Te puede interesar…
- Mi bebé y yo
- Mujer Hoy
- Psicología mujer
- Carta a una madre agobiada y con estrés
Carta a una madre agobiada y con estrés
¡No te pierdas esta carta a una madre con estrés!
Querida mamá:
Me alegra mucho que me cuides tanto y te preocupes por mi vuelta a la escuela, los libros de mis hermanos, nuestra ropa, contactar con los nuevos profes y enterarte de las ofertas para que ahorremos un dinerito en este año, en el que seguiremos apretándonos el cinturón.
De verdad, gracias por el esfuerzo que haces. He de confesarte que hay días que noto que me cuidas mucho a mí, a papá, a mis hermanos, a los abuelitos, a tu jefe, a tus compañeros de trabajo… Pero, mami, hoy me detuve a pensar y dije: ¿y cuándo mi mamá va a empezar a cuidarse un poquito más?
Que esto te lo diga un hijo sé que no suena bien. Quizá, parezca un malgradecido, aunque en realidad, ya sabes que me gusta preocuparme por los demás (tú me lo enseñaste, ¿recuerdas?).
Mamá, hoy quiero que pares un minuto y escuches esta pregunta que quiero hacerte: ¿qué no has podido disfrutar esta semana?
Si reflexionas un poco, verás que hay muchas cosas. Algunas ya te quedaste sin hacerlas, porque te acostumbraste a decir ese típico “es que ya no me da tiempo”, pero son cosas tan básicas como: respirar a diario tranquilamente 15 minutos, comer saboreando lo que te alimenta, ir a comprarte esa prenda que necesitas para ti, besar por sorpresa a papá, charlar con alguna amiga mientras degustas con ella un café, elegir los aretes que mejor te combinan hoy con tu ropa, pintarte un poquito ("Operación brillito de labios"), visitar a tu amiga de la estética y salir guapa de allí, darte un baño relajante, hacer ese deporte que tanto te gusta, pasear por el parque aprovechando el solecito, leer ese libro que lleva tiempo esperando en el buró de tu cuarto, estudiar inglés - que tanto te gusta -, bailar con papá, pintar los cuadros de Monet que te fascinan, visitar más a los tíos que también te cuidaron a ti de pequeña….
Seguro que te suenan algunas de estas pérdidas y es normal que a veces, entre tanta prisa y rutina, notes que, cuando por fin nosotros nos dormimos, tu amiga la tristeza te visita. Aunque tengas lo que siempre soñaste (una familia), sentirás que alguno de estos temas se quedaron por el camino. Por eso, tu amiga te recuerda que eso te gustaba y ahora no lo puedes disfrutar en tu vida. A tu amiga, la tristeza, le encanta disfrazarse de enfado, y por eso en nada que pasa algo inesperado (como que yo tire algo al suelo por quinta vez), vas sintiendo ese enfado, notas que te alteras y te estresas mucho. Mami, tranquila, te comprendo. Entiendo que me regañas a veces más de lo que te gustaría, y es por cómo te hace sentir esa amiga, a la que es mejor que hoy escuches, y te concedas de nuevo algo de lo perdido.
Y hoy que me he puesto a preguntarte, mamá, digo yo… ¿a qué has renunciado no solo esta semana, sino estos meses y estos años?
Seguro que la lista puede repetirse, en incluso aumentar. En fin, mami, creo que has renunciado a muchos privilegios, y ya es hora de dejar de ir “las prisas", para que disfrutes de más momentos para ti.
Te hago una propuesta: ahora que yo empiece la guardería y mis hermanos el colegio, me gustaría que tú también empezarás a cuidar TU BURBUJITA particular, sí, esa burbuja tuya, ese trocito de vida donde tus sueños se hagan realidad. Ese paréntesis que llenarás de todo lo que te encanta a ti y que, si un día faltamos alguno de nosotros, siempre podrás acudir a él. Esas citas sagradas con… ¡contigo misma!
Serás una madre más feliz aún, y sabes, por experiencia, que nos dejarás la mejor herencia: la alegría, el entusiasmo, la vitalidad y el gozo por vivir: tu felicidad.
Me encantará que sigas cuidando de nosotros como hasta ahora. ¿Cuál sería el reto a cumplir? Se me ocurre que, al igual que nosotros aprendemos todos los días, tú consigas esforzarte cada semana para incorporar alguno de estos hábitos maravillosos en tu día a día, o al menos alguna vez por semana (oye, para empezar está bien, como me decías tú con la papilla de frutas, ¡de poquito! Ya sabes: ¡tranquilidad y buenos alimentos!
Escúchame, mami: ¡Me has dado la vida! Y eso es lo más grande que tengo. ¡¡GRACIAS!!
Puede que no te lo sepa agradecer con palabras tanto como me gustaría. Es más, puede que en toda mi VIDA no consiga hacerlo de esta forma, aunque así lo sienta. Pero debes saber que para mí ya ERES ESTUPENDA (por favor, recuerda que expresarte este tema en mi adolescencia puede resultarme muy complicado, porque, en esa época, es justo donde los jóvenes sufrimos un poco de amnesia a la hora de ser agradecidos con el mundo, así que no me lo tomes mucho en cuenta. Cuando uno se hace adulto, se va dando cuenta de lo que no llegó a decir y hacer).
Este año, aunque no dediques tanto tiempo a las tareas habituales por dedicar más minutos a cuidar tu burbujita, sé que será para bien. Seguro que hará que toda la familia esté más feliz. En el fondo, confío en que todo esto nos va a unir más. Estaremos juntos y deseando contarnos lo vivido. Será un tiempo de CALIDAD, un tiempo compartido, será nuestro y será magnífico, porque no añorarás lo que te faltaba… ¡Estarás viviéndolo un poquito cada semana!
¡MAMÁ, TE QUEREMOS! Quiérete TÚ TAMBIÉN y ama tu burbujita.
¡Un abrazo de tus hijos!
Nota del autor: PAPÁ, también podría dirigírtela a ti, pero, con lo formal y bien educado que tú eres, me enseñaste que primero van las damas. Por eso, hoy, se la dedico a ella. ¡Te queremos, papá! GRACIAS POR TODO.