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"No tengo leche y no puedo darle el pecho"
Todas las mujeres tienen leche. Sólo hay que dejarse ayudar por la persona adecuada y no rendirse fácilmente.
Muchas mujeres creen que no son aptas para dar el pecho a sus bebés porque no experimentan la subida de la leche. Se trata de un error, un falso mito. Todas las mujeres tienen leche y la llegada de ésta sólo depende de que el bebé se prenda al pecho y succione.
"No pude dar el pecho a mi hijo porque no tenía leche". Seguro que en más de una ocasión has escuchado esta frase. Es una de las creencias más comunes. La verdad es otra: la llegada de la leche depende únicamente de que el recién nacido se prenda al pecho lo antes posible, desde los primeros instantes de vida. Y la cantidad de leche viene determinada por el ritmo de succión. Es decir, cuanto más succiona el niño, más leche se tiene y, por el contrario, si por alguna razón se le deja de dar el pecho, el volumen de leche disminuirá.
Con las tetadas del bebé, las glándulas mamarias reciben el mensaje que les permite segregar leche según las necesidades específicas de cada niño, asegurando así, su correcto crecimiento. En cualquier caso, existen tres reglas de oro que se deben seguir si se quiere tener una lactancia materna perfecta:
• Poner al niño al pecho lo antes posible.
• Darle de mamar siempre que lo pida, es decir, haciendo caso a sus demandas de hambre o de saciedad, sin atenerse a horarios rígidos o a esquemas preestablecidos.
• No darle líquidos distintos a la leche materna. Beber proporciona un sentido de saciedad y altera el apetito del niño, haciendo que sea más perezoso a la hora de succionar. Sin contar con que la lactancia proporciona al pequeño todo el líquido que necesita.