Lenguaje corporal del bebé: ¡qué nos "dice" el bebé con sus gestos!

4 Oct 2023
lenguaje corporal bebe

De los reflejos innatos a las sonrisas, las miradas y los gestos para comunicarse con mamá y papá. He aquí una guía completa del lenguaje del cuerpo del bebé, que te ayudará a interpretar las emociones y necesidades de tu pequeño en los primeros meses de vida.

Las muecas, balbuceos y sonrisas del bebé tienen como objetivo despertar la simpatía de los adultos y son la primera forma de comunicación entre el niño y sus padres. En definitiva, el lenguaje corporal ya resulta muy eficaz desde que el bebé nace. He aquí cómo interpretar sus gestos, sus primeros discursos sin necesidad de palabras.

Los reflejos del recién nacido

Durante las primeras semanas de vida, hay algunos gestos recurrentes, que son fruto de reflejos arcaicos y que son comunes para todos los niños.

  • Por ejemplo, cuando el recién nacido aprieta con su manita el dedo de su madre o de su padre, inmediatamente después de que le hayan presionado ligeramente la palmita de su mano. Esta reacción, que emociona al adulto, se debe al reflejo de prensión.
  • Otra reacción común en los recién nacidos es la de arquear la espalda y/o abrir los brazos cuando mamá o papá lo levantan de la cuna. Se trata del reflejo de Moro, que se activa cuando el recién nacido tiene la sensación de caerse.
  • Entre los reflejos innatos, también se encuentra la mueca de disgusto que suele aparecer en el rostro de un bebé de pocos meses cuando prueba un sabor distinto al sabor dulce de la leche.

Todos ellos son gestos no intencionados, pero que favorecen la relación con los padres, quienes responden a la actitud del bebé cuando lo cargan en brazos, le hablan o le sonríen.

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Las primeras sonrisas refuerzan la relación

Hacia el tercer mes, el niño empieza a cumplir una serie de acciones que favorecen la relación y la sintonía afectiva con las personas que se ocupan de él. Se trata de comportamientos evolutivos, ya que tienen como objetivo salvaguardar las especies.

La necesidad del pequeño de sentirse protegido y cuidado es total. El comportamiento social, que incluye las primeras sonrisas, las miradas, la búsqueda de contacto, favorece la relación de apego y garantiza al niño la protección necesaria.

La mamá y el papá reconocen el lenguaje corporal del bebé, sus gestos y éstos responden de la forma adecuada. Por ejemplo, frente a la sonrisa de su pequeño, reaccionan sonriendo a su vez y también enriquecen la comunicación llevándola al plano verbal. El niño no comprende el significado de las palabras, pero capta el tono emotivo. La alegría y el entusiasmo de la mamá y del papá le animan a repetir el gesto, en una danza de sonrisas que refuerza el vínculo madre-hijo y padre-hijo.

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¡Sus primeras risas!

La preciosa risa, llena de felicidad, de los más pequeños aparece en torno al quinto o sexto mes y despierta la inmediata reacción de los padres, que ríen a su vez y, quizás, también expresan con palabras las sensaciones positivas propias y del bebé.

  • Generalmente, son los juegos con los padres los que suscitan la risa del bebé, en especial, el juego del escondite. Cuando la madre o el padre se tapan la cara con las manos o con un pañuelo y luego la descubren diciendo “cucú”, por ejemplo, el niño expresa su sorpresa y alegría con su risa. Es una risa fuerte, porque la emoción que la desencadena es también fuerte. Y es que para el niño un objeto que sale de su campo visual ya no existe y verlo reaparecer es una gran sorpresa, un verdadero milagro.
  • Otros juegos que despiertan risas en el pequeño son las cosquillas, trotar en las rodillas de sus padres, volar como si fuera un avión gracias a los brazos de mamá o papá, etc. Cada niño tiene sus propias referencias y el padre o la madre reconocerá el lenguaje corporal de su hijo y le propondrá los pasatiempos que más parezca que le gusten.

Las miradas "dicen" mucho

Del séptimo al octavo mes, cada uno a su ritmo, los niños empiezan a moverse para descubrir el ambiente que les rodea. En esta situación, es interesante observar la intensa comunicación que se produce entre la mamá o el papá y su bebé a través de la mirada.

