Te puede interesar…





































¿Cómo hay que afrontar este período?
En primer lugar, hay que recordar que la supuesta fecha del parto no es segura: sólo el 6% de las mujeres tiene un parto espontáneo justo el día calculado. En la mayoría de casos, el nacimiento ocurre entre las dos semanas antes y las dos semanas después de la fecha esperada.
Incluso después de la (supuesta) fecha límite, es importante seguir programando nuestra vida como siempre, es decir:
- No te encierres en casa esperando que inicie el parto, como si estuvieras enferma. Ve a cenar fuera, al cine o de compras, sal con tus amigos… Es mejor posponer el compromiso a última hora, que renunciar a ello por la preocupación de la espera.
- Confía en tu cuerpo. La señal de alarma sonará sólo cuando el momento haya llegado, y será imposible equivocarse.
- Ponte en contacto con tu bebé, escucha sus movimientos, pero sin asustarte si te parecen muy fuertes o menos frecuentes. Al final del embarazo, el bebé se mueve menos y de forma distinta, porque tiene menos espacio a su disposición.
- Crea situaciones de bienestar, haz actividades que te gustan: un baño caliente, un paseo, un chapuzón en la piscina. O si lo prefieres, lee un buen libro, escucha música, teje un poco… Te distraerás y controlarás más la ansiedad.
- Frecuenta a futuras mamás que viven tu misma condición: compartir los sentimientos ayuda a sentirse menos solas y aleja la preocupación de ser la única que tiene que afrontar una dificultad.
- Intenta hacerlo todo con calma. Descansa lo más posible para no llegar sin fuerzas al momento del trabajo de parto.
- Rodéate de personas que te hagan sentir tranquila y protegida. Cuando un bebé se hace esperar más de lo normal, la agitación parece contagiar a todo el mundo.
- Para protegerte de la ansiedad de familiares y amigos, puede bastar con una pequeña mentira: “El ginecólogo ha vuelto a hacer cuentas y ha aplazado la fecha del parto de una semana”.
Los abrazos de tu pareja
En esta última parte del embarazo, el papá tiene un papel fundamental: debe dar apoyo emocional a la mamá. Debe estar a su lado entendiendo su ansiedad, sin echársela en cara como muchas veces, incluso sin querer, hacen muchas personas que están a su lado. Un gesto cariñoso, una caricia, un abrazo, pueden significar más que mil palabras. La mujer necesita alguien que sepa entenderla y escucharla.
Bebé bajo control
Después de la semana 40 de embarazo, el bienestar del bebé es controlado con algunos exámenes, es decir:
- Un control ginecológico para evaluar el estado del cuello uterino y averiguar si ya se han producido los cambios que preanuncian la llegada del trabajo de parto.
- Una ecografía para evaluar la cantidad de líquido amniótico: si hay una excesiva reabsorción, puede ser una señal de que la placenta está trabajando menos.
- Una cardiotocografía (o monitorización) para controlar el latido cardiaco del bebé y la presencia de posibles contracciones uterinas.
La frecuencia de estos controles depende de la condición de cada mujer. Sin embargo, cada hospital sigue un protocolo distinto: por eso, cuando se elige un centro para dar a luz, también es importante pedir informaciones sobre cómo se actúa en caso de embarazos postérmino. Si sabes con antelación qué controles se prevén, con qué frecuencia y cuáles son las modalidades de inducción del parto, evitarás sentir pánico a causa de exámenes inesperados.
Te puede interesar…
ya quiero tener a mi bebé en brazos! ??????