacimiento. Inmediatamente después de la comida, se producen movimientos intestinales que favorecen la defecación. Esto también puede ocurrir en adultos. Esta situación de automatismo se denomina reflejo gastrocólico, que, en el bebé, puede estar asociado a la ausencia de fuerza en el ano, lo que hace que, frecuentemente, los lactantes más pequeños hagan deposición inmediatamente después o durante la toma de alimento.
Pasadas algunas semanas desde el nacimiento, con frecuencia, los bebés pasan a hacer popó una sola vez al día o cada varios días, sin que las deposiciones cambien de aspecto, es decir, siguen siendo líquidas, amarillas y con grumos. Esta situación se debe, a veces, a que el intestino absorbe más cantidad de nutrientes, debido a lo cual se produce menos cantidad de heces, que se evacúan cada varios días sin que ello constituya una anormalidad.
Entre las dos y las ocho semanas de vida, hay lactantes que presentan episodios de llanto tras las tomas, acompañados de movimientos de flexión y extensión de las piernas, que se repiten diariamente varias veces al día y ceden solos.
Esta situación se denomina disquecia del lactante. La causa está en la maduración del ano, que pasa de estar abierto permanentemente a estar cerrado con fuerza. El bebé puede relajar el esfínter de forma voluntaria, pero no es capaz de hacerlo cuando el intestino se mueve, provocando un retortijón. De esta manera, cuando aparece el retortijón, que representa la necesidad de evacuar las heces, el ano permanece cerrado, provocando molestias y llanto. Este grupo de niños, en otros momentos del día, son capaces de relajar el ano y eliminar gases, pero no eliminan heces, ya que no existe el movimiento intestinal que las expulse.
Más pronto o más tarde, estos niños aprenden a coordinar estos procesos, que constituyen fases normales del desarrollo. No precisan ningún tipo de tratamiento, salvo paciencia.
Cuándo tiene lugar el auténtico estreñimiento
El auténtico estreñimiento en lactantes menores de seis meses es poco frecuente. Se caracteriza, en general, por la existencia de heces duras que provocan molestias, incluso dolor, al expulsarlas, y las causas pueden ser múltiples. En muchas ocasiones, aparecen al cambiar la leche materna por una de fórmula, y también ocurre con la introducción de la alimentación complementaria, con purés, papillas y alimentos sólidos. La presencia de dolor al defecar justifica la consulta con el pediatra.
Aunque no todos los bebés reaccionan de la misma manera ante la introducción de nuevos alimentos distintos a la leche materna, existen algunos alimentos que pueden provocar un enlentecimiento en la frecuencia de la defecación, así como el endurecimiento de las cacas. Los principales son:
- Arroz blanco. Es uno de los primeros alimentos en los que pensamos para la dieta cuando hay diarrea. Su efecto está condicionado por una elevada proporción de almidón entre sus nutrientes. Este efecto astringente puede corregirse administrando arroz integral.
- Pan blanco. La razón radica también en la elevada proporción de almidón, que constituye, prácticamente, la mitad de su composición, aparte de la pérdida casi total de fibra al eliminar el salvado.
- Plátanos maduros, no así los verdes, que son una importante fuente de fibra.
- Zanahoria y calabaza, sobre todo si se consumen hervidas.
- Carnes rojas. Al tener una digestión lenta, más pesada, pueden alterar el ritmo intestinal. Esto se puede subsanar si acompañamos las carnes rojas con verduras y hortalizas ricas en fibra.
Causas de estreñimiento en niños
- Sobre la base de que la dificultad para la emisión normal de heces puede deberse a varios trastornos diferentes, en los niños preescolares y escolares suele estar condicionada por una conducta que favorece la retención fecal. En ocasiones, se debe a cambios en la rutina diaria, como puede ser la eliminación del pañal o el padecimiento de alguna enfermedad, o acontecimientos con influencia emocional, como el cambio de domicilio o el nacimiento de un hermano.
- La existencia de pequeñas lesiones anales, como heriditas (fisuras), también puede ser causa desencadenante. A pesar de que, por definición, el síntoma fundamental del estreñimiento es la disminución de la frecuencia en las deposiciones (menos de tres veces por semana), hay niños que hacen caca cada día, pero de forma incompleta. Si esto es así, las heces se van acumulando y, periódicamente, se eliminan con mucho esfuerzo al ser más grandes y duras de lo que es normal. Pueden aparecer, entonces, fisuras anales, que complican aún más la situación.
- En otras ocasiones, el niño o la niña retrasa el momento de la defecación porque está distraído con otros asuntos o porque no quiere hacer popó en el inodoro de la escuela.
