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¿Últimamente no tienes ganas de hacer el amor? ¿Te cuesta excitarte para mantener relaciones sexuales? Puede que, sin saberlo, te estén afectando una serie de factores que contribuyen a la disminución del deseo sexual.
Tomar conciencia de cada uno de ellos te ayudará a solucionarlo. Estos son los 10 factores que pueden influir en tu falta de deseo sexual.
Una situación de estrés o de ansiedad puede acaparar tu mente y tu energía por completo, disminuyendo tu interés por otros temas, incluido el placer sexual.
Si, además, este estrés se prolonga en el tiempo, puede causarte una enorme fatiga mental y física, que te puede hacer perder todo el interés por el sexo.
Esto se debe, principalmente, a que el estrés puede producir una serie de cambios hormonales, como una disminución de la testosterona y un aumento del cortisol, que están estrechamente relacionados con el deseo sexual. Por otro lado, también puede ocasionar problemas de sueño o de insomnio, que disminuyen tu energía y deseo.
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El ritmo frenético del día a día puede ocasionarnos una gran fatiga y agotamiento, ocasionando un cansancio extremo y falta de energía, que se traducen en menos ganas de hacer el amor y de disfrutar de la intimidad.
Y es que, si te sientes cansado y fatigado, seguramente le darás prioridad al descanso y al sueño por encima de otras actividades, como el sexo.
Asimismo, si te sientes agotado, tendrás una menor respuesta física durante el sexo, lo que puede afectar a la excitación y al placer sexual, y a mayores dificultades para conseguir el orgasmo.
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Puede parecer bastante obvio, pero, a veces, no nos damos cuenta de que ciertos problemas de salud pueden interferir directamente en nuestras ganas de tener relaciones sexuales, ya que nuestro cuerpo está enfocado en descansar y en recuperarse.
Una enfermedad también puede hacer que tengamos menos facultades físicas, ya que esta puede afectar nuestra fuerza muscular o la falta de coordinación.
Algunas de las enfermedades que suelen ocasionar con mayor frecuencia falta de deseo sexual son la depresión, la ansiedad, los desequilibrios hormonales, la diabetes o la hipertensión.
Existen muchos medicamentos que afectan directamente al interés de tener relaciones sexuales.
Conflictos, falta de comunicación, resentimientos o problemas no resueltos en la relación pueden interferir con el deseo sexual por distintas razones.
Los problemas no resueltos en la relación pueden crear una atmósfera de tensión emocional y estrés, una falta de comunicación, una disminución de la atracción o llevar a estar menos tiempo juntos, lo que puede convertirse en una barrera emocional que dificulta la conexión íntima y el deseo sexual.
¿Te sientes inseguro con tu cuerpo? ¿Crees que no eres lo suficientemente atractivo para tu pareja? La baja autoestima y la falta de confianza en uno mismo pueden influir negativamente en el deseo sexual.
Las personas con baja autoestima pueden sentirse inseguras acerca de su apariencia física, sus habilidades sexuales o su valía como pareja, lo que puede dificultar la apertura emocional y la conexión íntima durante el sexo.
También pueden tener miedo al rechazo o a la crítica por parte de su pareja durante la actividad sexual. Esto puede hacer que la persona tenga dificultades para relajarse, sentirse segura y disfrutar plenamente del sexo.
En el caso de la mujer, los cambios hormonales relacionados con el ciclo menstrual, el embarazo, el parto o la menopausia, pueden afectar al deseo sexual.
En los hombres, la andropausia, también conocida como la "menopausia masculina", puede ir acompañada de una disminución en la producción de testosterona, lo que puede afectar el deseo sexual y la función eréctil.
Asimismo, a medida que las personas envejecen, los niveles hormonales pueden cambiar, lo que puede influir en el sexo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el envejecimiento no siempre conduce a una disminución del deseo sexual, y muchas personas mayores continúan disfrutando de una vida sexual activa y satisfactoria.
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La ansiedad relacionada con el rendimiento sexual, como el temor a no satisfacer a la pareja o a no cumplir con las expectativas, puede disminuir el deseo sexual.
Esta ansiedad puede impedir que la persona se relaje y se entregue completamente a la experiencia sexual, lo que puede disminuir el deseo de participar en ella.
Para evitar enfrentarse al miedo del rendimiento, algunas personas pueden evitar el sexo por completo o buscar excusas para evitar situaciones sexuales.
Experiencias traumáticas o negativas pasadas, como relaciones abusivas, pueden afectar profundamente el deseo sexual en el presente.
Estas experiencias pueden causar heridas emocionales profundas que pueden interferir con la capacidad de una persona para conectarse emocionalmente durante la intimidad sexual. El trauma puede generar sentimientos de ansiedad, miedo, ira, vergüenza o culpa que se interponen en el camino de la conexión emocional necesaria para el deseo sexual.
Las personas que tienen trastornos de la imagen corporal también pueden experimentar disociación durante el sexo, lo que significa que se desconectan emocionalmente de la experiencia. Esto puede hacer que sea difícil sentir placer o deseo sexual, ya que la persona no está completamente presente en el momento.
Por último, la falta de variedad y de emoción en la vida sexual pueden disminuir el interés en el sexo y llevar a una disminución del deseo.
La repetición constante de las mismas actividades sexuales puede volverse aburrida y predecible, lo que puede disminuir el interés y el deseo de participar en la actividad sexual.
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