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Lactancia prolongada: ¡fuera dudas!
Es bien sabido que dar el pecho a un bebé es saludable y beneficioso. Sin embargo, la lactancia prolongada en el tiempo, a menudo, suscita dudas y, en ocasiones, críticas. ¿Qué opinan los expertos?, ¿qué puede hacer la mamá cuando quiere dejar de dar el pecho y no sabe cómo hacerlo? ¡Te lo explicamos!
La lactancia prolongada no es más que el hecho de dar el pecho al bebé, o al niño, más allá del período medio, es decir, más allá del año del bebé. En este caso, el motivo para seguir dando el pecho no se centra tanto en la alimentación del bebé, puesto que la alimentación complementaria está plenamente consolidada y el pequeño cuenta con recursos alimenticios suficientes: los niños encuentran alimento, cariño y protección en el pecho de su mamá y, si la mamá y el niño están de acuerdo en prolongar la lactancia materna, no hay ningún problema en hacerlo. De hecho, la OMS recomienda mantener la lactancia materna hasta los dos años o más, acompañando a la alimentación basada en alimentos distintos a la leche.
Gracias al nuevo "auge" de la leche materna y a los nuevos datos científicos, que confirman los innumerables beneficios de la lactancia materna para la salud del niño, hoy en día, todas las mamás reciben información favorable sobre la lactancia materna, y la supremacía del alimento materno está fuera de toda discusión. Pero, si bien las mamás que dan el pecho a sus recién nacidos suelen obtener la aprobación general, la cosa cambia cuando la lactancia se prolonga más allá del primer cumpleaños. En nuestra sociedad, dar el pecho a un niño mayorcito, es decir, la lactancia prolongada, no es lo habitual, y las mamás que lo hacen, además de enfrentarse a sus propias dudas, tienen que hacer frente a la perplejidad y, con frecuencia, a las críticas de las personas que las rodean. Los especialistas nos ayudan a aclarar este punto, para que cada mamá pueda tomar sus propias decisiones, de manera consciente y serena. Tomemos como ejemplo el testimonio de esta mamá.
“Todavía doy el pecho a mi hija de dos años y medio, aunque sólo por la noche, antes de dormir. Me gustaría dejarlo, pero me da pena forzar a mi niña, y deseo evitarle llantos y traumas. Por otro lado, estoy cansada de discutir con mi pareja y con todos los familiares que me critican…”.
Mireia, mamá de Clara
Lactancia prolongada: ¿hasta cuándo?
¿Hasta qué edad se puede dar el pecho a un niño?, ¿existe un momento en el que es preferible interrumpir la lactancia? La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar al pecho de forma exclusiva hasta los seis meses de vida. A partir de ese momento, la leche materna continúa siendo el alimento principal, pero empiezan a introducirse los primeros alimentos sólidos, hasta cumplir el año. La OMS también sugiere continuar con la lactancia hasta el segundo año o más, en función de los deseos de la mamá y del niño.
Estas recomendaciones subrayan “oficialmente” la libertad de la Organización Mundial de la Salud sugiere continuar con la lactancia hasta los dos años de vida o más, si la mamá y el niño así lo desean. Además, cuanto más se da el pecho, más importantes son los beneficios.
Si la mamá empieza a percibir la lactancia prolongada como una costumbre que requiere demasiado esfuerzo o, en cualquier caso, ya empieza a chocar con sus convicciones, significa que ha llegado el momento de dejarla. Se trata de una transición que hay que vivir sin sentimientos de culpa, conscientes del hecho de que no se está privando al niño del cariño ni de la cercanía. Simplemente, las tomas al pecho se sustituirán por otras formas de relación y de contacto. Y, al contrario, si la lactancia sigue siendo placentera para la mamá, ésta no deberá dejarse condicionar por las opiniones o los prejuicios de otras personas. Se trata de decisiones personales, en las que nadie tiene derecho a interferir. Sea cual sea su decisión, la mujer tiene derecho a recibir apoyo y ánimo, para vivir serenamente la relación con su hijo.
Algunas mamás dejan que sea el niño quien se destete de forma espontánea, para acabar así con la lactancia prolongada, mientras que otras, en un determinado momento, sienten que ha llegado la hora de concluir esta experiencia.
Se trata de decisiones que la mujer debe poder valorar libremente y con gran serenidad. No existen reglas establecidas, válidas para todos los casos. Si, después del primer año, la mamá todavía vive la lactancia prolongada como un encuentro especial, lleno de mimos, exclusivamente reservado a su hijo, no hay razón para interrumpirla.