- Si el pequeño siente dolor al defecar, intentará aliviarlo o evitarlo retrasando la deposición. Las heces retenidas se van secando, se hacen más duras, más grandes y más difíciles, por tanto, de evacuar, lo que reforzará la “necesidad” de retener la deposición el máximo tiempo posible.
- Es muy típico que los niños pequeños se escondan detrás del sofá, de una puerta o bajo una mesa y se pongan en cuclillas haciendo esfuerzos. Con estos esfuerzos, el niño no trata de defecar, sino que lo que intenta es retener las heces porque sabe que el intento de evacuación es doloroso para él. El hecho de retener voluntariamente las heces, de manera continuada, provoca la relajación del esfínter anal interno y permite el escape de heces semilíquidas entre la masa fecal y la pared del recto a través del canal anal. El volumen de heces que se escapan suele ser pequeño y solo mancha la ropa interior. Este proceso se conoce como incontinencia fecal (antes encopresis).
Cómo se realiza el diagnóstico
En el momento actual, se utilizan, en general, unos criterios diagnósticos unificados (criterios de Roma III) para valorar si se trata de un auténtico estreñimiento.
En general, se deben presentar al menos dos de los siguientes síntomas durante un mes, en el caso de lactantes y preescolares, y durante dos meses, en escolares y adolescentes:
- Dos o menos deposiciones por semana.
- Al menos un episodio por semana de incontinencia fecal a partir del momento en el que el niño o la niña haya adquirido un correcto control de esfínteres.
- Historia de retención fecal voluntaria o de posturas de retención.
- Historia de defecación dolorosa o evacuación de heces duras.
- Presencia de gran masa fecal en el recto.
- Historia de heces muy grandes, que pueden embozar el inodoro.
- Además, puede haber irritabilidad, anorexia (falta de apetito) o sensación de saciedad precoz, que mejora tras la evacuación de una gran deposición.
Al realizar la anamnesis (interrogatorio), en la historia clínica, hay una serie de datos muy útiles en la evaluación del paciente con estreñimiento, que la familia puede tener recogidos, incluso anotados: antecedentes familiares de estreñimiento, antecedentes de enfermedades que puedan o no influir en el problema, descripción del hábito intestinal del niño o la niña, fecha de inicio y duración de los síntomas y “gravedad” de los mismos, dificultades durante el adiestramiento para el control de los esfínteres, factores precipitantes, como cambios de domicilio o nacimiento de un hermanito, uso de laxantes orales, supositorios, infusiones, etc.
La exploración física debe ser completa y se valorará el estado de crecimiento del niño (peso y talla). El pediatra o el gastroenterólogo pediátrico incidirán en aquellos aspectos que pueden ayudar al diagnóstico de la causa, como puede ser distensión abdominal, fisuras anales o presencia de heces alrededor del ano.
Las exploraciones complementarias no se realizan de manera rutinaria. Los estudios radiológicos y analíticos se reservarán para los casos en los que existan signos de alarma o que no responden al tratamiento.
Estreñimiento en bebés y niños: cómo tratarlo
- En el caso de estreñimiento orgánico, una vertiente del tratamiento se dirigirá a la causa, en lo posible.
- En cuanto al estreñimiento funcional, el hecho de que los criterios para diagnosticarlo nos dicen que los síntomas deben estar presentes durante un mes en lactantes y preescolares y durante dos meses en niños más mayores, no quiere decir que debamos esperar uno o dos meses para iniciar el tratamiento.
- Por lo que respecta a los tratamientos no farmacológicos, sigue habiendo pocos estudios que evalúen su eficacia, como ocurre con el ejercicio físico, la ingesta extra de líquidos, el uso de prebióticos o probióticos, la terapia conductual y otros.
- En cuanto al uso de medicinas alternativas, no existe clara evidencia que demuestre su eficacia y, por consiguiente, no son, en general, recomendadas en pediatría.
- Asimismo, debemos huir del uso de laxantes por cuenta propia, sean por vía rectal o por vía general, que pueden llegar a ser perjudiciales para estos pacientes.
- El tratamiento debe ser indicado por el pediatra o el gastroenterólogo y debe conseguir la evacuación completa de las heces en cada deposición. Dado que el tono muscular del colon (intestino grueso)se recupera en la infancia, no se crea dependencia de los laxantes a largo plazo.
- En el tratamiento, está incluido el adiestramiento en el control de esfínteres para conseguir una defecación regular, recompensando el esfuerzo más que el éxito, que se iniciará cuando se haya restaurado la percepción de recto lleno y la defecación sea indolora. Lo mismo sucede con las fibras alimentarias.
Dr. Luis González Trapote
Pediatra
Grupo de investigación y Docencia en Pediatría Extrahospitalaria (GRINDOPE)