El bebé empieza a gatear hacia cierto punto de la habitación. Ha avanzado unos pasos y, cuando se detiene, se gira y busca la mirada de su madre. Con este sencillo gesto es como si pidiera la tranquilidad necesaria para continuar. En este punto, basta una sonrisa o un movimiento de cabeza de la madre o del padre, para que el pequeño sienta que la situación es segura y reanude su exploración. El patrón se repite varias veces y muestra la profunda sintonía emocional entre ellos.

¡Y ahora a bailar!

Escucha música y el niño comienza a mover la cabeza o a balancear el torso hacia delante y hacia atrás siguiendo la melodía. Es la pasión por la música que une a casi todos los niños pequeños.

Está demostrado científicamente que el oído musical, o la capacidad de reconocer los componentes de la música (sonido, ritmo, timbre), se desarrolla a una temprana edad, incluso antes del nacimiento. Varios estudios han puesto de manifiesto la capacidad del recién nacido para reconocer una melodía que ha escuchado frecuentemente en las últimas semanas de embarazo.

¿Y el baile? El instinto de moverse siguiendo un ritmo, como respuesta a un estímulo musical, aparece generalmente alrededor del quinto o sexto mes del pequeño. A partir de este período, el bebé mueve la cabeza, las manos, el torso o los pies siguiendo el ritmo.

Pero, ojo: la respuesta motora a los estímulos musicales es común a muchos niños, pero no a todos. Si el niño no sigue el ritmo en presencia de música, no quiere decir que el pequeño no tenga buen oído musical. Estos dos aspectos no están conectados.

El significado de aplaudir

Aplaudir es un juego que el niño aprende observando a mamá y a papá o a sus hermanitos. Se suele asociar a una canción.

No es un gesto sencillo porque requiere una buena coordinación. Pero, cuando el bebé consigue hacerlo, la reacción entusiasta de los padres le anima a seguir con sus tentativas. Hacia el sexto-séptimo mes, el niño domina el gesto de aplaudir y lo utiliza para mostrar su satisfacción cuando logra alcanzar una meta. Un ejemplo: el pequeño está intentando meter una pelota en un agujero o en una bolsa y lo intenta varias veces, ejercitando la coordinación ojo-mano, hasta que lo consigue. El asombro y la felicidad que experimenta ante su éxito pueden llevarlo a aplaudir.

En este punto, como siempre, entra en juego la relación del progenitor, quien utilizará el lenguaje verbal para expresar con palabras las sensaciones que el niño está sintiendo: “¡lo conseguiste!”, “¿Estás contento?”.

"Ya estoy lleno, no quiero más"

El bebé ha cumplido seis meses y ha llegado el momento de probar alimentos distintos a la leche. Pero, ¿qué hacer si responde a la noticia con una mueca de disgusto o apartando el plato?

Muchos niños reaccionan con una mueca ante los sabores distintos a la leche. Se necesita un tiempo para acostumbrarse a los nuevos alimentos. De hecho, no solo cambian los sabores, sino también las texturas. Sin embargo, si el niño aparta el plato de comida, el gesto puede significar que no le gusta la comida o que está demasiado cansado para comer (por ejemplo, porque tiene sueño) o que está lleno.

Este último aspecto es muy importante. Hay recordar que el niño es capaz de regularse muy bien en función de sus sensaciones de hambre o saciedad. Si no quiere más comida, significa que ha comido suficiente y, por tanto, es inútil y contraproducente insistir. Respetar sus señales le ayudará a autorregularse, reduciendo así el riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad durante la infancia.

Gira la cabeza: "¿tú quién eres?"

En torno al octavo mes y en el período inmediatamente siguiente, girar la cabeza se convierte en una clásica situación. El bebé está en brazos de su madre o de su padre y, cuando se le acerca una persona desconocida, gira la cabeza, a menudo también la espalda, como para alejarse y esconderse.

Muchos niños pasan por una fase en la que muestran un marcado miedo a los extraños con su lenguaje corporal y, a veces, incluso con el llanto. Es un comportamiento absolutamente normal que, de hecho, indica un buen apego con la figura paterna y materna. Para un niño pequeño, la madre, el padre o los adultos que cuidan de él representan la base de la que puede obtener seguridad. Abandonar el abrazo materno significa perder sus certezas.