Lo importante es que no se descuiden otras formas de comunicación más “avanzadas”: el deber de la mamá es acompañar al niño que crece hacia el descubrimiento de formas de relación cada vez más evolucionadas y complejas.
(Te interesa: Vínculo afectivo mamá-bebé)
Leche materna: un alimento que no "caduca"
¿Tiene sentido seguir ofreciendo el pecho a un niño que ya sigue una alimentación variada y equilibrada? En definitiva, ¿la lactancia prolongada tiene razón de ser? Una de las objeciones más frecuentes a partir del primer año es que la leche materna “ya no alimenta”.
Teniendo en cuenta que la lactancia materna no sólo se lleva a cabo con fines nutritivos, sino también afectivos, la idea de que la leche pierde su valor nutritivo es un tópico que ya ha sido rebatido por numerosos estudios científicos. Mientras el niño succiona, el organismo materno continúa produciendo leche, y su composición no se empobrece con el tiempo. Por el contrario, según recientes estudios, a partir del segundo año, cuando la cantidad de leche que se toma diariamente disminuye, debido a la reducción de la frecuencia y del número de las tomas, se produce una especie de compensación: la concentración de grasas aumenta y el alimento materno tiene una composición más calórica y energética.
Y eso no es todo. Las tomas siguen garantizando una válida protección inmunológica que refuerza el sistema inmunitariodel niño. Si estudiamos la composición de la leche materna, se ha comprobado que sus propiedades antibacterianas se “potencian” con el crecimiento del niño. En el segundo año, cuando el pequeño tiene más ocasiones para socializarse y, por lo tanto, contrae más infecciones víricas y bacterianas, aumenta la concentración de inmunoglobulinas, destinadas a protegerlo de las infecciones.
Más leche, más salud
La lactancia garantiza importantes beneficios de salud a corto y largo plazo para el niño, pero también para la mamá. Además, estas ventajas son directamente proporcionales a la duración de la lactancia: cuanto más tiempo se da el pecho al niño, más importantes son los beneficios, que se mantienen hasta la edad adulta.
Por ejemplo, estudios recientes han demostrado que la lactancia ejerce un efecto protector y preventivo del sobrepeso en la edad infantil, que es el resultado proporcional de la duración de la misma. Asimismo, un niño alimentado al pecho después de los seis meses puede disfrutar durante más tiempo de la protección garantizada por la leche de su mamá frente a las enfermedades respiratorias agudas, las infecciones gastrointestinales y las otitis. En los niños alimentados con leche materna, la incidencia de estas patologías es menor. Asimismo, estos pequeños se curan más rápidamente cuando están enfermos, puesto que las infecciones se manifiestan de una forma más leve.
Por lo que respecta a las ventajas para la madre, el hecho de lactar reduce el porcentaje de riesgo de desarrollar cáncer de mama, de cuello del útero y de ovario, además de prevenir el riesgo de osteoporosis. Todos estos beneficios son proporcionales a la duración de la lactancia.
¿Cómo es el destete espontáneo?
A medida que crece, el niño va reduciendo progresivamente el número de tomas, hasta que sólo resta la toma de antes de dormir. Después, el pequeño empieza a alternar noches en las que se acuerda de succionar durante unos minutos y otras en las que toma el sueño con otros rituales, como el cuento de las buenas noches. En este caso, el destete se produce de forma muy gradual, tanto que, en un determinado momento, la mamá se da cuenta de que la lactancia ha terminado definitivamente, porque el niño ya no pide pecho desde hace varios días.
El fin de la lactancia prolongada: si la mamá dice "basta"
Cuando la lactancia ya no se vive como un momento relajante y placentero, o bien se considera que ha llegado el momento de finalizar esta aventura, ¿cómo hay que actuar? Es fundamental asegurar al niño un destete gradual y respetuoso. La mamá podrá reducir las tomas, empezando por eliminar una y esperando unos días para ir reduciendo las demás. De este modo, evitará que se produzcan obstrucciones mamarias. No obstante, si el niño ya tiene un par de años, el destete puede proponerse como un objetivo, aprovechando la llegada del cumpleaños, por ejemplo. La mamá podrá destacar el hecho de que el niño se ha hecho “mayor”, y que ya no necesita el pecho. Sea cual sea el método empleado, es importante que el destete se viva con una gran naturalidad.
¿Cómo se puede ayudar al niño a afrontar esta etapa? Creando nuevos rituales y buscando formas de consuelo alternativas al pecho: contarle un cuento, cantarle una canción antes de dormir, etc.