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¿Cómo será el bebé? Las fantasías de mamá y papá
¿Qué aspecto tendrá el bebé? ¿Se portará bien? Hay muchas preguntas que los padres se plantean mientras esperan el día del nacimiento del bebé. Te explicamos de qué manera la mamá y el papá suelen imaginarse al bebé que está por nacer.
El niño nace, mucho antes del parto, en las mentes y en los corazones de sus padres. Durante nueve meses, la mujer embarazada y su pareja se imaginan al niño que nacerá, fantasías que les permiten no sólo dar "forma" a su hijo, sino también mentalizarse de los cambios que sufrirán sus vidas.
Como explican los psicólogos prenatales, los pensamientos de la futura madre se caracterizan por una interacción entre el pasado, el presente y el futuro. Las imágenes del yo infantil y del yo adulto, de la niña que era y del niño que tendrá, de la madre que se ha tenido y de la madre en la que se convertirá, se entremezclan haciendo que se identifique con ambas partes: quien cuida y quien es cuidado, o con su madre y con el bebé. Esto se traduce en un aumento significativo de la actividad mental consciente y fantástica. Durante el embarazo, los sueños se intensifican y se centran a menudo en el bebé.
Muchas veces, durante esta fase, la mujer embarazada y su pareja se replantean las relaciones con sus padres y les recriminan ciertas actitudes ("Nunca seremos como ellos") o, por el contrario, los asumen como modelos positivos. Las fantasías se proyectan, entonces, hacia el futuro y crecen las dudas sobre en qué tipo de padres se convertirán.
Las tres etapas de los sueños
Con el paso de los meses, los temas de los "sueños" con los ojos abiertos de la futura madre cambian. Según los psicólogos perinatales, la imaginación de las mujeres sigue tres fases distintas, que corresponden con los tres trimestres de espera:
- La primera etapa se caracteriza por la necesidad de aceptar lo que está sucediendo. La futura madre aún tiene que "darse cuenta" de que está esperando un bebé. En general, un momento importante es la primera ecografía: el pulso del pequeño corazón parece decir que "todo es verdad".
- El segundo trimestre, con la aparición de las primeras patadas, permite que la mujer comience a comunicarse con su hijo y, prestando atención a los movimientos, hacerse una idea de su temperamento e interpretar las señales que le envía el bebé, para satisfacer sus necesidades después del nacimiento.
- En el último trimestre, el centro de atención no es tanto el niño sino el trabajo de parto y el nacimiento.
El niño imaginado
Como en todas las demás situaciones de la vida, los hombres y las mujeres tienen una manera diferente de vivir emociones y fantasías. Por eso, es posible que el niño imaginado por la futura madre no coincida con el imaginado por el papá. Mientras que las mujeres tienden a pensar en el pequeño inmediatamente después del nacimiento, las fantasías de ellos se centran en un período posterior, cuando ya se puede interactuar con el niño. Por esto, en general, el niño imaginado ya tiene unos 3-4 años, es capaz de caminar y entender, así como de jugar e interactuar.
Por otra parte, la falta de un vínculo físico con el bebé hace que el futuro padre necesite más tiempo para sentirse involucrado: al ver el vientre crecer cada vez más y, sobre todo, al sentir las patadas del bebé, consigue establecer una relación con el niño. En este sentido, puede ser útil la ecografía, una prueba que, a los tres meses, hombres y mujeres viven de manera diferente: en general, sirve para que el padre pueda "darse cuenta" de que el niño es real, mientras que a la madre le sirve, sobre todo, para estar tranquila sobre la salud del bebé. También es típico del padre una fuerte y creciente carga emocional de responsabilidad hacia el pequeño y su pareja.
¿Niño o niña?
Una de las primeras preocupaciones de los padres es el sexo del niño que nacerá. Este tipo de fantasías se relacionan a menudo con el sustrato socio-cultural de la familia. En muchos países, todavía existe la expectativa de tener un hijo, pero, si es el segundo, normalmente, aumenta el deseo de "hacer la parejita".
Hoy en día, en la mayoría de los casos, la curiosidad por el sexo del feto queda resuelta pronto mediante una ecografía o con pruebas prenatales.
En general, el futuro padre tiende a imaginar un niño, sobre todo, si es el primogénito: si el bebé que nacerá es niño, el padre puede identificarse más fácilmente y esto tiene un efecto "tranquilizador". Esto no significa, por supuesto, que, una vez en la sala de partos, el padre no se enamore al instante de su hija.
Escuchar para conocerlo
Las fantasías son también la mejor forma de llegar a conocer a su hijo. Dedicar tiempo a escuchar los movimientos del bebé en el vientre materno o imaginar lo que está haciendo es, en realidad, una gran forma de interactuar con su hijo. Diversos estudios han demostrado la importancia de este conocimiento para el futuro de la relación madre-hijo y también para el bienestar del feto. La comunicación en estos nueve meses hace que el parto y el cambio de niño imaginado a niño real sean menos “bruscos”.
Con el nacimiento, se invierte la relación entre fantasía y realidad, y el niño, que ya se puede tocar, hace que se tome conciencia del nacimiento y de una identidad materna que, desde ese punto, se realizará completamente.
Más racional en el segundo embarazo
En la mayoría de los casos, el enorme componente fantástico que caracteriza el primer embarazo tiende a disminuir en las esperas siguientes: la madre tiene menos tiempo para dedicar a las fantasías durante su segundo embarazo, que, por lo tanto, queda marcado por una menor introspección.
En cuanto a la imaginación de la mujer, se reducen las fantasías relacionadas con su función materna (y, por lo tanto, los temores relacionados con su capacidad para "hacer" de mamá). El pensamiento de la mujer está más centrado en el parto, con ansiedad o con expectativas más o menos positivas, según haya ido la primera experiencia.