Su aversión hacia los extraños, o al menos hacia las personas desconocidas, se vuelve aún más fuerte si el encuentro se produce en contextos nuevos para el niño, donde siente más miedo y necesita más que nunca la presencia materna y paterna para sentirse seguro. Por eso, su actitud puede ser la de intentar esconderse, aferrarse a su madre o a su padre, alejar al extraño de él. Se trata de una reacción evolutiva muy positiva, que desaparecerá al cabo de unas pocas semanas o meses.

Decir adiós con la manita

El pequeño abre y cierra los dedos para saludar a mamá y a papá. Al principio, es un juego, pero, a medida que crece, este gesto adquiere un significado social más amplio. El bebé aprende a saludar con la mano aproximadamente entre el noveno y el duodécimo mes, en respuesta a la invitación verbal de los padres, quienes le animan diciéndole: “Di adiós con la manita”.

Es un gesto de imitación que, al cabo de un año, se vuelve más consciente, porque el niño lo asocia con el momento en el que llega o se va algún miembro de la familia. El siguiente paso es saludar a las personas que se encuentra en la calle con las que el padre o la madre pasan unos minutos. Incluso en esta situación, el pequeño saluda con la manita, generalmente, si el adulto se lo pide.

Los primeros besitos

¡Qué ternura los primeros besos que los niños dan sobre la mejilla de mamá y papá! Hacia los 18 meses, los besos se convierten en una manifestación consciente de afecto y son el instrumento con el que el pequeño expresa sus sentimientos a los padres.

El pequeño aprende estos gestos por imitación. Ha comprendido el significado afectivo de los besos y de los abrazos recibidos por mamá y papá, y él los da también para demostrar su afecto y para responder a sus mimos.

Expresiones de la cara muy divertidas

Algunos pequeños se divierten mucho probando expresiones divertidas, haciendo muecas y sacando la lengua. Un juego clásico, alrededor de los dos años, es aquel en el que el niño “hace de monstruo” y el padre o la madre fingen estar asustados, provocando así las risas de su pequeño.

Sin embargo, el propio acto de sacar la lengua, hecho conscientemente, con intención lúdica, pertenece a una época posterior, alrededor de los cuatro o cinco años.

Resopla: ¿de quién lo ha aprendido?

Este gesto, quizás, no le guste mucho al adulto, pero es una de las conductas aprendidas que el niño ha observado y asociado con una situación desagradable. Un niño que nunca ha visto a alguien resoplar no puede resoplar. Sin embargo, a menudo, los padres somos los primeros en responder con un soplido, tal vez al final de un largo día cuando estamos cansados y nerviosos.

Para evitar que el pequeño nos imite, solo hay que tener cuidado. Recordemos que los padres son el primer modelo a seguir para los niños.

En una etapa posterior de crecimiento, alrededor de los tres o cuatro años, puede suceder que el niño aprenda este gesto observando a sus compañeros y lo utilice para protestar por algo.

De los empujones al arte de la mediación

Entre los comportamientos que menos gustan a los adultos se encuentran los empujones. Se trata de un gesto que puede aparecer en torno a los 12 o 18 meses, cuando el niño reacciona de esta manera porque no quiere compartir la atención de alguien o la propiedad de un objeto que le interesa. Para alejar al “rival”, el pequeño intenta empujarle.

Cuando ya sea más mayorcito y empuje al compañero de la escuela, es el adulto (progenitor o profesor/a) el que le tiene que explicar que este gesto puede resultar peligroso (“tu compañero podría caerse y hacerse daño”) y ayudar a los niños a encontrar un acuerdo sin recurrir a las manos.

¡No me importa y me encojo de hombros!

Otro gesto socialmente aprendido es el de “encogerse de hombros”. Es decir, levantar los hombros para expresar el desinterés por algo. Este comportamiento comienza más tarde, en torno a los cuatro o cinco años y el niño lo utiliza con la intención de comunicar que no le importa lo que le digan.

Se trata de un gesto fuertemente relacionado con el contexto en el que el niño vive y la frecuencia con la que ha observado esta reacción entre sus padres y los adultos de referencia.

Pero, atención: si el gesto de levantar los hombros o el de resoplar se produce de forma repetitiva, involuntaria e incontrolable por parte del niño, es aconsejable consultar con un experto, porque podría tratarse de un tic.

DIRECTORA EDITORIAL MI BEBÉ Y YO. Experta en temas de embarazo, maternidad y paternidad, bebés y niños, y coordinadora de nuestra Agenda de Crecimiento.