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En ocasiones, o con frecuencia, ¿tu hijo, o tu hija, reacciona de forma exagerada u objetivamente inadecuada? ¿Tiene comportamientos inapropiados también en la guardería o escuela? ¿Su profesora te ha convocado para tratar de averiguar el motivo de las reacciones conflictivas de tu pequeño? La llamada "técnica de la tortuga" podría ayudar a tu hijo a controlar las reacciones emocionales negativas en caso de frustración.
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Cuando las mamás y los papás se enfrentan a este tipo de problema, suelen sentirse muy preocupados y, quizás, sobrepasados por la situación, sin saber qué hacer.
Son muchos los motivos que pueden originar respuestas emocionales excesivas en el niño. Por ejemplo:
La técnica de la tortuga, también llamada "cuento de la tortuga" o "juego de la tortuga", es un recurso usado en psicología para el autocontrol de las conductas impulsivas por parte de los niños. Esta técnica fue elaborada por Marlene Schneider y Arthur Robin, académicos de la Universidad del Estado de Nueva York en 1990.
Se trata de una herramienta que se enseña a los niños para que, ante una situación de estrés y reacción excesiva en negativo (como un berrinche, el impulso de pegar a un compañero o la expresión de emociones exageradas en contextos no adecuados), el pequeño sepa cómo actuar antes de que la situación se le vaya de las manos. ¿Qué otras cosas tener en cuenta?
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A continuación, te ofrecemos un resumen del "cuento de la tortuga", en el que se basa este recurso para el autocontrol.
Hace mucho, mucho tiempo, había una joven tortuga que disfrutaba mucho de la vida en su casa y con su familia, pero no se sentía tan contenta cuando iba a la escuela. No le gustaba estudiar ni aprender y solo quería divertirse jugando con sus amigos, riendo y… también peleándose con ellos.
Como no le gustaban las clases ni lo que su maestra le enseñaba, la tortuga se dedicaba a interrumpir la clase constantemente, además de gritar y molestar a sus compañeros y compañeras sin ningún motivo aparente.
Además, cualquier cosa que le ofendiera mínimamente o que considerara injusta era motivo suficiente para reaccionar muy mal delante de todos, lo que disgustaba enormemente a sus compañeras tortugas y a su maestra.
La tortuga no quería reaccionar de la forma en que lo hacía, y cada día se repetía a sí misma que iba a mejorar. Sin embargo, a la hora de la verdad, era incapaz de controlarse. Cada vez se sentía peor y más triste.
Un día, paseando mientras pensaba en las cosas desagradables que hacía sin desearlo, se encontró con una tortuga muy viejecita y sabia. ¡Tenía 200 años y era enorme!
La vieja tortuga le preguntó qué le pasaba, viendo su carita de sufrimiento, y entonces la joven tortuga le explicó todo lo que le ocurría y su miedo a ser una tortuga “mala”.
La tortuga sabia le dijo, entonces: “¿No ves que llevas encima de ti la respuesta a los problemas que te preocupan? ¡Es tu caparazón!”.
“Tienes una coraza en la que puedes esconderte siempre que creas que lo que te están diciendo o lo que ocurre a tu alrededor te enfada mucho. Así pues, la próxima vez que te irrites, métete inmediatamente en tu caparazón”.
Al día siguiente, cuando estaba en clase, volvió a sentir que perdía los nervios y se empezaba a enfadar mucho. De repente, paró y recordó las palabras de la vieja tortuga.
Rápidamente, encogió sus brazos, piernas y cabeza y los apretó contra su cuerpo, permaneciendo quieta hasta que se calmó.
Cuando se tranquilizó y salió de su caparazón, se quedó muy sorprendida al ver que su maestra y sus compañeros le estaban sonriendo. ¡Todos la felicitaron mucho por su buen comportamiento y su valiente forma de controlar su enfado!
La joven tortuga utilizó esta técnica cada vez que lo necesitaba y, a partir de entonces, cada vez mejoró más en todos los aspectos de su vida. Se respetaba más a sí misma y también a los demás.
Seguidamente, veamos cómo se aplica la técnica de la tortuga, de forma más concreta.
Se trata de las palabras clave para indicar a un niño o una niña que su comportamiento se está descontrolando y que ha llegado el momento de aplicar el método de autocontrol.
Es muy importante que también se enseñe a los niños a relajar sus músculos, y a no contraerse en exceso, para evitar tensiones. Parar, respirar profundo y lento varias veces, y relajar la tensión muscular a la vez que se exhala el aire son técnicas adecuadas para la relajación.
Una vez el niño o la niña se ha tranquilizado, llega el momento de pensar y reflexionar sobre el comportamiento que se ha controlado gracias al método.
Con la mente tranquila y en calma, se puede pensar mejor y buscar, con la ayuda de los adultos y de otros compañeros, la mejor forma de solucionar la causa que provoca el malestar del niño.
La corriente educativa basada en la disciplina positiva es fundamental para "premiar" el esfuerzo de un niño o una niña que aplican la técnica de la tortuga con éxito (o al menos lo intentan).
El refuerzo positivo en este caso es clave, puesto que el pequeño necesita saber que el autocontrol de las reacciones negativas, que molestan a los demás, pero que también representan un motivo de malestar para el propio niño, se valora de forma muy positiva.
Esforzarse tiene premio, y es la satisfacción de recibir elogios, respeto y valoración por parte de los iguales, los educadores y la propia familia.
Esto es muy importante. A la hora de aplicar la técnica de la tortuga, es fundamental no exagerar en el autocontrol. Es decir, el niño no debe caer en la represión frecuente de sus emociones.
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