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Lo primero es compartir el dolor: "A veces pasan cosas tristes, mi amor, pero juntos podemos con esto". Deja que tu pequeño sepa que está bien sentirse triste y llorar. ¡Los abrazos y apapachos siempre ayudan!
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No te apresures a reemplazar al pececito. Es mejor hablar de lo que sentimos y reconocer el dolor de la pérdida. A los niños no les sirve que digamos que todo está bien cuando no es así.
Es normal que tu hijo se sienta triste, enojado o incluso culpable. También puede tener miedo de que algo malo les pase a ustedes. Recuérdale que no hizo nada malo y que ustedes están ahí para cuidarlo.
De la manera más sencilla posible: "El cuerpo del pececito ya no podía vivir", "Su corazón dejó de latir", "Ya no respira". Evita frases como "se fue a dormir", ya que pueden confundirlo.
Hacer un pequeño homenaje al pececito puede ayudar a tu hijo a despedirse. Algunas ideas:
Explícale que, aunque el pececito ya no esté, siempre lo recordarán con cariño. ¡Y luego, a seguir disfrutando de la vida! Salgan a jugar o a comer un helado juntos.
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Recuerda: ¡Tú eres el mejor apoyo para tu hijo en este momento! Escúchalo, abrázalo y acompáñalo en su dolor.
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