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Egoísmo en niños: cómo actuar... (si es que hay que hacerlo)
No quiere prestar los juguetes a otros niños, reclama los juguetes de los demás continuamente e, incluso, en muchos casos, se apropia de ellos. No se trata de un niño maleducado. ¡Te explicamos por qué actúa así, qué es un niño egoísta, cómo saber si lo es y cómo comportarse en estos casos!
Quiere todos los muñecos de la juguetería, hace un berrinche cuando tiene que renunciar a algo suyo, lucha por recuperar sus juguetes arrebatándoselos a su compañero de juegos… Son actitudes comunes en los niños, que, en muchos casos, suelen preocupar a las mamás y a los papás que se preguntan hasta qué punto son “normales” y cuándo, por el contrario, indican un carácter “realmente” egoísta del niño.
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¿Cuándo se debe considerar a un niño egoísta?
Hasta alrededor de los cinco años, el niño es incapaz de ponerse en la piel del otro ni comprender que sus acciones pueden tener consecuencias desagradables para los demás. Más que egoísmo, por tanto, es correcto hablar de egocentrismo.
El niño se siente el centro del mundo. Después de “mamá” y “papá”, “yo” y “mío” son las palabras que el niño aprende primero, las que más repite y que necesita decir para afirmar su personalidad en cada ocasión.
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Que los niños digan “es mío” es un instinto positivo
Como ya hemos mencionado, los niños, al menos cuando tienen menos de cinco años, no están fisiológicamente predispuestos al egoísmo. Es necesario resaltar esto por un segundo aspecto importante: y es que, en ellos, existe un instinto de propiedad tan radical como el del apego a la madre. Por eso, en caso de disputas con otros niños, la intervención de mamá y papá es contraproducente.
Es precisamente peleando por un juguete como un niño aprende a entender la línea entre “mío” y “tuyo”, entre “yo” y “tú”. El choque, después de todo, es un intento de comunicar, de “poner en claro”, las propias necesidades con las de los demás. Como dice el famoso pediatra y psicoanalista inglés Donald Winnicott, “al defender sus límites, el niño logra distinguirse de los demás. Esta es la forma de fortalecer el ego y consolidar la autonomía”.
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Prestar algo es difícil para ellos
Si bien los adultos son capaces de darse cuenta de que, cuando dejan o prestan algo, estos objetos serán devueltos, el niño aún no lo ha aprendido.
Como el niño aún no tiene sentido del tiempo, es incapaz de mirar hacia el futuro, teme que el juguete prestado desaparezca para siempre y siente que le están robando.
Tratar de explicarle que su amigo se llevó el juguete para jugar un rato con él y que “después” se lo devolverá es inútil. Para él, “después” significa “nunca”. Todavía no sabe comprender completamente las intenciones de los demás y, en este caso, las intenciones de su amigo. Por lo tanto, para él “lo que sucede” es mucho más importante que “por qué sucede”.
Por esta razón, frente a dos niños que se obstinan por la posesión de un juguete, es fundamental no hacer sentir al primero que es un egoísta y al segundo que es un ladrón. Cuando empiecen a pelearse, por el contrario, es importante resistirse a la tentación de intervenir para resolver el conflicto. Si los dos pequeños se pelean en igualdad de condiciones, dejemos que la pelea finalice espontáneamente y veamos cómo se las arreglan solos, sin la intervención de los adultos.
¿Qué hacer cuando un niño se muestra egoísta?
Cuando un niño se muestra egoísta, las frases que no funcionan son las siguientes:
- Eres el egoísta de siempre: si te comportas así, nadie te querrá.
- No seas malo.
- Si no prestas tus juguetes, nadie te los prestará.
¿Por qué no? El niño está triste porque le han quitado su juguete y, en lugar de sentirse comprendido, escucha que le están diciendo que es malo, egoísta (aunque no siempre sepa qué es lo que significan, estas palabras le suenan mal) y se espera que también le priven de sus juguetes en el futuro. Al sentirse incomprendido, necesitará aferrarse aún más a sus propiedades para consolarse del clima de hostilidad y falta de compresión creados hacia él. - Si actúas así, no te volveré a comprar nada más.
- Te quito el juguete y no te lo volveré a dar.
¿Por qué no? El propósito es animar al niño a compartir sus cosas con otros niños. Sin embargo, en realidad, al escuchar que lo amenazan con quitarle lo que más le importa en ese momento, lo que provoca es que no quiera dejarlo nunca más. Además, dado que estas amenazas permanecerán siempre en su memoria, a la larga, socavan la confianza del niño en la autoridad de los adultos. - Te quedarás solo, nadie querrá jugar contigo.
- Nadie te querrá.
