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Hace mucho tiempo, los niños coleccionaban soldaditos de plomo, monedas de diferentes países, sellos postales… Luego, llegaron las colecciones de muñequitos o de álbumes de estampas que los amigos intercambiaban diciendo “lo tengo/me falta”, aprendiendo así el abecé del trueque y la primera ley de la economía, la de la demanda y la oferta.
Hoy, muchas editoriales mantienen viva la pasión por el coleccionismo, que contagia tanto a niños como a adultos, siendo “absolutamente transversal” y “estando siempre de moda”. Pero, ¿qué esconde esta actitud, el afán por coleccionar? ¿Y cómo deberían comportarse los padres de niños especialmente encantados con la idea de coleccionar, catalogar y ordenar?
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El coleccionismo es un campo espléndido de pruebas tanto para el niño como para el educador. El pequeño puede experimentar con este sistema y aprender muchas cosas y nociones, y para los padres es una fantástica oportunidad de entender algunas formas de actuar de su hijo.
Y es que el niño que siente pasión por coleccionar y que sigue coleccionando hasta el final tiende a la precisión, al rigor, a la catalogación y esto está muy relacionado con la memoria y el recuerdo. Según Freud, son peculiaridades que pertenecen a un carácter psíquico muy preciso. Dime cómo coleccionas y te diré quién eres.
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Dedicarse a esta afición, la de coleccionar, no es ni bueno ni malo. Será el adulto, si acaso, quien tendrá que acompañar y, quizás, modificar ciertas actitudes en el niño, siempre utilizando el equilibrio y la sensatez. Los papás y las mamás que animan al pequeño a coleccionar o, por el contrario, que le regañan si no completa el álbum, se equivocan. Coleccionar es un placer y como tal no se debe corregir, salvo en casos extremos.
En el caso de que los padres animen al niño a coleccionar cuando él ya no quiere, acaban infligiendo un comportamiento que ya es lo suficientemente riguroso y no respetan su deseo de ser un niño normal. Porque es normal que un niño deje un juego a la mitad, cuando ya no lo está disfrutando, para pasar a otro.
También es inútil y contraproducente negar al niño hacer colecciones, pues es algo que le da satisfacción. Además, primero en la escuela y luego en la edad adulta, debe ser capaz de saber catalogar y ordenar, y esto es un recurso muy preciado. Por supuesto, también en torno a este tema, como siempre en la educación del niño, es útil establecer algunas reglas. ¿Cuáles?
Estas son algunas reglas útiles a tener en cuenta cuando al niño le gusta hacer colecciones.
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