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Criar a un hijo siempre es desafiante, pero cuando ese hijo tiene una discapacidad, los retos pueden multiplicarse y con ellos, el desgaste emocional. Muchas madres mexicanas enfrentan una rutina que no permite pausas: citas médicas, terapias, trámites, decisiones difíciles y cero descanso. Y lo más preocupante: pocas veces se reconoce su agotamiento.
El síndrome del cuidador quemado describe el agotamiento físico, emocional y mental que experimentan quienes cuidan a personas con alta dependencia. En México, las madres suelen asumir este rol sin acompañamiento profesional ni apoyo económico estable, lo que incrementa el riesgo de ansiedad, depresión y aislamiento.
Porque se prioriza siempre al hijo o hija. Se posterga el autocuidado, la vida profesional, el descanso. Y, en muchos casos, se hace en soledad. La cultura mexicana, aunque familiar, suele dejar la responsabilidad del cuidado solo en las madres.
Tras recibir el diagnóstico de discapacidad, muchas madres pasan por un duelo emocional: el hijo idealizado ya no existe. Esta reconfiguración interna puede ser dolorosa y prolongada, generando una lucha interna entre la aceptación, la frustración y la culpa.
Pedir ayuda, aceptar que están cansadas o reconocer que también necesitan espacio, no las hace “malas madres”, las hace humanas. Una madre feliz y estable emocionalmente puede cuidar mejor y con más amor.
Es momento de hablar en voz alta: las madres que cuidan también necesitan ser cuidadas. No solo por su bienestar, sino por el de toda la familia.
La Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC 2022) revela que el 68.4% de las mujeres que desean trabajar no lo hacen por falta de alguien que cuide de sus familiares. A pesar de su rol central, las madres cuidadoras siguen invisibilizadas por políticas públicas que no garantizan un sistema integral de apoyo.
Las madres que cuidan a hijos con discapacidad son verdaderas guerreras, pero no son invencibles. Su salud mental importa, su bienestar importa. No están solas ni deben sentirse culpables por necesitar ayuda. Cuidarlas a ellas también es cuidar a sus hijos.
Que cada día oscuro tenga su luz. Que cada madre sepa que también merece ser abrazada, escuchada y cuidada.
¿Es normal sentirse deprimida o ansiosa siendo madre cuidadora?
Sí. Las emociones intensas son parte del proceso, especialmente cuando no se cuenta con apoyo. No estás sola y hay formas de recibir ayuda.
¿Qué es el síndrome del cuidador quemado?
Es una forma de agotamiento físico, mental y emocional que afecta a quienes cuidan a personas dependientes, especialmente cuando no hay descanso ni apoyo suficiente.
¿Dónde pueden buscar apoyo las madres en México?
Organizaciones como AMEDIS A.C., asociaciones de enfermedades específicas, grupos en redes sociales y servicios psicológicos gratuitos en universidades como la UNAM o el IPN.
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