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La viruela del mono (viruela de los simios, viruela símica o monkeypox) es una enfermedad muy poco frecuente, aunque endémica en zonas centrales y occidentales del continente africano. Fue descrita por primera vez en 1958, cuando surgieron dos brotes de una enfermedad similar a la viruela humana en colonias de monos destinados a la investigación médica, en Dinamarca. De ahí, el nombre de “viruela del mono”.
El primer caso humano de viruela del mono se registró en 1970 en la República Democrática del Congo, en pleno período de intensificación de los esfuerzos para erradicar la viruela humana.
Se trataba de un niño de nueve años, el único miembro de su familia que no había recibido la vacuna contra esa enfermedad.
Se desconoce dónde se origina esta infección, que, a pesar de su nombre, podría no residir en monos. Se cree que se transmite a través de pequeños roedores, como ardillas listadas, ardillas arborícolas, ratas de Gambia, lirones enanos africanos, primates y otras especies de las selvas tropicales africanas.
El aumento de los casos en África podría estar condicionado, por un lado, porque ya no se administra la vacuna contra la viruela humana, erradicada del mundo en el año 1980, y, por otro, por la ocupación por parte de humanos de territorios en los que residen animales portadores del virus, en el intento de abarcar más zonas cultivables, en detrimento de la fauna autóctona, condenada en tantos casos a la extinción.
Fuera de África, se han notificado más de 8,000 casos positivos; de ellos, cerca de 50 casos se han diagnosticado en México. La edad de los afectados oscila entre los tres y los 76 años, según los últimos datos ofrecidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La causa de la infección es un virus, el denominado virus de la viruela del mono, que pertenece al género Orthopoxvirus, de la familia Poxviridae. El género Orthopoxvirus también incluye el virus variola (que causa la viruela humana), el virus vaccinia (utilizado en la vacuna contra la viruela humana), el virus de la viruela bovina y el virus del molluscum contagiosum.
Se trata de una infección zoonótica, es decir, capaz de transmitirse entre animales y personas humanas. Se desconoce el reservorio natural de la viruela del simio. Sin embargo, los roedores africanos y los primates no humanos (como los monos) pueden albergar el virus e infectar a las personas.
La transmisión del virus de la viruela del mono se produce cuando una persona entra en contacto con el virus a través de otra, o bien a través de un animal portador o de objetos o materiales contaminados con el virus, que penetra en el organismo por alguna lesión de la piel, que puede ser tan pequeña que no es apreciable a simple vista. También puede hacerlo a través de las vías respiratorias o de las mucosas ocular, nasal, oral o genital.
Parece ser que la transmisión de persona a persona, que no es la forma habitual de transmisión, se produce, principalmente, a través de gotitas que se expulsan al respirar, toser o estornudar, por lo que se requeriría un contacto próximo prolongado.
Otros métodos de transmisión de persona a persona incluyen el contacto directo o indirecto con fluidos corporales o piel y mucosas. También se ha documentado la transmisión placentaria de una mujer infectada al feto.
Por lo general, la viruela del simio se presenta con más frecuencia en los niños, en los que el cuadro clínico suele ser más grave que el término medio, algo que sucede también en embarazadas.
Si bien el contacto físico estrecho es un factor de riesgo bien conocido para la transmisión, en este momento, no está claro si la viruela del mono puede transmitirse específicamente a través de las vías de transmisión sexual, ya que los primeros casos se dieron en varones homosexuales. Se necesitan más estudios para comprender mejor este riesgo, según la OMS.
Desde el punto de vista epidemiológico, la emergencia de la viruela del mono como patógeno humano probablemente esté causada por circunstancias de salud global, como el cambio climático, la explotación excesiva y descontrolada de la selva tropical, la mayor exposición a especies animales salvajes, los conflictos políticos y la violencia en áreas con presencia de la enfermedad, la elevada movilidad de las poblaciones por distintas causas y la disminución de la inmunidad de grupo.
Se estima que al menos el 70% de la población mundial no tiene inmunidad frente a la viruela humana y del mono, tras la erradicación de la primera en 1980 y el cese de su vacunación unos años antes.
En general, la aparición de los síntomas sigue el siguiente patrón:
El exantema de la viruela puede recordar al de otras enfermedades exantemáticas, como la varicela, si bien hay una serie de características que las diferencian claramente:
Los casos más graves ocurren, clásicamente, en niños y jóvenes, ya que las personas de más de 50 años, que fueron vacunadas contra la viruela humana, parecen conservar cierta protección contra la viruela del mono.
Este no es el caso de los más jóvenes, que pueden ser más susceptibles de padecer esta infección, debido al cese de las campañas de vacunación contra la viruela humana en todo el mundo después de la erradicación de la enfermedad en 1980. Asimismo, las deficiencias inmunitarias subyacentes pueden ser causa de una peor evolución de la enfermedad.
A lo largo de la historia, la tasa de letalidad de la viruela del mono ha oscilado entre el 0% y el 11% en la población general, y ha sido mayor entre los niños pequeños. Recientemente, la tasa de letalidad ha sido de alrededor del 3%-6%.
Las complicaciones incluyen sobreinfecciones bacterianas, bronconeumonía, sepsis y encefalitis (infección del sistema nervioso central). La afectación ocular puede ocasionar daño corneal permanente y ceguera.
El tratamiento para la viruela del mono es, fundamentalmente, sintomático, orientado a reducir los síntomas de cara a hacer más soportable el cuadro clínico, y está basado en una medicación antitérmica, analgésica y antiinflamatoria.
La prevención de la viruela del mono se basa en dos pilares fundamentales: medidas higiénico-ambientales y vacunación.
Las medidas generales recomendadas son:
Aunque no existe una vacuna específica dirigida a la viruela del mono, las vacunas contra la viruela humana de segunda y tercera generación pueden proporcionar una protección notable.
El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social español define dos escenarios para la administración de la vacuna antivariólica humana, aprobada por la SEMA en 1983, de la que se disponen pocas dosis, como prevención de la viruela del mono:
El cuadro clínico de la viruela del mono se asemeja al de la viruela humana, infección provocada también por un Orthopoxvirus, que, como decía, se declaró erradicada en todo el mundo en 1980. El último caso de viruela adquirida naturalmente se produjo en 1977.
Aunque ya no se dan casos de viruela humana de forma natural, el sector de la salud permanece vigilante para detectar una posible reaparición, bien a través de mecanismos naturales, de accidentes de laboratorio o de liberación intencionada.
Para garantizar la preparación mundial en caso de resurgimiento de la viruela humana, se están desarrollando nuevas vacunas, pruebas diagnósticas y medicamentos antivirales, medidas todas ellas que también pueden resultar útiles para el tratamiento y la prevención y el control de la viruela del mono, tal y como señala la OMS.
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¿Te preocupa el aumento de casos de la viruela del mono en nuestro país? ¿Pondrías a tu hijo la vacuna de la viruela si las autoridades sanitarias lo aconsejaran? ¡Déjanos tu comentario!
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