¿Por qué no? El niño se sentirá derrotado. No solo ha perdido los juguetes que le “robaron”, sino que ni siquiera recibe la solidaridad de aquellos en los que más confía. Está convencido de que sus sentimientos son naturales (y a esta edad los tiene), se siente juzgado precisamente por los que más deberían entenderle. Ante esta perspectiva de no ser amado por nadie, aún se apegará más a sus juguetes. - Ten este juguete un ratito tú, porque lo tienes primero. Después, se lo das a él.
¿Por qué no? Aparentemente, el niño obtiene una victoria parcial. Puede quedarse con el juguete por un tiempo y solo después se lo deberá dar a su compañero. Pero, de todos modos, como no tiene una concepción precisa del tiempo, luego no querrá dejárselo a su amigo, cuando se lo pidas. Este tipo de intervención, además, le impide aprender a gestionar la situación por sí solo. Y siempre recurrirá a los adultos cuando se produzca cualquier contratiempo sin ser capaz de salir de ello.
¿Qué hacer cuando un niño no comparte sus juguetes?
Si intentas meterte en la cabeza de los pequeños contendientes, te darás cuenta de que ambos están profundamente convencidos de que tienen razón. Para el primero, “es injusto tener que prestar su juguete”. Para el segundo, “lo correcto es apropiarse de él”. Así debes actuar:
- Lo importante no es, como solemos hacer, decir que “ambos tienen la razón”, sino ayudarles a entender qué es exactamente lo que “temen” o “quieren”. Al primero se le podría decir: “¿No le quieres prestar el juguete porque tienes miedo de que no te lo devuelva?”, y al segundo: “¿Crees que ahora te toca a ti jugar con el juguete?”.
- Frente a un enfrentamiento sobre el “auténtico” propietario del juguete, intenta describir sus sentimientos, sin esperar ninguna respuesta. De este modo, les permitirás detenerse unos instantes para pensar y tranquilizarse. No estás ofreciendo justificaciones, sino solo tranquilizándoles. Solo cuando el enfrentamiento amenace con incrementarse y volverse peligroso, en lugar de tratar convencer a uno de los dos para que ceda, intervén para separarlos.
- En este punto, es suficiente con pronunciar un “basta ya”, retirando, si es el caso, el objeto de la disputa. Sin tomar partido por uno o por el otro, ni tratando de establecer de quién es la culpa, solo mostrándote comprensivo con ambos y repitiendo: “Por ahora, pongamos el juguete aquí. Cada uno de ustedes podrá agarrarlo cuando quiera, pero sin discutir”. Al fin y al cabo, los dos pequeños esperan que alguien con autoridad decida el final del partido con un empate. Después, cada uno se consolará a su manera de la injusticia sufrida.
- Si el niño quita un juguete a un compañero, llévate el juguete inmediatamente y devuélveselo a tu legítimo dueño. No dejes que domine la agresividad del más fuerte ni las quejas de los que quieren quedarse con el objeto a toda cosa. Enséñales a devolverlo, cuando el legítimo propietario lo requiera o a dejar, a su vez, los juguetes a los amigos.
- Cuando des un regalo al niño, enséñale a valorar el regalo recibido, aunque sea de poco valor, y a expresar por qué le gusta: haber sabido adivinar sus deseos, el haber elegido su color preferido, el detalle con el que ha hecho el envoltorio, el amor de quien se ha acordado de él.
Cómo enseñar a los niños a ser generosos
En todas las edades, desde la primera infancia, es importante enseñar al niño a expresar su generosidad. Si dar algo a los demás se le presenta como una oportunidad para “hacerse mayor” y se convierte en un motivo para destacar, el niño no lo considerará como un deber que debe eludir, sino como un agradable desafío para él. Lo importante es no presentar los regalos como un precio que deben pagar por algo que han recibido.
Por ejemplo, en lugar de decir: “Tienes que dar un regalo a la abuela, que siempre se acuerda de ti”, es mejor decirle: “¿Recuerdas lo contenta que se pone la abuela cuando le regalas un dibujo para su cumpleaños? ¿No sería precioso hacer algo así de especial esta vez también? Eres muy bueno haciendo y dando regalos”.
Veamos, en cada edad, las etapas de la generosidad:
- A los tres años: incluso a los más pequeños, se les puede enseñar lo bonito que es recibir un regalo. Podrán dedicar un dibujo a cada miembro de la familia y, durante las fiestas, participar en la entrega de regalos para los mayores.
- A los 4-5 años: a partir de esta edad, los niños son capaces de empezar a hacer un auténtico regalo. Para ellos, es muy importante esperar con impaciencia la alegría de quien lo reciba e imaginar lo que les gustará. Por esto, el regalo que el niño prepare debe recibirse con entusiasmo. De lo contrario, sería una gran decepción para él.