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Por lo general, alrededor de los cuatro años, se establece la preferencia por una mano u otra, es decir, se puede detectar si un niño es zurdo o diestro. Si a esta edad el niño aún se muestra ambidiestro, puede ser que tenga un problema de inmadurez motriz.
Es a los siete u ocho años, aproximadamente, cuando se puede saber si un niño es diestro o zurdo. Es en este momento cuando escoge la mano de la escritura, que marcará su lateralidad definitiva. Si el niño usa de manera preferente la mano, el pie y el ojo del mismo lado, se dice que la lateralización es pura. Si, por el contrario, es diestro de mano y pie y zurdo de ojo, hablamos de lateralidad cruzada.
Lo más importante es ayudar a tu hijo a definir su lateralidad de forma correcta. A un niño que ha mostrado claramente ser zurdo, no se le puede obligar a realizar las tareas cotidianas con la mano derecha, sino que se le ha de ayudar a desenvolverse correctamente como zurdo en todas las situaciones.
Forzar la lateralidad del niño puede provocarle muchos problemas: trastornos en la escritura, dificultades en el equilibrio y la lectura, problemas con la orientación espacial, torpeza manual, tartamudez y dislexia. Un niño zurdo al que se le fuerza a comportarse como diestro estará obligado a hacer las cosas con su lado más débil, y ello le ocasionará inseguridad y la sensación de tener una deficiencia que sus mayores intentan corregir.
Aunque no se puede forzar nunca al niño, sí conviene lateralizar hacia un lado u otro a los niños que no han conseguido definirse alrededor de los cinco años (niños ambidiestros). En el caso de que el niño utilice con igual destreza la mano izquierda y la derecha, le ayudaremos a definirse hacia la derecha, ya que nuestra cultura está dispuesta mayoritariamente como diestra.
Para saber si tu hijo es zurdo o diestro, debes de observarle cuando realice actividades cotidianas. No hay que fijarse solamente en la mano con la que come o escribe, ya que el niño podría ser zurdo y haber estado obligado a utilizar la mano derecha para realizar estas actividades.
Lo más fiable es observar al niño cuando realice actividades espontáneas, como lanzar un balón, mirar por una cerradura o hacer una fotografía.
Es preciso observar mucho al niño y, si fuera preciso, consultar a un especialista antes de intentar orientar o modificar su lateralidad. Si sospechas que el niño tiende hacia la izquierda, debes respetar esa habilidad natural y vigilar que consiga la destreza suficiente con esta parte del cuerpo, para que no sufra un retraso en el aprendizaje.
En caso de que el niño necesite ayuda para fijar su lateralidad, tanto los padres como los profesores tendrán que hacerlo muy sutilmente, asegurándose de que no están forzando su instinto natural.
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