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¡Ya quiere comer solito!
Se trata de una etapa importante en el desarrollo del niño que le proporcionará una mayor autonomía, aunque requerirá, de tu parte, dosis extra de paciencia y, también, ¡de productos de limpieza!
La habilidad para comer solito, sin la ayuda de papá o mamá, es una conquista que se adquiere de forma progresiva a medida que el niño va desarrollando la motricidad fina, es decir, la habilidad de realizar pequeños movimientos de forma precisa. Se trata de un hito importante en su desarrollo que le proporcionará más autonomía y favorecerá su integración social.
Hasta los 9 o 10 meses, el pequeño tenderá a agarrar con las manos la comida del plato, incluso con el riesgo de que se pueda caer. Se trata de una fase inevitable. Al principio, el niño utilizará los dedos pulgar e índice como pinza y, después, probará con el tenedor y la cuchara. En esta etapa, no queda otra que armarse de paciencia, así como de instrumentos de limpieza.
Y es que, con total seguridad, la papilla y los trocitos de pan, de carne o de pescado, acabarán en el suelo. Sin embargo, esta es la única forma de que el pequeño aprenda a comer solo. Poco a poco, después de cinco o seis meses, el niño adquirirá confianza con el tenedor y con la cuchara, y conseguirá llevarse el alimento a la boca correctamente.
De hecho, cuanto más se deje experimentar al pequeño, más rápido aprenderá: así lo demuestran los niños que van a la guardería, quienes, un poco por imitación y un poco porque tienen más libertad, consiguen manejar antes el tenedor y la cuchara.
Naturalmente, los papás deberán encontrar la forma de animar al niño y, al mismo tiempo, de conseguir que coma un poco. ¿Un truco? Recurre a dos platos con el mismo alimento o a dos cucharas. De esta manera, mientras el niño va practicando con una cuchara, tú le puedes dar de comer con la otra. Poco a poco, conseguirá comer solito, intentándolo una y otra vez, y de ver cómo comen los mayores. Ten en cuenta que los niños aprenden por imitación.